Capítulo 9: Resoluciones

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Capítulo 9

Resoluciones






Al salir de entre la multitud hacia donde Ídilon se había encontrado, Surian lo vio de pie y extrañamente acompañado por quienes estuvieron junto a él durante la segunda prueba de Andem y Tiara. Ídilon sujetaba su brazo derecho mientras abría y cerraba su mano varias veces, como si tuviese algún tipo de calambre en aquella extremidad.
Por otro lado, los doce ángeles que lo acompañaban se veían un tanto maltrechos. Dos de ellos se encontraban tirados en el suelo y en una posición que, junto a la de Ídilon, sirvieron de guía para que Surian, Talmos y Noriel se diesen cuenta de algo.
- ¡Están en la misma posición en que estaban Lucifer y el ángel caído! – se alarmó Surian, recordando la última escena que vio proyectada sobre las nubes.
- Esto es muy confuso… - dijo Talmos, notando que uno de los ángeles tirados se encontraba inconsciente.
- Todo fue planeado con mucha anticipación... – comentó Noriel, reflejando una leve sonrisa.
- Ya me había creído lo de la frustrada transformación de Andem. – añadió.
- Con el supuesto asesinato de Nerseum, cualquiera habría creído lo mismo. – dijo Surian.
- Pero aun siendo un demonio, Andem no sería rival para Lucifer. – dijo Talmos, por lo que los tres sonrieron con notable alivio, al ver lo realista que había sido todo lo ocurrido.
- Cada día debemos admirar las maravillas del Señor. – reflexionó Talmos, mientras notaba que Ídilon y los demás se iluminaban de pronto, para luego verse recuperados por completo, llegándose a levantar sin problemas los dos que se encontraban tirados sobre el suelo.

