Probando, probando. ¿Se escucha bien?

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Ya sea sábado o jueves, Alex siempre detestaba levantarse, siempre amanece con los ojos cerrados y siempre se comunicaba con gruñidos.

Se levantaba a las 6 de la mañana para estar a las 7 y media delante del minisúper del abuelo. Su abuela se despertaba a la misma hora solo para prepararle algo a Alex para comer y regresar a su cama. Alex apartaba a su madre recién llegada de las fiestas del suelo con el pie, a veces la pateaba aprovechando su inconsciencia

-Benditas sean las abuelas y su comida- Dijo Alex

-Y su capacidad para matar bichos con las zapatillas- Dijo Jordi

-Son seres todopoderosos- dijeron los dos al mismo tiempo.

Alex estaba ordenando las latas de tomate que habían llegado, hoy era día de reabastecimiento, el abuelo que normalmente estaba en el despacho pasaba lista del pedido con la tía de Jordi, la jefa del camión de reparto.

Aparte de ser el mozo de los encargos y un compañero de clase, Jordi era el casi hermano de Alex, conociéndose desde bebés habían estado siempre juntos, él sabía de su familia y ella sabía de la suya.

-No olvidemos los jerséis que hacen, son indestructibles- rió Alex

-Son tan feos que ahuyentan a los ladrones- Jordi llegó a su lado y le dejó otra caja

Más botes de tomate. Su amigo ayudaba al negocio de su tía como un mozo de descarga y carga, junto a su abuela eran una familia pequeña que tenía un negocio de reparto.

-Podríamos ser ladrones, atracar a niños ricos parece divertido- Jordi se levantó y masajeó su espalda.-¿Atracamos a Sandra?-Propuso Jordi

-Mejor la arrojamos al río, no creo que deje de gritar si la dejamos libre-

-Gritaría hasta bajo el río- Jordi se rió y fue a por la próxima caja.

En un día caluroso de verano como ese, mover cajas había dejado a todos con una sensación de abatimiento, la tranquila tienda con su radio encendida daba un ambiente de ciudad fantasma. Solo los dos amigos trabajando avivaban ese escenario.

-¡Jordi nos vamos a la siguiente!- la tía de Jordi gritó desde la cabina del camión, el abuelo le entregó los papeles con el recibo firmado y entró en la tienda para ponerse delante del pequeño y viejo ventilador. Alex y Jordi se despidieron lanzando besos falsos llenos de dramatismo.

-Bien, a tirar cajas- Alex apiló y desmontó las cajas, el sudor que se había pegado en su espalda dejaba una mancha en su camisa, se ató el pelo castaño en un intento de coleta y rezó para que el asfalto no hirviera y derritiera sus gastados zapatos. -Ahora regreso abuelo- el anciano bufó mientras ordenaba papeles en carpetas y guardaba recibos.

La radio terminó la canción y una voz de hombre extasiada se escuchó.

"Oyentes, traemos noticias más calientes que el asfalto, preparados para el bombardeo de emociones. Ahora les pondremos una entrevista que ha sido traducida en todos los idiomas."

Ahora habló con calma una mujer

"Se han logrado detectar pequeñas sondas de radio provenientes del pequeño Saturno negro de Arizona, estudios recientes de emergencia han demostrado que, después del hundimiento simultáneo mundial de los pequeños Saturnos negros, variaciones de sondas eran emitidas desde el centro."

El abuelo dejó los papeles y subió el volumen, sentándose con el brazo apoyado en la mesa, prestando la máxima atención. La figura sudorosa y energética de Alex entró en la tienda con una sonrisa infantil.

"Después de tal suceso se han monitoreado los demás Saturnos esperando recibir ondas de radio, todos los grupos científicos han reportado resultados positivos, el único grupo pendiente de verificación es el de Etiopía e Israel. Los resultados demuestran una onda de frecuencia baja que ha ido en aumento."

Saturno se está hundiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora