Raina había tenido viajes en carretera mucho mejores. Duró aproximadamente 40 horas. De vez en cuando estacionaban el auto para bajar y hacer sus necesidades. Eso era más difícil para las chicas. Los chicos eran los que manejaban, pues Raina y Clarisse nunca aprendieron, a pesar de eso Ethan les explicó un poco lo básico. Aunque Raina ahora consideraba que era importante que supieran conducir en las condiciones en las que estaban, sub embargo, el volante, al igual que la propia camioneta, la aterraba.
Supieron que estaban en Nevada por un cartel que decía "Welcome to Nevada". El paisaje estaba desierto.
Clarisse y James se durmieron, alejados el uno del otro.
De repente Ethan le pidió a Raina que le pasara su botella de agua. La chica agarró la mochila pero en vez de sacar lo que le había pedido, sacó la pequeña playera roja. Le daba curiosidad, pues pensaba que si ella tuviera la oportunidad de ir a su casa, no escogería una de sus antiguas playeras como recuerdo. Consiente de haber sacado algo que no le pertenecía, Raina puso la playera de inmediato en su lugar.
-Lo siento.
-No te preocupes. Era de mi hermano-El chico le soltó la información tan de pronto que le sorprendió.
-Oh, no tienes que contarme...
-Si necesito. Me he guardado esto durante mucho tiempo y cargo con la culpa desde ese día-Ethan seguía mirando al frente mientras manejaba. Él era la segunda persona que decía que cargaba con la culpa, pero con la primera, Clarisse, no había ayudado a que ella se sintiera mejor, así que no sabía cómo esta vez le podría ayudar a Ethan- Yo tenía un pequeño hermano, se llamaba Charly.
-¿Era el pequeño de ojos grises pero con tu mismo cabello despeinado?
Ethan la volteó a ver sorprendido mientras paraba el auto.
-Lo vi durante tu prueba de resistencia aunque no sabía quién era-le recordó Raina.
-Claro, olvidé que podías jugar con mi mente, abejita-Ethan sonrió.
-No jugué con tu mente-ella lo imitó.
-Bueno, yo viví durante la crisis. Un día salí a la farmacia por sus medicamentos para su enfermedad, él tenía asma. Era un riesgo porque los zombis estaban por todas partes, pero si no iba en ese momento, tarde o temprano tendría que hacerlo. Salí y me encontré con que la farmacia tenía un mar de gente; de hecho así estaban todos los lugares. Tenía que comprar muchas más cosas pero no me arriesgaría a que Charly se quedara más tiempo solo. Pero... cuando llegué...-notaba cómo las lágrimas querían salir de los ojos de Ethan, pero él las mantenía guardadas- Charly estaba infectado. Lo había perdido para siempre.
Raina no sabía qué decir.
Le dio mucha pena hacerlo pero lo hizo. Envolvió a Ethan en sus brazos y apoyó la cabeza de él en su pecho. Él estalló en lágrimas de solo recordar a su pequeño hermano. Antes sólo quería estar solo y hundir sus penas en alcohol. Esa maldita sustancia era la que siempre estaba con él, aunque supiera las consecuencias que tenía ingerirla. Haberle contado eso a Raina y que ella lo haya abrazado le hacía sentir escuchado. No se lo había podido contar antes a Joanne porque no sentía que ella lo fuera a comprender por más que lo hubiera cuidado. Ethan se apartó de Raina para seguir manejando. No hablaron más durante el trayecto. Raina sentía que debía haberle dicho algo, pero para él, que alguien tan sólo lo escuchara ya era suficiente.
Después de un largo rato vieron el famoso cartel de Las Vegas. Ninguno de los cuatro hubiera sabido dónde estaban sino fuera por ese cartel. Aunque claro, James decía que sí había ido a Nevada, pero se excusó diciendo que había ido hacía mucho tiempo, así que ya no recordaba mucho.
Ethan estacionó el coche en frente de un gran edificio, el cual parecía ser un hotel-casino. Bajaron del coche y de inmediato el ambiente se sintió pesado. El cielo estaba de un tono gris oscuro, la calle a sus espaldas lucía oscura y escuchaban sonidos raros, desconocían de dónde provenían.
Entraron al edifico creyendo que allí podrían pasar una noche, para no tener que dormir en la camioneta de nuevo. Era increíble ya no tener que usar las máscaras antigases. Adentro se encontraron con una recepción destruida, había dos ascensores, uno de cada lado, cerrados pero se les notaba lo rotos. La entrada del ascensor de la derecha estaba tapado por una pequeña montaña de rocas. James, Ethan y Raina se recostaron contra la mesita del recepcionista. Clarisse se paseó de un lado a otro saciando su curiosidad.
-Vaya, nunca había venido aquí.
-Pues claro que no, pobre. La gente de tu clase no puede darse el lujo de venir aquí-le dijo James.
Clarisse lo miró con horror y se guardó sus comentarios. Le iba a decir que ella también era rica pero sonaría muy James Beggler. O tal vez podría decirle que se fuera al carajo. Se acercó a los ascensores, deseando poder ver aquellas lujosas habitaciones... si los ascensores funcionaran entonces no tendría por qué pagar para quedarse en la mejor habitación.
Unos sonidos interrumpieron su pequeño sueño. Venían de las rocas que tapaban el ascensor. Se movían pero no sabía por qué. Dio pocos pasos hacia atrás antes de que saliera. Un hombre vestido de crupier se abrió paso entre las rocas. Era horrible. Tenía la piel grisácea, sus ojos estaban rojas, sangre le salía por la boca, sus dientes estaban sucios y varias partes del cuerpo casi mostrando lo que había dentro de él.
-¡Un crupier!- fue lo único que le salió a Clarisse por la boca en ese momento de terror.
Los tres chicos que estaban apoyados contra la mesa del recepcionista se pararon para ayudar a Clarisse. El infectado se abalanzó sobre Clarisse, haciéndola caer. Asqueroso. Le estaba dejando marcas de sangre a la pobre chica sobre el cuerpo.
Ethan intentó agarrar al zombi por los hombros y alejarlo de Clarisse, lo cual no resultó, solo hizo que el infectado se aferrara más a ella. El crupier lanzaba gritos, que paralizaron a Clarisse en cuento los escuchó, porque los reconoció. James, mientras tanto, recogió la roca más grande que encontró y le dio en la cabeza al infectado. Raina ayudó a que este callera con su telequinesis. Ya con el zombi en el piso, James le dio una y otra vez en la cabeza con la roca, no sabía si lo mataría así, pero en las películas decían que dándole a un zombi en la cabeza lo matabas. Dejó e golpearlo cuando vio que ya no movía ni un músculo.
Clarisse estaba acostada boca arriba, mirando al techo con los ojos como platos, sin poder asimilar lo que había vivido.
Ethan pensó que era un idiota cuando recordó que tenía una pistola en la mochila, pero por la situación no se había acordado. Para asegurase de que habían terminado con el zombi, le apuntó a la cabeza y disparó, como había hecho tantas veces.
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Colmena de muertos #1
Science FictionRaina Verrat, una adolescente de apenas quince años, recibe un correo sobre una organización secreta que, según dice, está tratando de encontrar una manera de evolucionar al ser humano y le pide su cooperación. Raina decide que no se quiere relacion...