Parte siete: La misión del lobo

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—Muy bien lobo... entonces creo que no voy a tener que repetir todo el plan ¿Cierto?

Legoshi asintió en silencio mientras este iba en el auto de los Shishigumi. Ibuki iba al volante y el lobo se encontraba en la parte de atras.

Era víspera de año nuevo y casi era media noche. En la calle reinaba un ambiente festivo y se podía escuchar como la gente festejaba la llegada del año nuevo. Debido a la acumulación de transeúntes y de autos, estaban tardando bastante en llegar a su destino que era la guarida del Okami-gumi, hogar de unos yakusas conformados por lobos.

Legoshi lucia un elegante kimono de seda. Lo tranquilo y temerario que lucia por fuera ocultaban bien lo nervioso y ansioso que estaba por dentro. El estaba totalmente en contra de lo que iba a hacer y el simplemente queria abandonar la mision, pero la seguridad de sus seres queridos (especialmente la de Haru) podían mas que sus ganas de escapar. «Hago esto por Haru y por la escuela. Hago esto por Haru y por la escuela». Ese era el mantra que el lobo estuvo repitiendo durante las ultimas semanas de duro entrenamiento y de agotamiento físico y emocional. Afortunadamente, esa noche le iba a poner punto final a toda esta disputa que tenia con los leones.

—Hemos llegado chico. —Dijo Ibuki que después de casi una hora de camino.— Solamente tendras que caminar dos kilómetros hacia la guarida del Okami-gumi. Estamos con tiempo de sobra así que no hace falta que te apresures. Revisa que no se te olvide nada, tenemos que ser bastante precavidos para que nada salga mal.

—Todo está aquí. Durante el camino revisé que no me faltara nada. —Contestó Legoshi mientras enseñaba el interior de su Kimono.—

—Bien, creo que eso seria todo... ¿Y porque esa cara tan larga? ¿No te alegra tener que librarte de nosotros.? —Dijo Ibuki intentando animar al lobo.—

—Si... pero quisiera no remplazar un mal con otro.

—¿Por que lo dices? ¿Tienes miedo de ir a prisión o algo asi?

—Créame que eso es a lo que menos le temo. No se ofenda señor Ibuki pero no creo que alguien como usted lo entienda.

—Si, si lo entiendo, pero quiero que te quede clara una cosa: esos lobos son tan criminales como nosotros. Casi todos los que vivimos aquí lo somos y tenemos una enorme cola que nos pisen. Y todas las heridas que van desde las leves hasta las mortales, son gajes del oficio.

—Pues si... pero yo no soy ningún criminal.

«Lo serás a partir de esta noche.» pensó Ibuki, pero prefirió no decirlo en voz alta para no alterar al lobo mas de lo que ya estaba, asi que simplemente decidió carraspear en respuesta.

—Muy bien, entonces me voy Legoshi. Ten cuidado, estamos en contacto.

Legoshi asintió y finalmente se encamino hacia la guarida. Después de una media hora de camino, por fin llegó, era un enorme edificio y habia una gran cantidad de lobos conglomerados en la entrada que estaban haciendo fila para entrar. Un lobo de complexion intimidante estaba revisando la invitación de todos en la entrada y a su vez inspeccionaba a los que iban entrando.

Cuando por fin llegó el turno de Legoshi, este le entregó la invitación al lobo.

—Si... muy bien. ¿Traes algo contigo mocoso?. —Preguntó el cadenero al lobo.—

Legoshi solo se limitó a mostrar lo que traia dentro de su kimono: una botella de Stroh.

—¡JA! Así que esta noche el niño quiere hacerse el macho. Espero no andes causando problemas. Anda ya, pasa que retrasas la fila, en unos minutos vendrá alguien a asignarte un lugar.

En lo que Legoshi esperaba por su asiento, notó que otro tipo que estaba cerca del cadenero se acercaba para hablar con el.

—¿Crees que es buena idea que ese lobo pase con esa botella?. Tengo entendido que esa mierda es altamente inflamable.

—¡Nah!. Te apuesto lo que quieras a que ese niño no va a aguantar ni dos tragos. Es el típico que quiere venir a presumir que es un animal duro.

Después de unos minutos, alguien le asignó un lugar a Legoshi y este por fin pudo entrar: eran unas ochenta personas, obviamente todos lobos. La mayoría ya se encontraban notablemente ebrios, hablaban en voz alta y brindaban como si no hubiera un mañana.

Sin embargo, lo difícil estaba por comenzar. Legoshi puso en marcha el plan.



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