- ¿Qué fue lo que ocurrió? – se preguntó Ídilon, mostrándose confundido.
- Siento como si acabase de salir de en medio de una hoguera – comentó el primer ángel en levantarse.
- Pues parece que a mí me hubiesen volado en pedazos, Efernoc. – contrapuso quien había estado inconsciente, cuando Talmos y los demás se acercaron.
- ¿Qué dices, Abael? – le preguntó Ídilon, mirando su brazo derecho y sospechando que algo le había sucedido.
- Sólo intento decir lo que siento. – dijo Abael, sonriendo luego.
- Querrás decir, lo que te sucedió. – dijo Talmos, llamando la atención de todos.
- ¿A qué te refieres? – preguntó Abael, confundido.
- Todo lo que sienten, en realidad pasó..., o al menos, en teoría. – dijo Talmos.
- Parece que lo no recuerdan, ¿o sí? – comentó Noriel.
- Ahora que lo mencionas, me parece que Andem fracturó mi brazo. Pero ¿por qué? – dijo Ídilon, sin entender lo ocurrido.
- Dios los hizo pasar por Ángeles Caídos ante Andem. Logrando transformarlo en demonio por unos minutos. Fue entonces cuando él hizo estallar a uno en pedazos. – dijo Talmos, mirando hacia Abael, al explicarle lo ocurrido momentos atrás.
- ¿Volvimos a ser parte de una prueba de Andem? – preguntó Abael.
- Se siente extraño no poder recordar nada de eso – comentó Marat, mirando sus manos.
- Quizás el Señor no les permite recordar porque lo que dicen y hacen en esos momentos está contra sus leyes. – dijo Talmos.
- Actuaron como Ángeles Caídos hace un momento. – dijo Noriel.
- Esa ha sido la prueba más extraña que he visto. – dijo Surian, algo pensativa.
- ¿Dónde está el que pulverizó a Abael? – preguntó Marat, sonriendo y notando que muchos ángeles se habían reunido más adelante.
- Está descansando en aquel lugar. – dijo Surian.
- Quien hizo de Lucifer, casi lo hace lo derrota. – dijo Talmos, sonriendo y mirando a Ídilon de manera fugaz, antes de volverse para regresar.
- ¿Lucifer? – se preguntó Ídilon, mientras seguía a Surian de cerca, abriéndose paso entre los demás ángeles, escuchando a Tiara hablar cuando lograron acercarse.
- … y pensar que tu actitud era parte de los planes del Señor para este día. – comentaba ella.
- Siempre me pregunté el porqué de mi extraña arrogancia. – dijo Arel, sonriendo alegremente.
- Llegué a pensar que me odiabas por no ser como ustedes. – dijo el Maestro.
- Arel parecía odiar a todo. – agregó Elías, también sonriendo.
- …incluso llegué a pensar que eras un traidor. – dijo Talmos al llegar, posando su mano sobre el hombro derecho de Arel, quien pareció entristecer de repente.
- ¿Crees que yo no? – le preguntó Arel, cabizbajo.
- Siempre quise saber las verdaderas razones de mi comportamiento. Pero por más que intentaba, no podía ser como los demás. Hecho que me llevó a ser un amargado arrogante y rencoroso… especialmente con ustedes dos. – concluyó, mirando a Elías y al Maestro con cierto arrepentimiento.
- No te aflijas. – dijo el Maestro, sonriendo.
- Fue voluntad de Dios que hayas actuado así. – comentó Elías.
- Degollé cientos de profetas falsos… no fue nada fácil de asimilar. – agregó, cabizbajo.
- Todos tienen un propósito en su existencia, hijos míos. – dijo la estruendosa voz de Dios, captando la atención de todos.
- Desde hacer sonreír a quien está triste, hasta dar la vida por alguien, aunque no lo merezca; son propósitos para los cuales fueron creados, y quizás no siempre comprendan lo que hacen, o lo que otros han de hacer; son cosas ya planeadas, sin importar que conlleven malas consecuencias. Pues esto nos puede ayudar a aprender de nuestros errores, y, sobre todo los errores de los demás.
Andem fue creado para asumir una gran misión en La Tierra, y para traer emociones nunca vistas en el Reino de los Cielos. Que van desde la tristeza al odio y la ira, hasta el júbilo y la algarabía que todos han sentido a cada momento de este día. Él les mostró la fe y la lealtad. Les dará el poder necesario para vencer el mal, sin siquiera tocarlos. Pero igual Andem les mostró las consecuencias de quebrantar mis leyes, y el camino a seguir cuando el mal acecha. – dijo Dios, haciendo reflexionar a todos en el lugar.
- ¡Siéntanse cómodos y continúen con las demás pruebas! – concluyó la voz de Dios, por lo que todos los ángeles que se encontraban en el aire se dispersaron y volvieron al suelo.
Los demás simplemente se fueron a observar las otras pruebas que se llevaban a cabo en la Gran Llanura.

