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Ambos descansaban tranquilamente bajo las sábanas, tras llegar de la fiesta la noche anterior los dos cayeron rendidos, y despertar a Taeyong no fue tarea fácil.

Lentamente fue abriendo los ojos, la luz ya entraba por la ventana, Taeyong seguía dormido, estaba realmente cansado. Se acercó a sus labios lentamente y dejó un suave beso sobre estos, consiguió despertar al azabache.

-Despierta Tae, debes desayunar, anoche te fuiste a la cama con el estómago vacío. -el mayor murmuraba mientras rascaba sus ojos, tierno-.

-Me duele la cabeza, no recuerdo nada.

-Anoche bebiste demasiado, acabaste vomitando.

-¿Y Hansol?, ¿él se fue? -Yuta asintió algo fastidiado-.

-Quédate aquí iré a prepararte el desayuno.

-¿No podemos quedarnos juntos un rato más?

El menor rió, dejó otro beso, esta vez en su mejilla, tras esto se levantó poniéndose la ropa del mayor para bajar a la cocina.

Preparó unos cafés y unas tostadas con mermelada, no era la gran cosa pero era suficiente para empezar el día.

El mayor llegó a la cocina agarrando al menor por la cintura, sentó a este sobre la mesa y lo besó.

No era un beso brusco o algún beso con segundas intenciones, solo había cariño. Y eso a Yuta le fascinaba, le transmitía nostalgia.

Pero esta vez fue distinto, se separó en cuanto tuvo la oportunidad y recargó su barbilla en el hombro del mayor. La nostalgia a veces era molesta. ¿Por qué tenía que recordarle a él?, ni siquiera había pensado en él en mucho tiempo, tampoco quería hacerlo.

Taeyong sonrió atontado y lo alejó de su cuerpo para dejar un último beso en sus labios, luego se alejó para buscar su taza de café.

-¿Te apetece hacer algo hoy, yuyu?

-De echo estaba pensando si podrías llevarme a visitar a un viejo amigo, hace mucho tiempo que no lo veo.

-Claro, ¿cómo se llama?

-Sicheng. -dijo el menor mientras se comía una tostada-.

-Está bien. ¿Vive muy lejos?

Tras su pregunta hubo un corto silencio.

-Bueno...

Eran pasadas las seis de la tarde, el coche estacionó junto a la entrada. Ambos estaban nerviosos. Aunque aún más lo estaba Taeyong, no sabía que se le hacía más inquietante, que Yuta estuviera tan callado o que estuvieran frente a un cementerio.

Cuando dijo que quería visitar a un viejo amigo nunca pensó que estaría muerto.

Eso le daba sentido al porqué habían ido a comprar flores primero.

-Yuta, ¿quieres que vaya contigo? -el menor solo tomó su mano y asintió-.

Cuando estuvieron parados frente a la lápida de su amigo Yuta dejó el ramo de margaritas encima de esta.

Se derrumbó.

Cayó de rodillas y las lágrimas empezaron a salir, una tras otra. Taeyong se agachó a su altura y lo abrazó, dejándole llorar y permitiéndole sufrir.

Era doloroso, recordar el accidente, le ponía de los nervios. No podía controlarse.

Extrañaba a Winwin lo extrañaba desde el momento en que se fue. Le costó tanto aceptar su muerte, superarlo. No podía volver a extrañarlo, no podía hacerlo de nuevo porque él ya no estaba.

Cuando dejó de llorar se levantó. Taeyong ya no estaba abrazándolo, al girar pudo verlo junto a Hansol quien también traía un ramo de margaritas.

-Sabía que vendrías. -dijo Hansol mientras se acercaba a dejar las flores-.

El menor solo miró hacia otro lado, agarró la mano de Taeyong y se lo llevó de allí. No iba a volver a pasar por eso, no ahora. No quería verlo. No tenía que haber venido. Ni siquiera tuvo que meter a Taeyong en esto.

El azabache estaba confundido, quizás demasiado como para procesar todo lo que estaba pasando. Pero no preguntaría, al menos no aún. Dejaría que Yuta se lo contara cuando estuviera listo.

ink; yutaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora