Intervalo de relaciones y escaparates.

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--SUN--

De pequeño, Eren acostumbraba a dormir con un oso de peluche, era de color un chillante color azul, traía consigo un collar de formado con cuentas y un gran corazón de color amarillo que fungía como relicario. Se llamaba Cuentitos, porque Eren acostumbraba a leerle historias de infantiles antes de dormir.

Un día, entonces, conoció a Levi, y Cuentitos pasó a la historia porque ahora Eren tenia a quien leerle cuentos infantiles y con quién podía dormir cálidamente. Levi era como un oso de peluche, gruñón y algo arisco, pero un oso de peluche muy grande, a fin de cuentas.

Su padre, Grisha, un día encontró́ a Cuentitos debajo de la cama de su hijo, lleno de polvo, sin un ojo, con el relleno salido y una araña viviendo en el relicario de plástico que tenía por collar. Quizá́ por la nostalgia de aquel peluche, decidió́ llenar el interior del relicario con una foto del doceavo cumpleaños de Eren, una donde tanto él como Levi yacían dormidos en el trampolín rentable, abrazados y refugiándose del frio de la noche. Era una linda foto y llena de cariño por lo lindo que su hijo abrazaba a Levi, como su fuera un nuevo oso de felpa, ambos estaban llenos de confeti y con aroma a fiesta infantil.

Cuentitos había sido guardado por años en el fondo del armario, llenándose nuevamente de polvo; hasta ahora, que Grisha decidió́ sacarlo, darle una buena sacudida y entregárselo a su hijo.

Eren tenía los ojos hinchados, rojos, con algunos puntitos rojos a los costados por vasos sanguíneos que se reventaron, los siguientes días seguro desarrollaría ojeras.

Zeke había salido a su encuentro, luego que Levi marcara aún presa del arrepentimiento por la discusión, no dio explicaciones cuando Grisha preguntó qué había pasado, solo pidió́ que se disculpara con Eren por todo, no había sido su intensión abrir tanto la boca, el padre de Eren trató de entenderlo.

Mientras Zeke de encargaba de llevarle comida ahora que ya era de día, el padre se preguntaba que tanto se habían lastimado ambos esta vez. Eren no estaba bien emocionalmente, y Levi, por llamada, se escuchaba perecer el mismo estado, Grisha lo quería como su segundo hijo, era imposible que no se preocupara por ambos.

Miró a Eren, que acababa de desertar y observaba el peluche al lado de la cama.

—Creí́ que ya no existía —dijo en un hilo.

—Lo salvé de las garras de tu madre, casi termina en la basura —dijo Grisha, hizo una señal a Zeke para que saliera del cuarto dejándolos solos, aunque en el principió se resistió́, terminó saliendo a regañadientes y con los platos de comida vacios—. ¿Me dirás qué pasó?

No quería. Recordar cada cosa que había pasado una noche atrás seria tortuoso. Eren abrazó sus piernas sentadas sobre la cama, ocultó el rostro por quinta vez en el día queriendo evitar llorar de nueva cuenta y quedar peor de la vista de lo que ya estaba.

Las palabas fueron saliendo solas y con ellas una que otra lagrima, gruñido, maldición y queja por el enojo, luego lastima y al final tristeza porque Eren pensaba que todo se había ido a la basura.

—No creí́ que Levi fuera la persona que te diría eso —dijo Grisha.

—Levi es un idiota.

—Bueno, algo tiene en común. —Eren lo miró sin entender a qué se refería.

— ¿Qué se supone que haga cuando me dice que me ama, luego lo encuentro enrollándose con Mike y después descubro que se irá a l otro lado del mundo?

—Dejarlo que se explicara —Grisha tomó al peluche entre sus mano manos, el collar estaba raspado y algo sucio—. No insinuar que volverías con Farlan y luego culparlo por todo.

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