Pareja: RenObaMistu
Temática: Poliamor|Roomate
—Iguro-san ¿Me pasa las papas? —El pelinegro miró a la chica de cabellos rosadas acostada encima del rubio.
—Kanroji, podrías dejar de estar encima de Rengoku, también quiero acostarme. —Mitsuri miró a su novio y luego de nuevo a su otro novio.
—Pero estoy cómoda —protestó con un puchero, Iguro pasó sus manos por la cabeza de su novia y suspiró.
—Oye Rengoku ¿Cuando le vamos a decir a tu padre? —El rubio tragó en seco al escuchar esas palabras, ni estaba listo para aquello, después de todo su padre era una persona super estricta.
—Cuando los pingüinos emigren. —Iguro se tuvo que reír ante el comentario de Mitsuri, después de todo entre ellos tres la chica era la más burlona y sacaba
—Dejen ya las bromas, es complicado y lo saben —Rengoku les revolvió el cabello a los dos, besando a Mitsuri y luego a Obanai—. Después de lo que pasó con Mitsuri, no quiero que me corten la cabeza.
—Si recuerdo que su padre por poco nos saca los ojos a ambos, cuando fuimos los dos y nos presentamos como sus novios. —Mitsuri se levantó del regazo de Rengoku dejando que Iguro se recostara en su novio.
—Si me acuerdo, pasamos mucho para aclarar el malentendido. —La pelirrosa se levantó del mueble y abrazó a Rengoku por detrás del sofá—. Tranquilo todo saldrá bien, ya verás.
Las palabras de Mitsuri aquel día solo hicieron que le diera dolor de cabeza. Confiar en que todo saldría bien Iguro pensaba que era un poco ingenuo pero aún así trataría de apoyarlo, como había hecho con Mitsuri.
—¿Que era lo que me tenías que decir? —preguntó en un tono autoritario el hombre de cabellos rubios, los chicos ante aquella voz se le pusieron los pelos de punta y una sensación de terror y pánico los invadió.
El jefe de la casa de los Rengoku, una casa respetable por generaciones pero en esos momentos ellos estaban en pleno siglo veintiuno, aquellas normas y reglas debían variar un poco o eso era lo que pensaban los tres cuando fueron a confrontar al jefe final para que su relación pudiera seguir en paz, sin inconvenientes. En ese momento ellos tenían en frente al mayor obstáculo y según ellos era más grande que el Monte Fuji, a Kyojuro le empezaron a temblar las manos, Iguro puso los ojos en blanco y sudó frío.
Los Rengoku adoptaron a Obanai cuando perdió todo, cuando aquel incendio le arrebató toda su familia, lo criaron como si fuera su propio hijo, creció con Kyojuro como si fueran hermanos, estar ahí afrontando a su padre adoptivo solo le daba más y más miedo.
—¿Y bien? —Mitsuri era la única que estaba tratando de mantenerse tranquila, después de todo no era a ella la que le formarían el pleito, solo la tomarían como una víctima y eso a la chica le divertía un poco.
—Señor Rengoku. —Fue la de cabellos rosados quien habló primero de los tres.
Obanai y Kyojuro palidecieron al escuchar decir solo el nombre de su padre. Esa mujer podía ser muy distraída y a veces no entender el ambiente.
—Papá. —Armándose de valor el rubio se atrevió a decir algo, aún cuando su corazón se le quería salir del pecho, Iguro tragó en seco viendo como su novio se dirigía al matadero sin poder evitarlo, suspirando profundo el chico de cabellos negros puso una mano encima del hombro del rubio y miró serio con los labios sin formar sonrisa.
—Señor Rengoku, le agradezco que me haya cuidado y dado un lugar donde dormir. Sé que no es la mejor manera de pagárselo pero no lo pude evitar. Su hijo, Kanroji y yo tenemos una relación. —Lo dijo aunque le temblabaran las piernas y el corazón.
—Ya lo sabía. —El rubio y el pelinegro se quedaron mirando al mayor con cara de asombrados, Mitsuri no pudo contener más la risa y se he echó a reír a carcajadas.
—Lo siento chicos, pero es que sus expresiones no tienen precio. —Ambos se miraron y luego a su novia, había sido cosa de ella.
—Mitsuri habló conmigo hace unos días, me contó lo que ocurría, la chica parecía un corderito recién nacido por como temblaba, le dije que los convenciera de venir a hablar conmigo, si Iguro no defendía a Kyojuro, entonces no aprobaría su relación pero veo que los tres se aman mucho por la manera en que pelearon. No me opongo. —Los chicos se miraron con el corazón un poco más tranquilo y se abrazaron, luego miraron a su novia que sonreía por diversión.
—Obanai, me parece que Mitsuri merece un castigo. —Los ojos naranja del rubio brillaban de maldad.
—Claro, después de todo nos engañó.
La chica miró a sus hombres y sintió como la sangre se le helaba, sabía que no iba a volver a caminar en mucho tiempo. Le había costado demasiado la broma.
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Color Club: Amathyst•Iguro Obanai | KNY
FanfictionEl conjunto de vivencias colorean tu corazón hasta alcanzar una gama determinada, el cual, definirá todos tus pensamientos, sentimientos y preferencias. Para poder comprender el color, debemos entender de dónde proviene. ¿Qué es lo que reside en el...