- ¡Tenemos un Dios maravilloso! – dijo Elías, sonriendo.
- ¡Amén! – exclamaron al unísono todos los que le escucharon, sintiéndose muy felices, dejando a un lado las adversidades por las que habían pasado durante las pruebas y sus altibajos emocionales.
- ¡Descansa, Tiara! – dijo Arel, de inmediato.
- Iremos a preparar su entrenamiento. – añadió luego, desapareciendo junto con Elías y el Maestro, sin que ésta pudiese decir algo.
- Hazle caso. – dijo Surian, y ella se sentó de inmediato a la derecha de Andem, y a seguidas Aldric, Kail y los gemelos hicieron lo propio a la izquierda del joven ángel dormido, por lo que Ídilon y Surian se sentaron justo en donde estaban, esperando a que llegue el momento de continuar.
Jared se despidió de todos diciendo que iría a ver las pruebas en que se encontraba su hija mayor, y se fue volando hacia donde había estado antes de todo lo ocurrido con Arel y Andem. Así mismo, los ángeles que habían acompañado a Ídilon, incluso Marat, también se despidieron del resto para ir a descansar. Decidiendo dividirse y alejarse en varias direcciones, notándose algo confundidos aún.
Noriel fue el último en sentarse, haciéndolo junto a Ídilon. Mientras que Talmos, aún de pie, dirigía la mirada hacia Lariob y su hermano.
- Sólo por curiosidad, - expresó - ¿Qué les dijo Dios cuando fueron a ayudar a Andem?
- Que hiciéramos lo que creíamos correcto. – respondió Lariob.
- ¿Qué hicieron, entonces? – preguntó Talmos.
- De inmediato detuvimos el tiempo. – dijo Larioc, recordando aquel momento.
- ¿Por qué no sólo rodeas a Andem? – le preguntaba Larioc a su hermano, al ver que éste había creado una esfera temporal que cubría unos veinte metros a la redonda, cuyo centro era el cráter sobre el cual se encontraba Andem.
- Tengo lo sensación de que aquí hay algo más. – respondió Lariob, cerrando su mano izquierda en frente de sí mismo, dejando que el tiempo dentro de la esfera transcurriera muy lentamente, mostrando el momento en que Andem caía al fondo y revelando cómo el cráter se había sellado completamente. Y al instante en que Andem cayó, una gran cantidad de tierra, pasto y polvo apareció de la nada, concentrándose rápidamente alrededor del cráter, girando de inmediato y formando un fugaz torbellino a través del cual se vio como si algo ascendiera, deteniéndose en la parte más alta. Y entonces, en una rápida implosión, toda la tierra, el pasto y polvo se metieron al cráter, sellándolo por completo y recuperando el tono verde característico de aquel lugar.
- Con que de eso se trata… - dijo Larioc, llevando sus manos hacia el frente y girándolas como si sostuviera una esfera entre ellas, causando que el tiempo sobre el lugar retrocediese hasta el momento en que Andem estaba a punto de caer, confirmando con esto que ambos ya habían visto esa secuencia de los hechos, pero en un momento diferente.
- … ocurrió en ése mismo orden, pero no cuando Andem fue enviado al Abismo. – agregó.
- ¡Eso fue lo que ocurrió tras la explosión! – se alarmó Lariob, notando que tenían doble problema, ya que el comportamiento del polvo que había sellado el cráter tras Andem caer en su interior, no fue más que un retroceso de lo ocurrido desde la explosión del agujero negro creado por Arel hasta el momento en que éste dispersó el polvo con el torbellino.
- ¡Dios selló el cráter retrocediendo el tiempo que rodeaba esta zona en sólo un segundo, pero minutos después de haber sucedido la explosión! – exclamó Larioc, comprendiendo algo.
- Andem está envuelto en dos tiempos diferentes a la vez. – dijo Lariob.
- Ahora entiendo por qué no sólo cubriste el cuerpo de Andem. – dijo Larioc.
- Pero no sé qué distancia abarcó el Señor para hacer el retroceso. – refirió Lariob, dejando que el tiempo volviera a trascurrir despacio.
- ¡Ahí está lo que buscamos! – dijo Larioc a seguidas, deteniendo el tiempo justo en el momento en que Andem caía dentro del cráter, por lo que Lariob llevó ambas manos al frente como lo hiciera Larioc antes, rodeando la esfera temporal que rodeaba a Andem, para luego hacer que dicho tiempo avanzara cinco veces más rápido.
- ¿Qué haremos con la esfera temporal más grande? – preguntó Larioc, mientras su hermano dejaba transcurrir el tiempo libremente, y nadie los podía ver por moverse a gran velocidad.
- Veamos qué efecto tiene esto en nuestro presente. – dijo Lariob, por lo que ambos se volvieron y caminaron hacia donde Talmos y los demás se encontraban, y los gemelos de ese tiempo miraron en su dirección.
- Ya sé por qué volteamos en ese momento. – dijo Larioc, con cierto escalofrío.
- Detectamos nuestro propio viaje, al parecer.  – dijo Lariob, también sintiéndose extraño.
- Ya vámonos. – dijo Lariob, poniendo su mano en el hombro de Larioc y adelantando el tiempo hasta el momento mismo en que ellos desaparecieron para ayudar a Andem.
- ¿¡Tan rápido lo hicieron!? – se sorprendió Talmos, al ver que Andem logró golpear a uno de sus agresores.
- ¿Hicimos qué? – preguntaron ambos, siendo su atención llamada por lo que ocurría en las imágenes sobre las nubes.
- Ya veo… - dijo Talmos, tras lo explicado.
- ¿Qué hicieron con la otra anomalía? – preguntó Ídilon.
- Nada. – dijo Larioc – Y ahora que lo pienso, eso debió ser lo que causó que el tiempo no pareciera haber cambiado en lo absoluto, a excepción de lo que ocurrió con Andem.
- Debió ser eso. – dijo Talmos, notando entonces que Ídilon le miraba fijamente.
- Hace rato insinuaste actué como Lucifer. – dijo Ídilon, mostrando preocupación y llamando la atención de Tiara y los pequeños.
- Un Lucifer como de tu edad, de hecho. – dijo Talmos, con seriedad, pero sin indicios de preocupación en su rostro.
- Es extraño actuar de alguna forma y no recordarlo… - dijo Ídilon, pensativo.
- Quizás durante la segunda prueba también fingieron ser Ángeles Caídos… - dijo Tiara, llamando la atención de Surian y Noriel.
- ¿Cuál de tus compañeros habrá personificado a Télamos? – se preguntó Talmos, frunciendo el ceño y apretando sus puños, mientras Noriel subía su rodilla derecha para apoyar sus brazos en ella, bajando luego la cabeza. Y al escuchar a Talmos, todos quedaron en silencio por un momento, hasta que a Aldric le ganó la curiosidad.

- ¿Quién es Télamos? ¿Por qué es igual a usted? – le preguntó a Talmos.
- Pude notar que se alteraron al verlo – dijo Tiara, recordando aquel instante.
- Télamos fue... – alcanzó a decir Noriel, sin levantar la mirada.
- ¡Fue un gran traidor! – contrapuso Talmos, con notable ira, haciendo reaparecer sus alas y dando la espalda a los demás, notando luego que alguien se había metido en su mente.
- Ya sé que estás ahí, Andem. – dijo, en tono serio, por lo que éste abrió los ojos, mostrándose soñoliento, como si hubiese dormido durante horas.
- ¡Ya despertaste! – exclamó una emocionada Tiara.
- ¡No tan rápido! – dijo Surian, tomándola del brazo al ver que ella intentaba abrazarlo, mientras Ídilon las miraba y sonreía.

Andem se estiró y bostezó para quitarse la pereza y de inmediato se sentó con las piernas extendidas, apoyándose con los brazos contra el suelo. Y a excepción de Noriel y Talmos, todos lo miraron con alegría.
- Él es tu gemelo, ¿cierto? – pensó Andem, mirando a Talmos a los ojos, cuando él volteó la mirada.
- Sí. – dijo Talmos, sin discreción. – Télamos fue mi hermano gemelo hasta el día en que nos traicionó. – agregó, aún airado.
- Con razón son idénticos, incluso en su aspecto humano. – dijo Tiara.
- ¿A qué te refieres? – preguntó Andem.
- Hoy muchos de nosotros mostramos el aspecto que tiene nuestra contraparte humana, de acuerdo a la misión. – dijo Tiara, dejándolo pensativo.
- Lo que significa que mi misión estará relacionada a esta chica humana. – añadió, sonriendo y llevando las manos cerca de su rostro.
- ¿Y si tu misión estuviese vinculada a un chico? – preguntó Andem, y casi todos sonrieron, sin que ninguno llegase a responder.
- ¿Qué tanto nos escuchaste hablar? – preguntó Noriel, de pronto.
- Desde que él preguntó sobre Télamos. – respondió, señalando con el índice hacia Aldric.
- Eso fue lo que te hizo husmear en mi cabeza. – dijo Talmos, sonriendo al ver que Tiara aprovechó para sentarse al lado de Andem, sin que Surian la detuviese esta vez.
- ¿También puedes leer la mente? – le preguntó Aldric.
- ¡Dijiste que hoy me enseñarías, hermano! – agregó de inmediato, poniéndose de pie y mirando a Ídilon con ansiedad.
- ¿Aún no le has enseñado? – expresó Talmos, entre sorpresa y confusión a la vez.
- ¿Cómo pudiste…?
- Yo sólo hablaba en mi mente. – dijo Aldric, sacándolo de dudas.
- Ellos hacían el resto. – añadió, mirando a los gemelos.
- Notamos su presencia. – dijo Lariob, mirando a Talmos.
- Ya veo que por eso no permitieron que viese más de lo que pensaban decir. – dijo Talmos, sin mucha sorpresa, volviendo a mirar hacia Andem.
- Nos sorprendiste a todos hace rato. – comentó.
- Gracias al Todopoderoso por planificar todo de esa manera, y a ellos por darme algo de tiempo. – dijo Andem, mirando a los gemelos con cierta alegría.
- ¿Cómo sabes que te ayudamos?
- Lo vi en su mente. – dijo Andem, mientras Aldric volvía a sentarse.
- Así supe lo que hicieron, y que Surian es madre de Aldric, Ídilon y Tiara.
- Aunque eso es extraño. – agregó, mirando a Surian con cierta curiosidad.
- Por cierto, ustedes sí que lograron asustarme. – concluyó, mirando hacia Ídilon.
- Veo que husmeaste a tu antojo en la mente de un indefenso. – dijo Talmos.
- Eso último fue de tu mente. – dijo Andem, sonriendo.
- Parece que ya controlas mejor ese poder. – dijo Talmos, sonriente y decidiendo sentarse al lado de Noriel, quien ya había alzado la mirada por completo y había bajado su brazo izquierdo para apoyarse mejor.

