PRELUDIO DE UNA TRAGEDIA

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Thor retiró con un movimiento de su brazo,  la blanca y tibia piel de oso que cubría la cama, dejando ver su perfecto cuerpo desnudo, imponente bajo la luz dorada del fuego de la chimenea. Afuera, la tormenta de nieve arreciaba, era uno de los inviernos más inclementes que recordaba,  pero lejos de sentir frio... ya no soportaba el calor.

-Mi amor...- declaró, con su voz grave y profunda, dirigiéndose al amado de su corazón, que se ocupaba al otro extremo de la alcoba- Te espero hace rato... ¿Qué haces tan afanoso?

-Ya te lo dije- respondió,  mientras disolvía el contenido de una pequeña cápsula tornasolada en forma de perla dentro de un líquido caliente- Estaba por tomar mi té y no quiero desperdiciarlo, lo calenté de nuevo para  beberlo con calma...

-¿Y por qué no preparaste una taza para mí?- dijo de pronto el rubio, que ya estaba parado detrás del otro, mientras se adelantaba a levantar la delicada taza y darle un trago profundo- ¡Diantres! Está hirviendo y además,  tiene un gusto muy amargo...

-¡Thor,  por todo lo eterno! Eso era mío... ¡A veces tienes unos modales muy del bruto que eres!- se quejó Loki, tomando el resto de la infusión y volcándola en una maceta cercana- Ya no quiero nada.

-Pues este bruto no viajó por tres mundos para ser ignorado- replicó el Rey de Asgard, tomando la diestra del pelinegro y colocándole sobre su poderosa erección- Siente... todo esto necesita estar ya dentro de ti...

-Si te portaras mejor...- ronroneó Loki, atrapando aquella virilidad para acariciarla a todo lo largo, halando de a poquito, con la plena intención de provocarle placer a su dueño- Yo podría,  digamos, hablarle bonito...

-¿Muy de cerca?- gruñó Thor, mientras una lengua seductora asomaba en los labios de su amante para humedecerlos y provocarlo.

-Le declararía mi amor eterno... y me lo devoraría hasta el tope...- continuó Loki,  serpenteando por el cuello y el pecho del mayor, sin descuidar la labor de sus manos en la zona sensible del escroto y del miembro- Tu sabes que siempre estoy listo para ti, razón de mi corazón...

Thor se derritió con aquellas palabras, lo levantó en vilo, como si pesara lo mismo que una leve pluma y se apoderó de su boca fresca, enlazados en aquel beso,  lo llevó a la cama para depositarlo suavemente y recostarse a su lado... así eran sus encuentros, llenos de dulces preludios, de amorosas y reiteradas promesas. Ya eran amantes maduros, se conocían a la perfección y se acariciaban libres de la voraz prisa de las primeras veces, no era menos el amor,  pero era un amor diferente... más sosegado, más minucioso,  más lleno de ternura y cuidados mutuos.

Porque los dos aprendieron con el tiempo a valorarse y a exprimir cada segundo que pasaron juntos,  toda una vida les había tomado llegar a ese perfecto balance de apreciación y de respeto, de incondicional confianza y por supuesto, de infinito amor.

-Ponte boca arriba- pidió Loki- Quiero cabalgar a mi hombre...

Thor obedeció con una sonrisa plena, adoraba ver al ojiverde gratificarse montado en sus caderas, desde el gesto adorable de tiento y dolor con el que introducía sus dedos para dilatarse,  hasta el principio del éxtasis al guiar la inflamada cabeza,  húmeda y palpitante, a su entrada... ambos gimieron cuando Loki se deslizó a lo largo del falo, lentamente, tomando sus precauciones para no encajarse bruscamente... una vez dentro,  respiró profundamente, apoyó sus palmas sobre los recios pectorales del rubio y lanzó una risita triunfal.

-¿Puedo comenzar a empujar?

-No... yo  haré el trabajo... relájate,  cariño... Las batallas por el bien de los Nueve Reinos deben ser agotadoras, mereces ser atendido...- fue la amorosa respuesta. Y entonces comenzó un lento movimiento hacia arriba  y hacia abajo, despacio, dando tiempo a la lubricación natural... a apretar y estimular... a disfrutar...

ARRIBA Y CONTRA EL MURO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora