"Arrodíllate ante mí, cariño. Y te prometo que nadie te volverá a hacer daño o los mataré y seré brutal".
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Seraphina asintió con la cabeza y miró al suelo frente a ella, "Si necesitas algo, siempre estaré aquí para ti, Tom, aunque sigas alejándome".
No dijo nada, en cambio, se levantó de la cama y caminó hacia el escritorio, abriendo un cajón para tomar su diario y entregárselo a Seraphina, quien frunció el ceño aceptándolo. Rara vez quería que ella viera su diario.
"Pasa a la última página", hizo lo que él dijo y vio un dibujo de un medallón y un anillo,"Esos objetos son de Salazar Slytherin y se supone que están con los Gaunt. Tengo la intención de quitárselos. ya que soy el verdadero heredero de Slytherin".
"Como ellos, Tom."
"No me importa", dijo con bastante calma, "Ahora, si no te importa-"
Fue interrumpido por el sonido de la puerta al abrirse y en el dormitorio entró Mulciber, quien enarcó las cejas mirando su atuendo,"Buenas noches".
Tom lo miró como si fuera un insecto que necesitaba ser aplastado,"¿Qué quieres, Mulciber?"
"Vine a prepararme para la cena, pero no sabía que la princesa estaría aquí. Te ves deslumbrante, Seraphina",sonrió, refiriéndose a su reveladora túnica de seda, pero ella no se dejó llevar por su alegría.
Entonces ella se sentó relajada en la cama mirándolo sin impresionar, "Como siempre".
"La cena de Slughorn será mucho más interesante si vas así", puso los ojos en blanco y Tom suspiró ante su comportamiento infantil.
"Mulciber"
Mulciber levantó las manos en señal de derrota, "Está bien, los dejaré a ustedes dos solos para hacer lo suyo". Con eso, se fue.
Seraphina se volvió para mirar a Tom una vez más, "Será mejor que me vaya a preparar. ¿Debería atarme el pelo?" Se levantó y caminó hacia el espejo de Tom para pensar en las posibilidades.
La bruja pecosa interrogó a Tom innumerables veces sobre qué debería usar o qué debería hacer con su maquillaje en sus dieciséis años de vida.
Obviamente, a él nunca le importó y no pasó mucho tiempo pensando en la respuesta. La única razón por la que quería su opinión era que él siempre era honesto, a veces 𝑑𝑒𝑚𝑎𝑠𝑖𝑎𝑑𝑜 honesto.
Él no la miró, en cambio, colocó el diario de forma segura en el cajón, "Tu cabello se ve más favorecedor cuando está suelto".
