Cap.2 Rocas Voladoras y Destinos rivales

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Era un dia normal para Hanna, se levanto temprano para abrir el café.

No pasaron 3 minutos cuando llego el primer cliente del dia y como de costumbre el primero en llegar se ganaba un bizcocho gratuito.

Aquel hombre robusto y sucio vestía con un traje de cuero largo hasta las rodillas, unos pantalones marrones o grises por lo maltratado que esta no es posible saber como son.

Se sentó en la barra y pidió un cafe sin azúcar, de regalo Hanna le ofreció un bizcocho.

El hombre extrañado pregunto porque, Hanna con una sonrisa amigable contesto: -Es un regalo por visitarme-.

Aquel sujeto aparentaba tener 30 o 35 años, y También que estaba muy cansado.

Cuando termino su Café le pregunto a la chica de donde venia.

-te lo dire pero primero cuéntame de ti- respondió la joven dueña de la tienda.

El hombre empezó su historia desde el principio, desde que dejo su hogar.

- hace 3 años- comentaba el -yo vivía en las tierras del sur, era un lugar lindo hasta que las guerras nos alcanzaron, huí de ese país con mi familia hasta Aliados Unidos- continuaba.

Hanna prestaba atención con cuidado de no saltarse ninguna palabra, y en su mente se imaginaba a aquel hombre viajando.

-Cuando llegamos a aquel país nos recibieron de mala manera en es3 lugar perdí todo lo que tenia, mi famila- continúa contando ahora con un tono melancólico.

- logre escapar yo solo, juré por mis hijos que encontraría un lugar donde podamos vivir en paz, pero logre cumplir- el hombre se quedo callado por unos minutos.

Y luego continuó. - camine por el país de Menjiho sin rumbo, hasta que encontré un lugar hermoso, sus arboles eran altos y coloridos, tenía un lago pequeño que más bien parecía un charco, y lo más extraño eran las rocas que podían flotar.

Hanna se quedo sin decir nada, pues que piedras floten parecía descabellado pero para no faltarle el respeto a aquel imaginativo hombre no dijo una sola palabra, mientras el sujeto seguía narrando su historia.

- aquellas piedras flotaban solas pero si las tocaba se caían, para despues volver a flotar-.

La idea de ver una piedra flotar era absolutamente imposible, en cambio era más probable ver ganar ma guerra mañana que unas piedras voladoras.

Aquel sujeto miro a Hanna y comentó: - ¿no me crees verdad?.

Antes de que Hanna pudiera defenderse, aquel hombre sacó del bolsillo del traje una roca de color rojizo y lo puso sobre la mesada.

Al cabo de uno segundos la piedra comenzó a elevarse unos centímetros.

- no es como los que mencioné pero es increible- dijo el sujeto para despues continuar su relato.

- un dia desperté y ya no estaba ese fantasioso lugar, solo esta piedra y el charco de agua, puedes quedarte con ella es bonito y decorara muy bien este lugar-. Termino de decir esto y aquel hombre se levanto para irse no sin antes agradecer el bizcocho y pagar el café con una piedra.

Hanna colocó la roca junto a un cártel que decía el menú y se sentó a observarlo.

Unos minutos después entraron 3 soldados de la alianza con todo y armas, se sentaron en la entrada sobre el suelo y algunos escombros.

Hanna salió a darles la bienvenida, pero a la vista se veían acercándose 2 soldados de la americanos.

Se venia un enfrentamiento entre ambos bandos, algo que dañaría fuerte mente la gran reputación del café.

Sin embargo cuando la alianza se preparaba para disparar y Hanna se escondía detrás del mostrador de piedra cubriéndose la cabeza.

Los soldados americanos gritaron: -¡¡Cuartel, cuartel!!.

Los soldados de la alianza bajaron las armas.

Hanna salió de su escondite para observar lo que sucedía, y ambos soldados se acercaban con las manos en alto.

Obviando a los otros 3 de la alianza esos soldados entraron al café.

Uno de ellos dijo lo siguiente - podemos ser amigos hoy y enemigos mañana-. Miro a su compañero y este asintió.

Ambos pidieron el especial de la casa, Café con Leche.

Los soldados de afuera no quitaban la vista de esos clientes tan seguros.

Hasta que uno de ellos se les acercó.

Se sentó al lado de los soldados americanos y les paso la mano.

Este lo saludó de la misma manera, y siguió tomando su Café especial hecho por Hanna en 2 segundos.

Tal vez le falte azúcar pero nadie lo nota casi nunca.

Al terminar sus cafés ambos soldados se levantaron y se fueron, no sin antes pagarle por sus servicios a Hanna y saludar de nuevo a sus enemigos.

Desde la perspectiva de Hanna esa fue la primera vez que el café no sufrió por la guerra, y también el primer gesto de humanidad desde que ella tiene memoria.

Al alejarse, los 3 soldados que quedaron se miraban entre si, esperando que alguno de ellos sea el primero en dar caza a los americanos, sin embargo ninguno se animaba.

Hanna observaba desde la puerta.

- quien diría que hoy la guerra se acabó por 10 minutos-. Dijo ella.

Los soldados se fueron tras escuchar eso.

Esto jamas se volvería a repetir al menos en 100 años, pero Hanna estaba feliz de no ser brutalmente acribillada en el fuego cruzado.

Esto jamas se volvería a repetir al menos en 100 años, pero Hanna estaba feliz de no ser brutalmente acribillada en el fuego cruzado

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