Cap.8 Bienvenidos al Café Zanders

5 3 6
                                    

Hanna no paraba de disparar, le aconseje no usar todas las balas del arma ya que solo teníamos las que tenia cargadas, dos cartuchos y un montón de balines de aluminio del rifle.

Con esa munición aguantamos toda la noche Ara fue la que mas disparó, Hanna guardo munición letal por si entraban, Ara apuntaba siempre a todos lados, afuera se escuchaban a las personas quejarse.

Tal vez no pueda hablar pero tiene una vista que compensa eso.

Si fuera un rifle mejor seguro tendría varias muertes pero su arma solo golpea no es letal a mas de 6 metros y los americanos estaban a 30.

Ya estaba amaneciendo, afuera no se escuchaban mas nadie pero la niña seguía disparando, Hanna fue al fondo por la puerta de servicio a inspeccionar, al volver trajo consigo la guitarra que había guardado del día de ayer.

–Toca algo, pero no cantes– ordenó.

Es la jefa.

Comencé a tocar una melodía folklórica típica de Finlandia, algo movida para levantar el animo.
Säkkijärven Polkka.

–no pares hasta que todo esto termine o te sangren las manos– ordenó nuevamente.

Es la jefa. Pero creo que se pasó.

Yo seguía en mi lugar no me moví un milímetro, y ahora era la banda sonora del pequeñísimo ejercito del Café Zanders, pero estaba a gusto al menos esta vez la balacera no era por la pandilla sino por proteger un tesoro.

A la vez me sorprende lo mucho que sobrevivimos frente a los estadounidenses, nos están subestimando bastante, de pronto Ara deja de disparar y esa era la señal para que yo deje de tocar.

Escribe en la pizarra: “no creo que haya nadie", y tiene sentido la música habrá opacado los disparos enemigos pensé yo pero la realidad era que gritaron retirada y nosotros no escuchamos, gastamos balas como burócrata gasta dinero.

–hoy no vendrá nadie otra vez– dijo Hanna y dio un suspiro largo y triste.

El hecho de que su preciada casa de bebidas este en medio de una batalla seguro la pone mal.

De pronto todo era paz, no parecía haber ocurrido el enfrentamiento de toda la noche pero no quiero salir afuera aun estamos en el ojo del huracán.

A las 12 de la tarde Ara me sugirió hacer otra incursión, esta vez al campamento Castellano. A la primera no acepte pero después de pensarlo bien decidí ir pero no como  ladrona sino como aliada.
Al salir nos balacearon pero conseguimos eludir a los Americanos por poquísimo, un centímetro mas lentas y no la contábamos.

Al llegar al sitio nos enviaron frente al coronel, allí nos explico nuestra situación.

Como nunca antes había odiado ese país, lo que nos dijo fue:

–no podemos ayudarlas, esa parte de Castella ya fue tomada por estados unidos–.

Entonces nos fuimos pero antes de marcharnos nos escondimos para tomar algunas armas de soldados desprevenidos.

Nos tomo prácticamente 2 minutos conseguir una pistola y tres balas, no es mucho pero es mejor que nada, tras sustraer el arma de su dueño nos fuimos al Café. Sin penas ni gloria.

Al llegar todo era un caos Hanna había montado toda una trinchera en la entrada del café usando las sillas y sacos de granos de café llenos de arena, ¿Cómo hizo para cargar esas bolsas tan pesadas? Entramos de nuevo al café.

Entonces comenzó el segundo round.

–Jessica, Ara, cuando no estaban esa mujer volvió y me dijo que nos atacaría hasta destruir el edificio–. No se que quiere pero esto ya se esta tornando extraño.

En primer lugar porque nos atacan.
Llego el momento.
–Hanna que más te dijo–.

–solo me dijo eso y pues me puse a trabajar para aguantar otro día más–.

–y que más da, lo único que puedo hacer es asimilar todo y ponerme las pilas en esta contienda, conseguí un arma la usaré yo porque solo tiene 15 tiros–.

–okey, el fusil tiene 50 y la carabina como 132 creo–.

Todas estábamos en nuestras posiciones estratégicas que planeamos durante toda la tarde.
Hanna iba a estar en el mismo lugar que ayer, Ara se colocaría en una puesto cerca de la puerta para tener una mejor visión, y yo atrás de Hanna como retaguardia y banda sonora, porque cono dice Hanna “toca música que me duermo".

Ara dio la señal que indicaba que los americanos habían llegado inmediatamente ella comenzó a disparar, su velocidad de apuntamiento creció o es mi imaginación pero parece una maquina.
Hanna no apartaba la vista del frente y yo comencé a tocar la guitarra, si mi trabajo es el más sencillo.

De pronto una bomba golpea la pared del café dejando un hueco en ella dejando al descubierto la posición de Ara, rápidamente dejo la guitarra aún lado y cruzo media sala para pegarme a la espalda de la niña, no literalmente.

–sigue disparando, ahora mismo eres la ametralladora humana del café–. Ara hizo un gesto y siguió disparando. –¡Hanna!, como lo vez–.

–esto es mas difícil de lo que imagine–.

Otra bomba golpea el café, esta vez destruyo el techo frente a Hanna.

–¡Hanna!, estas bien ¡Hanna!–.

–si estoy bien solo fue un montón de escombros cayéndome encima–.

–no seas sarcástica, ya destruyo el edificio supongo que ya se van a ir–.

Otra bomba golpea el café, esta vez la puerta destrozó todo lo que Hanna había construido para aguantar un día más y luego de eso empezaron a disparar y tratar de entrar.

Ara no podía seguir disparando ya que nos tenían localizadas y al mínimo movimiento nos disparaban aunque las balas impactaban en las paredes y objetos nos dejaba totalmente inútiles, y los soldados se acercaban.

Cuando llegaron a un punto cercano Hanna disparo el M4A6, logro darle a unos cuantos pero su puntería es el sinónimo de desastre.

Se levanto y comenzó a disparar estando parada, era obvio que fue una pésima idea, el arma la pateaba con cada tiro y su puntería disminuyó bastante.

Mientras los soldados llegaban al café.

Cuando estaban dentro ya los soldados Hanna gritó:
–¡Bienvenidos al Café Zanders, ¿algo para llevar?!–.

Y siguió disparando pero su suerte se acabo en ese instante cuando una bala le atravesó la garganta.
Ara se levanto para disparar el rifle pero al hacerlo dejo en descubierto sus moros y fue impactada por una bala en la pierna izquierda. Aun así consiguió dar en el ojo a uno de los hombres que estaban dentro.

Todo paso en cámara lenta, no pude hacer nada.
Vi a mi jefa caer ya sin vida detrás del mostrador y a mi compañera ser rematada de varios golpes de culata, me quede helada, jamás imagine que en mi muerte sería la única viva. Pero la realidad volvió a mi y de la forma más cruda y verdadera posible.

Saque la pistola de mi bolsillo pero no logre hacer nada me sujetaron y golpearon hasta que se quedo todo oscuro. – Ya mátenme–. Alcancé a decir antes de caer inconsciente.

El Café Zanders Donde viven las historias. Descúbrelo ahora