NARRA NATALIA
Estaba en uno de los dos balcones de la casa. Este tenía una de las vistas más bellas que jamás había contemplado nunca.
El ruido de los animales aniquilando el ruido pesado de la noche. Eso era lo que más me gustaba, poder oír a la naturaleza moviéndose sin interrupción, sin humanos, solo ella y sus criaturas animales, yendo y viniendo, durmiendo y levantándose, caminando, arrastrándose, nadando o volando.
Era simplemente belleza absoluta.
La tristeza me embargó de pronto y yo asentí, lo hice para aceptarla, estaba empezando a sanar y eso me gustaba, podía sentir mi alma reconstruyéndose y dejando esa carga atrás.
Sonreí al recordar todos los planes raros que mi abuelo había inventado para poder castigar al tipo que decidió jugar con mi cariño.
Le dije que viajar sería una mejor opción... y aquí estaba.
Sí, en un pequeño pueblo al norte de EEUU con un grupo de gente que realmente me eran extraños.
Solo conocía sus nombres y hasta allí llegaban mis conocimientos.
- Es bonito, ¿no? – la voz de Aiden me hizo girar, traía una manta color roja consigo y me la puso sobre los hombros-
Se dejó caer en el suelo junto a mi y ambos permanecimos en silencio con la naturaleza como nuestro soundtrack. Era pacífico, se sentía bien y me sentía acompañada.
Me desconecté un poco de todo y me perdí en la nada.
Aiden me codeó con una sonrisa minutos después y yo le devolví el gesto.
- Para alguien que habla tantos idiomas, estás muy callada -soltó aún con la sonrisa - ¿está todo bien en Natalialandia?
- Algo así – solté y él enarcó una ceja- estaba pensando en que la vida tiene formas extrañas de juntar a la gente
- Dame un ejemplo -pidió mirando al cielo-
- Nosotros -dije y él me miró con una sonrisa y se hizo un silencio nuevamente, hasta que decidí romperlo anunciando una verdad- ...te mentí
Sus ojos se estrujaron y eso me causó cierta gracia. Tenía el aura de un niño pequeños, era muy difícil creer que podría lastimarte, pero según lo que había leído, cierto o no, parecía que se las había arreglado para lastimar a Jessy.
Aunque no podía confirmarlo.
Después de todo, las fuentes eran nada más que ridículos artículos de la estúpida prensa rosa.
- No entiendo... -aseguró- ¿a qué te refieres?
- Bueno... no dije toda mi verdad
Tomé una profunda respiración y sonreí por el momento dramático que estaba creando.
- Sí, viajo por la comida, pero la razón principal tiene nombre y apellido
- Oh...
- Sí
Aiden me abrazó por la espalda y me atrajo hacia él.
- Pues está jodido de la cabeza Nat, eres increíble, espero que lo sepas
- Lo sé
Ambos nos carcajeamos y él me soltó. Tomó mi mano y la apretó.
- No sé qué haya pasado, pero a veces los hombres somos demasiado idiotas, actuamos sin pensar, o a veces creemos que una situación no llevará a la otra