13.

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De un inmenso abismo, todo el tiempo se congeló en un par de segundos, su cuerpo no era capaz de reaccionar tal como debería hacerlo.
El miedo se apoderó de todo su ser, las puntas de sus estaban heladas ante la escena que tenía bajo iris cristalinas.

Con el tiempo detenido a su alrededor. Todo lo negativo del mundo se vació encima suyo.

Si alguien creía en la diosa de la fortuna, se supone que todo lo bueno ante esa creencia te sucedería a lo largo de tu vida. Levi no era de tener ideas fantasiosas, pero si estaba demasiado seguro que si una diosa existía, era totalmente lo opuesto... una diosa de la calamidad ¿Tal vez?

Saliendo de su diminuto espacio de pensamientos. El de cabellos negros se lanzó en el auxilio de su progenitora.
Tocó del rostro pálido de la mujer, notando sus profundas ojeras y manchas amarillentas.

Su madre había estado con la enfermedad desde tiempo atrás, se debilitaba día tras día, era consciente de que algún día la mujer no iba a soportar tanto. Y tal vez el descansar era la opción mas sana para ella.

Pero, si Levi perdía a su razón de seguir adelante, no tenía idea de lo que pasaría con él.

Es decir, Levi Ackerman, era un joven que dependía de sí mismo, creció con rapidez para poder mantener su muy pequeño hogar, la madurez y cambios de su vida los había hecho con el único fin de poder luchar y hacer sentir orgulloso a su madre.

En momentos como estos, no sabía si debía mantenerse firme o echarse a llorar. Tal vez la segunda opción era la mas natural, pero aún no era capaz de asimilar la escena de ahora.

Levi abrazó del cuerpo de su amada madre, juntando su frente con la mejilla de la mujere. Solo por esa pequeña acción, el de cabellos negros pudo percatarse de las muy leves y pesadas respiraciones.

Era un hijo egoísta.

Las agujas de miedo fuero bajando la presión del joven, pero aún así no se dejó llevar ante el alivio completo.

Una pequeña sonrisa y la lágrima de cristal se deslizó por su lienzo de piel al darse cuenta que la persona que mas amaba seguía aferrándose a vivir.

De un momento a otro, Levi dejó a su madre en la cama para disponerse a tomar de su teléfono con rapidez, puesto que necesitaba ayuda, aunque sea para trasladar a la mujer a un hospital, tenía dinero ahorrado que si era lo suficiente para una revisión médica.

La pantalla móvil del ojigris, se iluminó buscando entre sus contactos la persona que pudiera ayudarle. Sus delgados dedos se apresuraron a bajar entre la lista de agregados y se detuvo cuando llegó al nombre de Jeager.

Eren era hijo del doctor mas conocido de Japón, y aunque Levi le tenía cierto resentimiento, era mejor eso a nada.

Decidido a contactar al joven de ojos verdes, el número de Eren desaparece al momento que una llamada entra a la línea de Levi, un par de parpadeo da antes de leer el nombre en pantalla.

Sin dudarlo acepta la llamada, colocando el aparato cerca de su oreja.

¿Me extrañaste, Levi?

La muy bien conocida voz se escucha en la línea telefónica, el tono juguetón que usa el hombre hace estremecer un poco al mencionado.

¿Fortuna o calamidad? No tenía idea y tampoco quería pensarlo, el tiempo de ahora era drástico y todo segundo fue importante.

Erwin... Basta, te necesito. 一 la voz del pelinegro se inclinó como un hilo de seda tratando de encontrar las palabras adecuadas.

Oh, al final el pequeño Levi ha caído rendido antes mis encantos, vaya... Pero creo que debo recordarte que lo nuestro es meramente sexual y que no estoy dispuesto a dejar a mi espos-

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