VII

99 18 27
                                    

Corrió, lejos y hasta dónde lo llevaron sus piernas, esperando que su destino no le causara aún más daño.

Estaba temblando, las lágrimas no le dejaban ver. Apenas tuvo tiempo de pensar cuando la puerta se abrió incluso antes de tocar el timbre.

Mark quedó paralizado ante el terrible aspecto de Yuta, instintivamente lo abrazó dejándolo llorar en su hombro.

Pareció una eternidad hasta que su llanto se calmó y ambos cuerpos se separaron. El menor cerró la puerta y llevó a su amigo a su cama, lo sentó ahí como si nada, no hablaba, no se quejaba, solo miraba al piso absorto en sus pensamientos. No reaccionó hasta que Mark se sentó junto a él y acarició su cabello con su mano.

—Yuta, primero quiero pedirte perdón, iba a ir a buscarte, pero creo que te adelantaste —el mayor no respondió solo volteó sus ojos al suelo una vez más— No sabía que te había dolido tanto, fui un idiota, no mereces llorar por mis errores.

—No has sido tú... —el menor lo miró confundido.

—Fui a la cafetería de siempre, dónde conocí a Tae, y —suspiró intentando contener las lágrimas— Estaba allí, con Hansol...

—Espera, ¿qué?, ¿ese idiota no estaba en Estados Unidos?

—Eso creía, me temo que ha vuelto.

—Yu, Taeyong no te merece, si de verdad te amara no se juntaría con él. Y lo sabes.

—Pero el no lo sabe —dijo justificándose.

—¿Y quién dice que Hansol no le ha dicho nada a él?

—No lo sé.

—Exacto. Yuta, te lo diré ahora y voy a ser claro contigo porque nadie más lo será tanto como yo —tomó una breve pausa, el mayor lo miraba con atención— Taeyong no es bueno para ti, aléjate de él, sé lo que pasa por tu mente, sé que te da miedo confiarte y que luego te haga daño. Créeme que lo sé. El te está haciendo todo ese daño, el fue quien te causó todos esos problemas en tu cabeza, porque estás así por el. ¿Tanto miedo te da aceptarlo?, ¿por qué le dejas seguir con su juego?, no eres su juguete, abre los ojos, es tu decisión Yuta, tu vida.

Yuta se sintió horriblemente apenado, como si su madre le acabara de reñir por haber hecho algo malo y vergonzoso.

—No puedo alejarme porque estoy enamorado de él.

Las lágrimas brotaron de sus ojos una vez más, era tan sencillo como abrir un grifo.

Mark se sintió destrozado, el nunca sería suficiente, el nunca podría gustarle. Todo su esfuerzo, en demostrarle cariño, en hacerle sentir bien, en cuidarlo, en ayudarlo, todo había ido directo a la basura desde que llegó ese azabache. Lo dio todo por él. Su vida y alma, le entregó su corazón, y Taeyong tan solo lo destruyó todo. Todo su empeño.

Taeyong dejó a Hansol en su casa y condució en dirección al hogar de Yuta.

El menor lloraba en la almohada con impotencia y su peluche siendo terroríficamente maltratado al recibir puñetazos uno tras otro, lo golpeaba como un niño caprichoso que quiere un caramelo.

El timbre sonó y Mark se levantó dejando al mayor solo en la habitación.

Al abrir la puerta sonrió con sorna, rodando los ojos y llevando su mano a su cara buscando paciencia.

—Oh, tu eres el chico de la otra vez, venía a ver a Yuta.

—Ya, no creo que el quiera verte a ti.

—¿Perdón? —dijo queriendo saber si había escuchado bien.

—Mira olvídalo, solo vete, Yuta no está —tras eso cerró la puerta en sus narices.

Taeyong quedó aún más confundido,
¿que maneras de dirigirse a la gente eran esas?

Mark volvió junto a Yuta y se acostó a su lado abrazando su cintura.

—¿Quién era?

—Nadie importante, solo un vecino que se equivocó de puerta.

Yuta no respondió, tenía esperanzas de que pudiera ser Taeyong que venía a verle para darle mimos y decirle lo mucho que lo quería.

Pero no parecía ser así, o al menos no para él.

Ambos se quedaron dormidos, sus respiraciones continuas y sus emociones cansadas. Ambos necesitaban un respiro de todo.

ink; yutaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora