Esa mañana, antes de la salida del sol, sintió el primer aviso... la cintura le dolía, no una sensación aguda, más bien una especie de incomodidad. La ignoró y la molestia pasó. Durmió un par de horas más y se levantó de buen humor, nada, nada iba a interrumpir su felicidad, ni siquiera la terrible pelea con Thor la noche anterior y que terminó cuando lo echó de su cama y le pidió que se largara a Valhalla, que cumpliera con su deber acostándose con Jane Foster, ya que ella lo estaba reclamando y se sentía con todo el derecho de mandar, porque era la elegida para convertirse en Reina, y ansiaba ser coronada y darle hijos al Dios del Trueno.
Thor le aseguró que desde que estaban juntos, no volvió a tener intimidad con ninguna de sus mujeres, ni con nadie más, que sus años de disipación solo eran un intento de llenar un vacío causado por su ausencia "Loki, reencontrarte y aceptar que mi corazón te amaba solamente a ti, curó mi necesidad de vagar de cama en cama, y las esposas que tomé por complacer las costumbres y a mi padre, ellas saben que en realidad las aprecio, pero no amo a ninguna..."
Y aunque el rubio se desvivia jurando su amor y fidelidad, Loki insistía en reñir, en aquellos minutos de depresión en los que se arrepentía de ser solo un amante en las sombras, y le gritaba que él merecía algo mejor, que podía regresar a Asgard y ser el mejor Rey que pudiera, al cabo él y su hijo estarían bien solos, bien podría buscar a sus antiguos contactos y dedicarse a lo que mejor sabía hacer.
-"¿Crear intrigas?"- dijo Thor, y supo de inmediato que se había equivocado, pero las palabras estaban dichas y su efecto fue devastador.
-"Intrigar, mentir, traicionar... la esencia del Dios del Caos, mi esencia... Mi hijo merece también la mejor versión de mi, y si ser el eterno embustero es mi destino... que así sea..."
Y tras responder, con un desplante de altivez, Loki se metió a su alcoba y cerró por dentro. Un minuto después, escuchó el estruendo del trueno y el sonido familiar del carruaje surcando los cielos de Bilskirnir.
-¿Estás bien, Loki?- preguntó Fandral, que siempre se quedaba de turno, cuidando al pelinegro, en ausencia de Thor. Y era tanta la atención y el respeto, que era bien aceptado y hasta apreciado en su labor- Te veo un poco pálido...
-Creo que no dormí bien... parece que la espalda se me parte en dos...
-Llamaré al Sanador de inmediato.
-Tonterías, muero de hambre, no me voy a perder mi desayuno para que me revisen y me regañen porque he aumentado de peso... el Sanador me pone a dieta en cada ocasión que me visita... no, vamos al comedor.
Loki no se dejó convencer, pero su andar lento lo delataba... sabía que dolería más si hacía movimientos bruscos. Fandral le ofreció el brazo con galantería y el pelinegro lo aceptó... Thor le tenía toda la confianza, Loki también y el leal amigo no les iba a fallar.
***
-Complacido, Padre... ya no debe usted nada a Valkiria y yo tampoco debo nada a usted.
Odín asintió con un movimiento de cabeza, mientras autorizaba a la mujer para que se retirara a sus antiguos aposentos y pudiera asearse y descansar. Valkiria agradeció inclinándose con actitud humilde ante el Rey y el Padre de Todo, y se retiró sin tentar más su suerte. Meses de encarcelamiento habían domado sus deseos de traicionar a su esposo, además, Sif y Jane la esperaban en el pasillo, también sensibilizadas acerca de lo que Thor era capaz de hacer si alguien se atrevía a realizar cualquier acción contra Loki, el Príncipe en el exilio.
-No cantes victoria, hijo mío, acerca de tus alcances sobre mi voluntad- agregó el viejo Rey, todavía lleno de altivez, y deteniendo al rubio con su voz- Debemos tener la conversación final acerca de mis condiciones para otorgarte mi lanza y el poder de ser el nuevo Padre de Todo.