La gracia de un gusano.

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La vida de Alex nunca fue fácil, había sentido frío, hambre y pasado dificultades, pero era optimista, el pan mohoso de cada día le sabía a los cielos, el aire de la ciudad medio contaminada alegraba su vida y bromeaba con sus amigos. Su vida era asquerosa y plagada de malos días, nunca lo negaría, pero Alex no la encontraba insoportable, tampoco era tan arrogante para mendigar lástima de los demás. Alex era optimista y de mentalidad simple, si un día es bueno atesorarlo, si un día es malo, simplemente déjalo terminar.

"Es desafortunado que tengamos que decir esto. Pero el mundo va a terminar hoy"

"Queridos humanos, juguemos en una carrera antes de que termine todo"

Pero por muy optimista que fuera, Alex pensaba que este día era el peor de todos, tanto de ella, como de toda la humanidad. Todo gracias a una voz chasqueante.

"Llegad a la meta, los ganadores recibirán un premio, los perdedores... Bueno, ya veremos que les damos"

-Olvídate del coche, iremos a pie- Alex puso delante de ella a su hermano y su padre los guió por los callejones con menos gente, coches, furgonetas y muchos trozos de metal habían sido abandonados, en medio de un mundo que se retorcía de miedo.

Mujeres, hombres y niños no importa, la calma estaba hundida gracias a los gritos y llantos de bebés, la gente había empezado a empujar y pisaban a los que se habían caído al suelo.

El sentimiento agónico de no saber qué pasaba ponía a todas las personas irritables.

"Corred, humanos, llegad a la meta antes de que se termine el tiempo"

A las nueve de la mañana, Saturno se había colado en cualquier aparato electrónico y había empezado una especie de juego. Habían repartido drones por todos lados, señalando un recorrido, como si estuvieran en una maratón.

Alex alzó la vista, una línea de luces rojas hechas por drones simulaban una cinta de meta en el cielo, casi a las afueras de la ciudad. Su abuela y algunos más lentos fueron llevados en una furgoneta, Ahora Alex, Jade y su padre corrían por las calles estrechas con solo lo que llevaban encima, aún estaban lejos de la meta, pero no estaban cerca del caos que era la vía principal.

-Por aquí- Los guiaba su padre, Jade con la cara roja como un tomate resoplaba y gruñía cuando tropezaba, Alex y su padre lo sujetaban por los brazos con fuerza evitando que cayera.

Corriendo tanto como podían, salían de callejones para entrar en otros, las personas que caían en el suelo llorando al ser pisoteadas por el gentío histérico fueron dejados atrás.

Había sido bueno ir por los callejones. Mujeres llorando, sacerdotes rezando y gente causando disturbios, su familia los paso sin mirarles.

Pronto se alejaron más del centro, Alex vió con total desespero la salida de la ciudad, los coches bloquearon cualquier camino y la gente desesperada se había puesto a revolcarnos sin pensar, al final solo habían logrado acumularlos en montañas dispersas, pero que cerraban completamente la salida.

"Quedan 10 minutos"

Les recordó Saturno desde una de las radios de los coches, la gente que antes mantenía un poco de tranquilidad empezaron a apresurar a los que aún estaban escalando

coches.

-Tenemos que escalar eso, no queda tiempo para dar la vuelta- Dijo su padre

-Vamos a empujar a Jade, yo iré por delante.- Alex se ofreció, tomó a su hermano por el brazo y su padre le empujaba la espalda por detrás, sudando y jadeando por aire Alex vió que no era la única que sufría por sobrepasar los coches apilados, no cuando veía a la gente tirar unos de otros para ser llevados. Su familia al fin llegó a la cima de una montaña de metal.

Saturno se está hundiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora