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Ian.Llevo al menos una semana sin asistir a clases y, aunque tal vez para las demás personas de mi edad esto pueda ser motivo de felicidad, para mi no lo es.
Mis notas se consideran bastante buenas, pero con tantas faltas mi promedio comienza a bajar, y para mi mismo no es posible el permitírmelo.
Aunque después de todo, la razón que me hace faltar probablemente sea la que no me permita ni siquiera lograr lo que quiero, por ello a veces pienso en porqué sigo intentándolo, incluso cuando parece imposible que consiga lograrlo, ¿porqué sigo esforzándome a que todo sea perfecto?
Porque luego está esa parte de mí, que me exige a no rendirme, a que no de todo por sentado; pero la posición en la que me encuentro no me deja pensar en un futuro gris, sino en uno negro o blanco, sin punto medio.
— Hey, ¿qué haces despierto tan pronto?- dijo mi madre- Son las cinco de la mañana Ian- continuó diciendo mientras le daba a uno de los botones de la cama para que esta se elevara.
— Uh, n-no podía dormir, ya sabes primavera... muchos mosquitos- mentí
— Vamos Ian, estoy enferma pero no tonta- replicó.
Ahí supe que no tendría escapatoria pero tampoco quería preocuparla.
— Mamá...
— ¿Qué sucede Ian?
— Es, es el instituto, llevo una semana sin ir y mi promedio va a bajar por ello- dije estresado, y siendo honesto, ya que no valdría de nada mentirle ya.
— Y ¿qué haces acá?- dijo y continuó cuando se dio cuenta de que no la entendía- Si te vas ahora te dará tiempo de llegar a clase, sé que tienes la mochila acá, te veo en la madrugada haciendo los deberes- concluyó.
— Pero mamá- dije pero me interrumpió
— Ve Ian, estaré bien hay enfermeras acá.
— P-pero papá-
— Tu padre llegará en unas horas y ya me acompañará.
Y ese era el problema, que cuando papá llegara y no me viera ahí me mataría.
— Ian, el instituto está lejos, debes irte ahora- dijo y al ver su mirada sabía que no iba a dar su brazo a torcer hasta que me fuera
— Está bien- bufé y fui a usar el baño de la habitación del hospital, y me cepillé los dientes y lavé mi cara.
Salí y cogí mi mochila. Me acerqué a la cama de mamá y me incliné. Le di un beso en la frente, de esos que ella solía darme. De esos que sólo me transmitían serenidad y sosiego. De esos que necesitaba en estos momentos.
Me marché de la habitación. Lleno de inquietud. No podía ser visto por mi padre si quería salir literalmente vivo de acá.
Logré salir sin inconvenientes. Cogí esos dos buses en los que me tiraba una hora en cada uno. Porque sí, mi madre está enferma. Porque el dinero no es un problema. Y por ello es que se encuentra en un hospital privado a las afueras de Knightsbridge, lugar en el que vivimos, y en el que se encuentra mi instituto. El ICS London. Sí, un instituto absolutamente creado para gente adinerada.
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hablando con la luna
RomansaElla, rehusada a volverse indefensa... Él tiene claro lo que quiere, pero tiene que tomar una difícil decisión... Un día plenamente difícil para ambos... ¿Qué mejor que visitar a la luna para escuchar sus consejos? O tal vez, para ver que proviene d...