- ¿Qué tanto sabes de nosotros? – preguntó Surian, ansiosa al notar que no podía meterse en la mente de Andem.
- No me dijiste que ya estuvieron en La Tierra. – dijo Andem, respondiendo a Surian de forma indirecta, al mismo tiempo en que miraba a Tiara con curiosidad.
- No puedo leer su mente… - pensó él, tras intentarlo.
- Los tres nacimos allá. – dijo Tiara, confundiendo a Andem con esa revelación.
- ¿Cómo es que…?
- Fue durante la misión de nuestros padres. – comentó Ídilon, interrumpiéndole.
- Fuimos procreados en La Tierra. – le dijo Tiara, por telepatía.
- ¿Por eso estuviste allá por dieciocho años? – preguntó Andem, revelando su edad terrenal al mismo tiempo.
- Sí. – dijo ella. – Aquí el tiempo es muy lento en comparación al de La Tierra. Por eso estuvimos allá hasta hace poco.
- Fui creado tal como soy… - dijo Andem, mostrándose un poco triste.
- ¡Pero con poderes sorprendentes! – dijo Aldric, con emoción, logrando que Noriel dejase de recordar a Télamos y mirase a los ojos de Andem.
- Puedes crear y controlar la electricidad cuando te enojas. – dijo Noriel, llamando la atención del joven ángel y causando que todos quisieran saber más sobre tal peculiaridad.
- ¿Nadie más puede hacerlo? – preguntó Andem, con asombro.
- No que sepamos. – dijo Surian, desistiendo de su intención de meterse en su cabeza mientras Noriel la miraba de repente.
- ¡Lo que le hiciste a Arel fue espectacular! – dijo Larioc, logrando que Andem recordara aquel momento.
- ¡Me dejé llevar por la ira! – comentó Andem, llevándose las manos a la cabeza.
- No te preocupes. – dijo Tiara. – Sólo así podría haber empezado tu tercera prueba.
- ¿Entonces…? – se preguntó él, viendo que Tiara le devolvía su pergamino, al mismo tiempo en que la preocupación invadía su mente.
- ¿Qué pasó con Arel? – preguntó Andem, mirando a todos lados e intentando ponerse de pie. Pero se detuvo al escuchar la voz de Dios.
- Arel se encuentra bien. Y la maldad que sentiste en él sólo fue parte de lo que se había planeado para este día.
- Fuiste creado con libre albedrío para que te dejaras llevar por tus instintos y tomaras decisiones sin tener claro las consecuencias que éstas te podrían traer. Causando que todo sucediera como debía pasar. Aunque, a decir verdad, tardaste demasiado en cometer el error que te envió al Abismo. Y por esa razón todo parecía empeorar durante tu pelea contra Arel. Sin embargo, a pesar de prolongar la pelea, fue la intromisión de Talmos y los demás la que al final causó que te sintieras responsable y tomaras la peor decisión… de forma correcta.

