Capítulo 18

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La chica detrás del mostrador, con dos de sus cuatro brazos cortaba una tela y con los otros cosía una prenda algo vieja y con un agujero en la parte de la axila. Por otra parte, el suéter que ella vestía tenía cuatro mangas para sus brazos.

Los cuatro se quedaron estupefactos. Magnolia no mostraba ningún signo de impresión, y era entendible puesto que de seguro llevaba viviendo en la Cueva durante mucho tiempo. Pero para los cuatro era todo un fenómeno. Raina sólo recordaba haber visto cuatro brazos en series animadas, jampas creyó encontrarse con algo así en la vida real. ¿Qué? ¿Cómo? Pensaba ella. ¿Esto es una alucinación? Clarisse, ¿acaso estás jugando con mi mente?

Nop, le contestó por telepatía. Es cien por ciento real, no fake.

Magnolia se acercó de lo más normal a la chica de cuatro brazos.

-Hola, mi amor- la saludó dándole un beso en la mejilla, haciando que la chica de cuatro brazos dejara de hacer sus actividades- Sé que deben estar atónitos por su apariencia- les dijo Magnolia dirigiéndose hacia los cuatro chicos.

-No sería muy raro para mí, todos se asombran al verme-murmuró la chica de cuatro brazos.

-Es que eres un fenómeno. O sea- Clarisse lo miró a James con desaprobación, pero esta vez él no se dejó intimidar- ¿cómo puedes ser posible?

-Después hablaremos de eso-le dijo Magnolia a James-, se supone que vinimos por el recorrido.

Raina notó a la chica de cuatro brazos incómoda. Sabía que la pobre chica se sentía como una atracción de circo, aunque suponía que ella ya estaría acostumbrada.

-Bueno, ella se llama Sarah Hart. Bonito nombre ¿no?-prosiguió Magnolia- Y esto es el taller de costura- giró con los brazos abiertos por la habitación-. No fabricamos mucha ropa porque es mejor sacarle todo su jugo a la ropa y ya después desecharla, pero también pueden presentarse voluntarios.

Ninguno comentó nada. Seguían embelesados por Sarah, a pesar de tratar de no incomodarla más con sus miradas. Sarah le susurró algo al oído a Magnolia.

-Les contaré por qué tengo cuatro brazos-dijo Sarah, más decidida y desechando la incomodidad para sacar a la luz su verdadera personalidad. La chica cruzó dos de sus brazos sobre su pecho y los otros los apoyó en el mostrador- Verán, yo sólo soy un prototipo fallido, nada más. Además, no deben tratar a las personas como fenómenos, aun cuando de verdad lo son, no es amable.

Tiene razón, pensó Raina. Nadie debe acostumbrarse a que lo traten mal. Lo primero que se le vino a la mente fue pensar que era un prototipo de la Colmena, tal vez de los primeros intentos antes de lograr obtener el Suero de Evolución.

-Creo ya ha sido mucha charla-los interrumpió Magnolia, con una incomodidad clara en su rostro. A Raina le daba la impresión de que era perfeccionista y controladora; incluso en un simple recorrido, Magnolia quería que fuera perfecto y sin malas impresiones, no quería que sus invitados se decepcionaran- Debemos terminar el recorrido y después serán libres mí- bromeó.

La salieron al exterior de la habitación para después bajar las escaleras y volver a la sala principal de la Cueva. Esta vez Magnolia los guio hacia una puerta oscura y de metal situada al fondo del lugar. Cuando la atravesaron, vieron una enorme habitación con camionetas de color negro y delante de estas, unos chicos, más pequeños inclusive de la misma edad de Raina, ellos vestían trajes negros y algunos parecían estar revisando o recargando sus armas.

Magnolia los acercó más al grupo y los presentó:

-Este es el Cardumen. Chicos, ellos son Clarisse, Ethan, James y Raina.

-¿Qué es lo que hace el Cardumen?- inquirió Clarisse- Parecen militares.

-Parecidos, pero no. Nosotros, el Cardumen, trabajamos con ahínco día y noche para proteger a los habitantes de la Cueva. Vamos al exterior para encontrar-Magnolia hizo una pausa para meditar lo que iba a decir antes de proseguir- y ayudar a posibles supervivientes.

-¿También podríamos entrar al Cardumen?-preguntó Ethan.

James estaba a punto de protestar, de nuevo, pero Clarisse lo miró antes de que pudiera hacerlo, así que se limitó a susurrar:

-Todos ustedes están locos.

-Que quejumbroso- lo regañó Clarisse en voz baja.

Magnolia soltó una risita nerviosa antes de contestar.

-Por supuesto, sólo que es un poco más difícil. Si quieren entrar al Cardumen deberán pasar una pequeña prueba, algo difícil, pero es necesario porque debemos ir al exterior y eso conlleva un gran riesgo.

Raina pensó que sólo eran niños, y ese pensamiento de que la Cueva era una trampa volvió. Tal vez los obligaban a hacer eso, los maltrataban y... ¡Debía dejar de ser tan negativa y desconfiada! Además, ahora que los observaba, no parecían tristes a diferencia de los trabajadores de la Colmena, los chicos del Cardumen irradiaban felicidad, todos de hecho. Lucían como una verdadera familia en la Cueva.

Después de esa pequeña charla, Magnolia los llevó a sus respectivas habitaciones. Clarisse y Raina compartirían habitación como de costumbre, y los chicos estarían en otra. La mayoría de  las habitaciones eran muy estrechas para toda la cantidad de supervivientes que necesitaban refugio. Pero la habitación de las chicas era un poco más grande, ya que Clarisse le comentó a Magnolia sobre la claustrofobia de Rai. Aún así, en la habitación apenas había una litera en la parte derecha y una mesa de noche al otro lado. Cuando entraron, la mirada de Clarisse se fue directo a las chamarras de cuero dobladas en las camas. Soltó un pequeño grito de emoción mientras desdoblaba la prenda.

-¡Que emoción! Hace mucho no recibo ropa nueva, siempre usando blanca-hizo una pequeña mueca- Ay no, no quiero volver a usar blanco en mi vida.

-Ni yo- se limitó a decir Raina, mientras hacía lo mismo que Clarisse. La chamarra era negra, con los contornos en color rojo y el dibujo de una cabeza de oso rugiendo decorando la parte de atrás de la prenda.

Clarisse la volvió a doblar.

-Bueno, hoy no la usaré, la estrenaré mañana. Ven, vamos a comer-tomó a Raina de la mano y la llevó hasta la puerta de la habitación.

-Espera-le dijo Raina, parándose a medio camino.

-¿Qué?

-No creo que debas encariñarte con este lugar, recuerda que aún no sabemos si podemos confiar en ellos.

Clarisse no respondió por un tiempo, pero al final dijo:

-Está bien, pero tú tampoco debes ser tan desconfiada. Sé que la experiencia con la Colmena fue horrible pero... recuerda que sigue habiendo personas buenas en este mundo.

Sin poder evitarlo, Raina abrazó a su amiga, quien siempre la apoyaba en cualquier momento. Sabía que a ella se le había dificultado un poco hablar sobre la Colmena, pues se seguía sintiendo culpable. Cada vez que hablaban de eso, era como una apuñalada para Clarisse. Raina no se quería ni imaginar lo que haría Clarisse para volver a sentir bien con ella misma por completo; se le pasó por la mente decirle ¨te perdono¨, pero sería como decirle que su sufrimiento sí fue su culpa. 

Clarisse, te quiero.

Y yo a ti, Rai. 

 

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Colmena de muertos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora