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Yuta miraba su móvil constantemente, como si estuviera esperando a algo, pero era distinto, estaba desesperado.

Quizás lo que estaba esperando era cierto mensaje de un bonito chico canadiense preguntándole si quería ir a ver películas de Marvel a su casa y pasar el rato.

Lástima que le había bloqueado y tenía aún menos posibilidades.

Giró sobre si mismo una y mil veces, el mayor se había ido en la mañana, podría parecer un idiota desesperado o algún joven con las hormonas muy activas pero ya lo extrañaba de nuevo. Y eso era lo que tanto miedo le daba, no quería compartir besos, ni risas, ni abrazos que no son solo para él.

Podría sonar muy tóxico, sí pero Yuta ya no tomaba decisiones arriesgadas, no iba a permitir que ocurriera lo mismo, no quería caer en la misma trampa ni cometer el mismo error. Estaba asustado.

Y sus sentimientos no parecían querer escuchar a sus pensamientos.

No quería salir herido, pero ¿y si Taeyong de verdad le amaba? No, seguramente solo le mintió, seguro le dijo a él lo mismo que a Doyoung, solo quiere hacerle creer que de verdad lo ama, quiere usarlo como usó a todos los anteriores chicos.

Estaba demasiado aterrado como para darle paso a su corazón, de abrirse a su antojo, coger confianza y salir herido. Si tan solo el mayor le diera una excusa lo suficientemente buena para alejarse y para que su corazón deje de latir por él, todo sería mucho más fácil.

Sin embargo sabía que de cualquier manera terminaría haciéndole daño.

Taeyong se dirigió hacia su galería de arte, iba a llevar unos lienzos nuevos para exponer.

No obstante cuando llegó allí había un curioso joven mirando a través de los ventanales de la tienda, cuando bajó del coche cargó todos los lienzos a lo bruto, intentando llevar todos a la vez, pero la cosa se complicó cuando quiso abrir la puerta del local.

El chico no tardó en darse cuenta de que el dueño no podía ni sacar las llaves de su bolsillo así que se acercó con la intención de ayudarle.

Agarró dos de los tres lienzos que llevaba y espero a que el azabache abriera la puerta.

—Oh, gracias —dijo mientras abría la puerta y empujaba esta dejando pasar al chico.

—No es nada —dijo sonriendo, a lo que Taeyong respondió igual.

—Antes estabas mirando, ¿cierto? Aún no tenía pensado abrir pero si quieres puedes pasar a ver.

Taeyong se sintió agradecido por su ayuda.

—Claro, gracias —dijo mientras posaba con cuidado los cuadros en una columna.

El chico miró casi todos los rincones y pasillos de la galería, leía los carteles bajo los lienzos con detenimiento y admiraba cada pincelada en los cuadros.

La sección que Taeyong había preparado para Yuta seguía ahí, y era el único lugar por el que no había pasado aún.

Al entrar pudo ver que esa zona era la más bonita del local, los cuadros encajaban perfectamente en la pared como si la arquitectura del lugar estuviera hecha así a propósito.

Taeyong terminó de colocar los nuevos lienzos por el local y se acercó por detrás al mismo pasillo en el que estaba aquel chico. Sonrió dulcemente mientras observaba la secuencia de lienzos que colgaban exitosamente. Pero lo que tanto le hacía sonreír era su musa, el japonés de sus pinturas que tanto le inspiraba.

El chico se detuvo a contemplar los cuadros y su expresión cambio al ver al protagonista de estos. Ese rostro no iba a pasar desapercibido por el. ¿Acaso estaba observando bien?, ¿o es que su vista le estaba fallando?

No, era real. Era Yuta.

Intentó no darle mucha importancia y se sobresaltó cuando escuchó al artista dar un sorbo a su humeante café.

Giró a verlo algo impresionado.

—Tu eres el autor de todos los cuadros, ¿no? —Dijo mientras el azabache se acercaba y se posicionaba junto a él viendo sus tres cuadros.

—El mismo, Taeyong —tomó un buche más de café— Lee Taeyong.

El chico observó su perfil delicado y modesto hasta que lo miró de vuelta con una sonrisa en su cara.

El chico se tensó.

—Soy Hansol, Ji Hansol.

ink; yutaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora