.................................XIII

65 9 8
                                    

Paimon advirtió que quedaba poco hilo, y Ringabel, considerando los especímenes más grandes que había por allí, estaba seguro de que se habían desviado de la ruta planeada, así que decidió regresar hacia atrás. Lo que le había dado más esperanzas de encontrar al niño fue el cráneo de la cabra.

Ella se volvió a introducir en su camisa.

—Cuando enfrentaste al lagarto, soltaste tu espada.

—Es cierto, nunca hay que soltar la espada, pero... siempre hay que tener en cuenta la balanza. Si pierdes tu arma, es lo mismo que quedar indefenso, eso es malo, puede que tengas que huir. Pero la hoja se atoró en la bestia, y créeme, quedar bajo la mandíbula de un lagarto gigante es peor.

Ella prestaba atención, él continuó hablando, tenía más que decir.

—A pesar de que usé maná, no pude partirlo en dos. No pude usar toda mi potencia con una sola mano, y es que esta espada es pesada, no es para una sola mano. Se puede hacer, sí, pero no es lo ideal. De haberla empuñado con ambas manos, y usando el maná, no me cabe ninguna duda de que lo habría despedazado, con escamas y todo. Pero no quise soltar la antorcha.

Tenía una expresión analítica.

—La técnica que utilizo contra ellos... La posición es muy incómoda. Requiere más práctica. Aunque tampoco es que tenga deseos de vivir peleando con estas bestias.

—Si son tan lentos, ¿por qué no huir? —agregó Paimon.

—No... —sacudió la cabeza en negación—. Son lentos en la carrera, debido a su peso, reservan sus energías. Cuando tienen a su presa dentro de su rango, usan esas energías para realizar un ataque sumamente veloz. En ese aspecto no son nada lentos. Pero son muy resistentes. Estas bestias son capaces de recorrer un largo trecho con tal de no cazar a sus pares y encontrar una presa de otra especie, y debido a su tamaño, no cualquier cosa puede saciar su apetito. Una vez que ven algo como yo, no lo van a dejar de seguir. Lentamente quizá, pero no tienen otra cosa que hacer más importante que conseguir su alimento. Nos seguirán, camuflándose en la maleza. Sigilosos. Nunca podremos estar tranquilos. Siempre al acecho. No... Una vez que me los encuentro, prefiero asesinarlos si puedo.

Ringabel se topó con un hoyo en la tierra y se frenó de súbito viéndolo con la boca abierta.

—Excepto en esta ocasión... —dijo alterado al ver en su interior unos huevos de tamaño considerable ocultos entre ramas—. Ay no... joder.

—¿Qué pasa? —preguntó Paimon sin entender.

—Un nido.

(The Witcher 3 Ost: White Orchard, Combat Theme.)

De entre unos arbustos tras el nido emergió un lagarto gigante gruñéndole de forma amenazadora, se acercaba con lentitud.

Ringabel no pasó por alto el hecho de que se tomara su tiempo para aproximarse pese a que se supone él representaba una amenaza para sus huevos.

«Me está distrayendo.»

Llenó su cuerpo de maná y se movió con rapidez evitando así una violenta mordida de otro lagarto gigante que se le había acercado por el costado. La boca del lagarto se cerró vacía en el aire y Ringabel se tambaleo en shock intentando alejarse de él.

El lagarto alcanzó a golpearlo a la altura del hombro con su cola, haciéndolo perder el equilibrio, pero ni bien cayó, saltó por encima de un tronco caído y tomó distancia, volteando a ver a sus dos contrincantes. Tenían más o menos su estatura. Los dos embistieron contra él. Ringabel abrió sus ojos, asustado.

Promesas: Lágrimas (Genshin Impact [1])Donde viven las historias. Descúbrelo ahora