"Arrodíllate ante mí, cariño. Y te prometo que nadie te volverá a hacer daño o los mataré y seré brutal".
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"Tom Marvolo Riddle, más vale que tengas una buena razón para despertarme a las cinco de la mañana en una mañana de colegio", se quejó Seraphina mientras la arrastraban de la muñeca por los pasillos vacíos, "afuera todavía está oscuro. ¿Por qué me odias tanto?".
Eran principios de marzo, pero todavía era una mañana muy fría y todo lo que Seraphina quería era estar dentro de sus cálidas sábanas, durmiendo tranquilamente. En lugar de eso, Tom fue a su dormitorio para despertarla, y la arrastró fuera de la sala común, sin decirle a dónde iban.
Apenas tuvo tiempo de arreglarse para el día, lo que explicaba por qué su cara no tenía nada de maquillaje. La mayoría de las chicas de su edad no se molestaban en maquillarse todas las mañanas, pero ella se sentía desnuda y vulgar cuando no tenía su delineador o su base de maquillaje.
Tom, sin embargo, prefería verla sin maquillaje, tan natural y pura, tan perfecta. Las pecas que cubrían su rostro la hacían parecer más joven e inocente, casi como si no estuviera planeando conquistar el mundo junto a él.
"¡Tengo hambre!" Protestó mientras seguían caminando hacia el lugar al que se dirigían. "Por favor, dime que me vas a llevar a algún sitio para que desayunemos muy bien, porque me muero de hambre".
"Podemos hacerlo también, si quieres. Pero tengo que enseñarte algo antes de la clase", dijo él, sin mirarla y empezando a caminar más rápido.
"¿Por qué no podemos hacerlo después? La clase empieza en dos horas, Tom, aún tenemos tiempo para dormir", intentó persuadirlo, pero era imposible, él estaba demasiado empeñado en lo que quería hacer.
"No seas perezosa, Seraphina, procrastinar no es para gente como tú y yo", dijo él, tirando de ella con él hacia una gran escalera.
Ella resopló siguiéndolo con una mirada de descontento: "Entonces, tal vez la próxima vez no me obligues a quedarme despierta contigo hasta la una de la madrugada, sólo para que tengas compañía para estudiar".
Tom se giró para mirarla con las cejas alzadas, "¿Quedarte despierta conmigo? Te quedaste dormida en el sofá mientras yo hacía tus deberes", le recordó con voz áspera.
