Graffiti - KiriBaku/BakuShima

IV. Origen

No había respuesta más estúpida.

Bakugo no era idiota, él sabía que ojos de mapache mentía. Y eso lo hastiaba aún más.

Al parecer el pelirrojo estaba dispuesto a no soltar palabra; quizá sea algo que en algún momento se lo diría, pero no podía esperar más. Y eso le frustraba, la sensación de querer saber lo que pasa con Shitty Hair y su extraña actitud, las veces que se le quedaba viendo, casi analizándolo, o cuando se mordía el labio mientras miraba un punto fijo; eso le molestaba, le fastidiaba saber que tal vez esté pasando por algo y él no lo pueda ayudar -a pesar de que lo hiciera a base de insultos-.

Sentía unas inmensas ganas de gritarle que le dijera; no soportaba más esa sensación asfixiante de estar preocupado por él, de querer saber todo por curiosidad o tal vez solo para pasar más tiempo con él, como lo hacen Mina y Sero, conjuntamente de la molestia que sentía al no saber nada, al sentir como todos se reían a sus espaldas. Y el odiaba que se burlaran de él.

Lo peor de todo era que la imagen de Shitty Hair no paraba de revolotear en su mente. No paraba de preguntarse por qué no quería decirle.

Seguía torturándose con la posibilidad de que Kirishima estuviera excluyéndolo de su vida, la posibilidad de que prefiera a los demás antes que él, por más egoísta que fuera.

Así que, en estos momentos, todo lo que sentía se podría resumir a furia, estaba furibundo por tener tantas emociones nuevas que no podía destruir, extinguirlas, hasta que desaparezcan y no lo mortifiquen más.

Solo le quedaba deshacerse de toda la ira contenida en sus explosiones, en aquel causante de estas; de todas formas, él soportaba cada una de ellas. Sentía que se estaba desquitando con él, y el misero pensamiento le asqueaba en cierta parte, sin embargo, ahora estaba cegado, su mente estaba totalmente obnubilada.

Estaba más concentrado en disparar, explotar y esquivar golpes. En solo evaporar aquellas emociones en puras explosiones que destellaban de sus palmas.

Hubiera seguido, de no ser porque sintió un puño totalmente endurecido aterrizando en su torso, derribándolo.

–Te gané! – expresó el pelirrojo, anunciando su victoria, mientras le ayudaba, encajando sus palmas perfectamente, lo cual, por un momento, le erizo la piel.

– Tch, pura suerte, Shitty Hair.

– Mhn, lo dudo, Blasty.

– ... Ajá – murmuró, casi ignorándolo.

– ... Eh! ¡Pero es verdad!

Con una sonrisa burlona de parte de él, termino el entrenamiento -que hasta ese momento había pasado a segundo plano- , y, por un momento, todo el torbellino de emociones y pensamientos que tanto le atormentaban.

[...]

Después de algunas quejas dirigidas a su amigo cenizo, el entrenamiento dio por concluido.

Siempre le gusto entrenar con él, observar esa sonrisa retadora, desafiante, una que siempre le decía que le iba a ganar, y, cuando lo hacía, había un ápice de "lo hiciste bien", que aceptaba con gusto.

A pesar de que él esta vez ganó, ya sea por la distracción de su contrincante o por la técnica adquirida después de varios entrenamientos juntos, adoro la manera en la que sus manos se juntaron, encajando perfectamente. Asimismo, tuvo la oportunidad de admirar una sonrisa burlona junto a una expresión relajada; por muy poco que haya durado aquello, lo disfrutó.