- ¿Entonces…? - alcanzó a decir Noriel, mostrándose igual de sorprendido que Talmos, y Tiara pareció entristecer en ese instante.
- De no haber interferido, Andem lo habría derrotado sin que haya sentido la necesidad de protegerse o protegerlos a como diera lugar. Y nunca lo habría atacado de la forma en que lo hizo antes de ser falsamente condenado al destierro. – dijo Dios.
- Pero Andem iba a ser consumido por… - alcanzó a decir Talmos.
- En vez de dañarlo gravemente, el Agujero Negro sólo habría causado que Andem se enfadase en gran manera, regenerándose de inmediato y atacando a Arel sin piedad. – dijo Dios.
- Debieron notar que, al atravesar la oscuridad con su brazo, Andem sólo quedó con leves laceraciones. – agregó.
- ¡Es cierto! – dijo Noriel, recordando haberlo visto.
- Desobedecí a mi madre… - murmuró Tiara de pronto, con notable tristeza y logrando que Surian se mostrase algo preocupada.
- ¡Perdóneme! – rogó Tiara, inclinándose.
- Lo hiciste por una razón más que justificada. – dijo Dios.
- Incluso tuviste la fe y el valor para invocar la Luz Divina no una, sino dos veces.
- Eso me hace recordar… - dijo Surian. - ¿Desde cuándo sabes enfocar tu luz interior y utilizarla como arma?
- Papá me enseñó mientras enseñabas a Aldric a volar.
- Yo mismo le di la orden. – dijo Dios.
- ¿Me preparó a propósito para este día? – le preguntó ella.
- Te preparé por si tomabas la decisión de proteger a Andem sin importar cómo. – le respondió el Altísimo, dejando a Surian pensativa, y a Andem confundido.
- Decidí ayudarlo porque sentí sus emociones, y porque se necesitaba completar el Círculo de Luz. – dijo Tiara.
- De haber sabido todo eso quizá no hubiésemos interferido. – dijo Talmos.
- Pero veo que todo se planificó para ser lo más realista posible. – agregó, sonriendo.
- Así es, Talmos. – comentó Dios, notando entonces que una pregunta horadaba la mente de Andem.
- Todo lo que Arel dijo de ti y de los demás, fue por parte mía, para hacerte enojar. – le dijo Dios, al instante.
- Todo parecía tan real… - dijo Tiara, mostrándose un poco feliz, para animarlo.

- Ya es hora de que recibas los conocimientos sobre el bien y el mal, y las reglas que rigen este lugar. – dijo Dios, causando que Andem se llevara las manos a la cabeza, sintiendo cierto dolor. Y luego, mostrándose muy confundido y preocupado, Andem llevó sus manos al suelo y se arrodilló. Pidiendo perdón por haber pecado tantas veces.
- Pecaste por ignorar que lo hacías, en cierto modo. Y te inclinaste a clamar perdón justo al descubrir tus faltas… algo que pocos humanos saben hacer...
- ¡Pueden quedar en paz, Andem y Tiara!, sus faltas han sido borradas. – concluyó Dios, y de inmediato su voz dejó de escucharse. Y a excepción del grupo, los demás ángeles sobre la Gran Llanura habían permanecido en sus asuntos, por lo que Talmos se dio cuenta de que el Señor no se comunicó con todos a la vez, al contrario de como lo había hecho en otras ocasiones.

- Aún sigo preguntándome qué tipo de misión tendrán estos dos… - pensó Talmos, sin dejarse escuchar por nadie más.

Andem: La Última Creación de DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora