Capítulo 16

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Una chica albina con un cárdigan rojo tejido, unos shorts, botas desgastadas y su cabello recogido en una trenza entró a la habitación en la que Mamá Osa les había hecho preguntas. Parecía menor que los chicos, pero solo por un par de años. A Raina le dio la impresión de una joven chica que pertenecía hippie, no era porque quisiera llevarse por los estereotipos ni nada por el estilo, pero la chica albina vestía muy colorida, y con tan solo verla unos segundos, podías deducir que era alguien muy pacífica y agradable.

-Magnolia-Jane se acercó a ella, la tomó por los hombros y le dio un beso en la frente-, que bueno que han regresado todos en una sola pieza.

-Siempre regresamos así, mamá- la chica hablaba con un acento ruso muy marcado.

Los cuatro supieron que la chica llamada Magnolia era la que había entrado a la habitación con anterioridad para revelar el nombre de su madre, sólo que hace unos minutos llevaba puesto un traje.

-Mi pequeña ave-la llamó Mamá Osa-, ¿podrías darles un recorrido a estos chicos? Creo que están ansiosos por conocer su nueva casa.

¿Casa? Se sorprendió Raina. No habían planeado quedarse allí, pero la verdad no lucían como personas peligrosas. Tal vez deberían quedarse allí sólo para descansar y después retirarse pero ¿a dónde irían? Tendrían que ponerse de acuerdo entre los cuatro para saber cuál sería su siguiente movimiento, mientras, disfrutarían de la hospitalidad de esas personas. Aunque Raina no le agradaba mucho la idea, lo que pasaba era que esa era su única opción. En esos cinco años encerrada en la Colmena había aprendido a no confiar al instante en alguien o algo, y a no dejarse llevar por las apariencias.

-Claro, síganme, neófitos.

Hicieron lo que ella les ordenó.

Pasaron por esos pasillos grises, habían pocas puertas en ellos a comparación de en los pasillos de la Colmena. Pero eso cambió cuando bajaron por unas escaleras metálicas hacia el salón principal. Era enorme y por ese pasaban muchísimas personas paseando de un lado a otro, libres. Algunos sonreían mientras hablaban entre ellos, o algunos corrían hacia algún lugar. A los lados del salón habían escaleras y barandales en lo alto que llevaban a lugares a los que Raina aún no conocía. Tenía una fuente en funcionamiento en el centro, pequeña, pero en la que muchas personas se sentaban a contemplar su alrededor o sólo a pasar el tiempo. Les pareció un lugar más que hogareño, no por la decoración sino por el ambiente

-Esto es la sala principal. Este es como el corazón de la Cueva, conecta a todos los lugares, y la gente se reúne aquí a la hora que quiera para hacer lo que quiera- les explicó Magnolia- Ups, perdón. Como su guía, debo presentarme- se giró hacia ellos y les hizo una pequeña reverencia-. Mi nombre es Magnolia Petrova, líder del Cardumen e hija de Mamá Osa. Y ya sé quiénes son, los escuché mientras hablaban con mi mamá. Ahora volvamos al recorrido.

Llegaron hasta el fondo de la sala en donde había una compuerta de metal, y a lado de esta un botón rojo que Raina suponía que la abriría. Si tuvieran la necesidad de escapar del lugar, la solución más sencilla sería abrir esa puerta aunque estarían muy expuestos. Giraron a la derecha para llegar a una puerta transparente, y al otro lado se podía mirar un invernadero. Magnolia los llevó a través de la puerta y miraron el hermoso invernadero. Abundaban las plantas que proporcionaban frutas y verduras. Era obvio que con eso se alimentaban las personas de la Cueva. Había un chico agachado junto a unas plantas revisándolas.

Magnolia los llevó hasta él. Cuando el chico notó su presencia se puso de pie. Era de cabello castaño, vestía un traje como el de cualquier granjero en tonalidades cafés, era de pómulos marcados y unas pecas adornaban su gentil rostro. Al verlos, sonrió.

-Él es Arthur Wood, granjero oficial de la Cueva. Arthur, ellos son Clarisse, Ethan, Raina y James.

-Un gusto-Arthur le estrechó la mano a los tres. James estaba dudoso de darle la mano ya que la mano de Arthur estaba un poco manchada de tierra, pero al ver la mirada asesina de Clarisse tuvo que hacerlo.

-No crean que trabaja solo-Magnolia parecía avergonzada y se veía como si sintiera la obligación de acararlo-. Muchos los que viven aquí se ofrecen voluntarios para ayudar en todas las actividades. Si quieren ustedes también pueden ayudar.

-¿Y ensuciarme las manos?-se quejó James- Ni creas que...-su queja fue interrumpida por el codazo que le dio Clarisse. Estaba a punto de reclamarle cuando notó la mirada de todos los presentes sobre él, de seguro no quería dar una mala impresión, aunque ya lo había hecho.

-Les estás dando un recorrido ¿verdad, pequeña ave?-le preguntó Arthur a Magnolia, apoyándose en una pala.

-Sí.

-Pues les quisiera enseñar mi segundo lugar favorito de la Cueva.

Lo siguieron hasta el fondo del granero con intriga, pero también admirando toda la cosecha. En definitiva tenían que ir ahí algún día.

Bien, ahora conocían a más personas de apariencia amable; Raina creía que tal vez eso sería un problema porque así se sentirían más en un hogar y les sería difícil dejarlo en caso de que fuera una trampa, porque a pesar de que fuera eso, las buenas experiencias con las personas jamás se olvidarían. Y eso era algo que jamás había experimentado en la Colmena, tal vez por eso no le había sido tan difícil dejar atrás a tantas personas, lo que había sentido era cierta culpa por parecer egoísta al sólo escapar con dos personas.

Giraron a la derecha para toparse con una puerta de madera que Arthur abrió, dejándolos ver su interior. Era una gran habitación de madera, con un gallinero en una esquina y una enorme pecera en la otra. A lado de la puerta que acababan de cruz había un armario del tamaño suficiente para guardar costales con la comida de aquellos animales. En el fondo, entre la pecera y el gallinero, habían unos cuantos bloques de paja.

-Este es mi pequeño granero, como yo le digo-comentó Arthur.

-¿De aquí obtienen sus alimentos?-preguntó Raina.

-Así es. Obvio no todos, además tratamos de ingerir pocos alimentos de origen animal porque no serían suficientes para todos nosotros. Casi somos vegetarianos-el chico rió-. Aunque también tenemos una gran cantidad de comida enlatada.

Ethan hizo una mueca. No quería volver a comer esa comida enlatada, llevaba muchísimos años alimentándose de esa ¨porquería¨.

-No se preocupen-dijo Magnolia, como si hubieraleído el significado de la mueca de Ethan-, tenemos un profesional que preparaplatillos exquisitos con tan pocos ingredientes. Síganme de nuevo.

 Síganme de nuevo

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Colmena de muertos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora