El loco que se pelea con molinos.

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Los días agobiantes y calurosos de verano habían terminado y la actividad de Saturno también, después de ese intento de ondas de radio ya no se podía detectar nada más.

Las personas que se habían desmayado no presentaban ninguna anomalía más que un pequeño y molesto dolor de cabeza, también acompañado de somnolencia. Pero según los médicos era un estado normal después de esa desmesurada onda, o por lo menos eso es lo que habían decidido decir cada uno de los sanitarios en el mundo.

A su lado Jordi dormía usando el gran cuerpo de Kevin como escondite. Sara delante de ella estaba tonteando con su móvil, Kevin solo dormía con los ojos abiertos y ella, Alex estaba de mal humor, completamente ofuscada por la rabia y lo único que quería era espacio para sofocar sus propios pensamientos.

Después de que su madre hubiera llorado por dinero, desapareció de sus vidas por una semana. Hace dos noches, regresó con Mokoena, un amante, Alex nunca olvidará la figura derrotada de su padre, que encontró apática en la cama sollozando incoherencias. Desde ese día Alex sentía que su ira necesitaba un sólo motivo para explotar y destruir todo a su paso.

Como si fuera un efecto secundario de aguantar la ira, Alex tenía diariamente unas terribles migrañas.

-Esto será un trabajo que durará todo un trimestre, yo haré los grupos y asignaré el tema. Así podré balancear los inútiles con los estudiosos.- Ante la presión de sus ojos, los demás solo asintieron callados.

A mediados de septiembre habían encontrado un gran oponente, Alex y Jordi estaban desesperados por irse de la clase, hoy les tocaba lengua y no sentían que la profesora fuera una buena persona.

Conchita era esa profesora nueva que tenía experiencia en el ámbito docente acallando a los estudiantes, soltaba frases mordaces y crueles mientras imponía respeto con solo respirar. Al contrario que Trini, era famosa por favorecer a los estudiantes de notable y abandonar a los que tenían dificultades.

Minuto tras minuto la profesora solo parloteaba de la importancia de la literatura, alegando que un buen libro solo es leído por una buena mente. Pero Alex no pensaba lo mismo, por lo menos no pensaba eso cuando escuchaba a niñas de diez años hablando de lo romántico que era un novio celoso y tóxico. Muchas veces Alex quería pegarles para que esas niñas vieran lo romántica que era la violencia doméstica.

Así que ahora tenían que ir todos a leer el Don Quijote y entregar ejercicios que Conchita había preparado para cada maldito capítulo.

-¿No es ese loco que se pelea contra molinos? - Jordi que aún babeaba levantó la mirada.

-¿Lo tendrán en la biblioteca?- Alex limpió el garabato de un conejo de la mesa.

-Supongo, aunque si lo pedimos creo que tendremos que compartirlo- Conchita seguía hablando de la maravillosa obra Española. -Entonces es un trabajo fácil, un viejo peleando contra molinos no debe ser aburrido ¿no?- Jordi sonrió.

-Eso espero, ese anciano no es el único que quiere luchar contra molinos- Alex miró hacia Judy, hoy otra vez estaba pegando la nariz al papel mientras escribía los apuntes, a veces parecía poseída, sobre todo en ciencias.

-Ohhh, ¿es un amor imposible lo que te enfurece?-

-Sí, vive dos calles más abajo y siempre me saluda cuando paso por delante.-

-¿es un perro?-

-un labrador gris de ojos azules-

-lo conozco, te engaña y no es fiel, saluda a todos en el barrio-

-puedo permitirle que tenga amantes-

Al final de la clase Conchita había desaparecido siendo apuñalada por cada uno de sus alumnos con la mirada, haciendo fama a su gloria, la profesora había abandonado a los estudiantes mediocres juntándose entre ellos, favoreciendo a los notables con parejas privilegiadas.

Saturno se está hundiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora