PROLOGO; somos uno y somos dos

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Así empieza todo

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Así empieza todo.

Era un cuarto de espera con al menos tres lugares para tomar asiento, una recepcionista de pelo rubio, una mesa pequeña de madera en el centro, revistas de hace años debajo esperando a que algún adulto de mayor edad se siente a leerlos. Mientras la recepcionista teclea en el monitor las siguientes visitas para el doctor encargado, el aparato de videojuego que llevaba haciendo ruido hace ya rato, se apaga de repente, después un gruñido, después solo silencio. Personas dentro de la habitación, dos niños jugando por separado para pasar el rato.

Eren juega con las piezas de dominó que su madre le regaló en su cumpleaños, el pelo castaño desordenado le impide ver con claridad, hace pequeños ruidos con las piezas al ser dejadas sobre la pesa y tumbadas por nuevas ideas. Tic tic tic.

Está aburrido, no hay nada que hacer en ese lugar más que escuchar el vacio de la habitación y contar hasta el cien y de regreso porque es una manera rápida de matar el tiempo; han pasado cinco minutos desde que le habló al chico del otro lado del cuarto. Es aburrido y gruñón, a Eren no le agrada.

Acompañó a su madre al doctor con la promesa de que de regreso comprarían golosinas y gomitas con picante, pero si lo hubiera pensado mejor, hubiera decidido quedarse en casa viendo caricaturas. El doctor es aburrido, todo es aburrido.

El chico del otro lado juega con el play desde que ha legado, Eren trató de hablar con él, pero lo ignoró gloriosamente paseando la mirada y diciendo que no lo conocía.

—Si tuvieras que escoger una fruta, ¿cuál escogerías? —solo está desesperado y quiere hacer algo que no solo sea jugar con las piezas del dominó.

El otro chico lo mira raro, no hace falta ser un genio para saber que no quiere hablar con él, sus ojos oscuros le dan escalofríos y a pesar de que está a punto de decir que lo olvide, el chico contesta:

— ¿Las peras? —guarda la play en los bolsillos de su pantalón, a Eren se le iluminan los ojos porque es una manera de deshacerse del aburrimiento y es la primer pregunta que le contesta después de muchos vanos intentos de hacerle hablar.

—Pero las peras no son ricas, son muy duras, a mi me lastiman los dientes. Yo prefiero las uvas. —en su mente de niño de siete años, tiene mucho sentido.

Él lo ve un poco confundido, lo que quiere también es salir de ahí he ir a cualquier otro lugar a donde lo lleve su madre. No le contesta, pretende sacar de nuevo la play de su bolsillo y entonces Eren lo ataca de nuevo con preguntas mientras la pieza del dominó cae de sus dedos:

—¿Y si tuvieras que elegir una comida? —medita la respuesta, igual no hay nada mejor que hacer en ese cuartucho lleno de silencio.

—Sopa de setas. —su respuesta le ha gustado a Eren porque ahora el castaño lo mira impresionado y se para de su lugar para estar más cerca de él.

—¿Te gustan las setas?

—Si.

—Eres raro. Igual que yo. Me agradas.

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