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Hace años atrás.


La chica regaba las flores con mucha delicadeza, cada una de ellas significaba todo su amor y su vida en ese lugar. Cada una representaba un dia vivido, un momento soñado, pero a su vez una ilusión pérdida.

Amarillas, azules y moradas, flores regadas por todo el lugar, cubriendo el patio trasero por los montones que caían, dejando la sensación de suavidad debajo de tus pies si caminabas por encima de ellas.

La chica amontonaba las flores de acuerdo a su color. Si bien le gustaba todo organizado, las recoletas de flores en su patio era la principal muestra de orden para ella. Se movía de un lugar a otro bailando y cantando, disfrutando de sus últimos minutos de paz, o eso creía, las pisadas fuertes en el piso de madera de la sala principal hizo callar su voz alertando sus sentidos.

Dejó las flores en el suelo y corrigió su postura, esperando la llegada del hombre que ella creía que la amaba. Una presencia imponente se hizo visualizar en el patio trasero, un hombre con ropa totalmente de color negro se dirigía a la chica que llamaba por mujer.


- ¿Cómo estás cariño? - su voz ronca le hizo temblar y estar lo más recta posible.


- Bien amor, ya le prepare la Cena - fueron las únicas palabras que salieron de la boca de aquella chica.


El hombre acarició el hombro de ella en un intento de suavidad, pero sus manos eran ásperas, para nada un tacto agradable. El al percatarse de sus expresiones soltó su hombro y caminó dentro de la casa, detrás de él la chica caminaba con la mirada en el suelo en signo de respeto.

El se sentó en el amplio sofá de su casa, recostando su espalda y soltando un suspiro. Miró toda su casa y las posiciones en que estaban organizadas las cosas. Estaba orgulloso por todo lo que tenía gracias a su sucio trabajo como delincuente.


- Tráeme la comida mujer, muero de hambre - se quitó los zapatos y subió los pies a la mesa, que fue minutos antes limpiada por su mujer.


La impotencia por querer decir algo y no poder abordaba el cuerpo de la chica, se sentía por el suelo y sin ánimo, él no valoraba su esfuerzo.
Tomó aire y acercó el plato de comida a la mesa soltando este con suavidad para que el hombre pudiera comer.

El miro el plato y lo tiró al suelo, explotando en una de sus comunes irás por no querer lo que desea.


- ¡Cuantas veces te he dicho que quiero fríjoles, joder! - hablo y tomó el cuello de su mujer, arrastrándola hasta la pared más cerca y acorralando su cuerpo ahí.


- Lo... Lo siento, eso era.... Lo que había- la chica luchaba por quitar el agarre de su cuello en un intento en vano.


Sentía como los dedos de aquel hombre apretaban cada vez más su cuello, cortándole el aire, mientras que la cara de él reflejaba burla al verla así de sometida, soltando una leve risa cuando ella lo miró a los ojos. Ojos que representaban burla por la vulnerabilidad de la chica, por la lastima y lo lamentable que ella se veía en esos momentos, por las lágrimas que corrían por sus mejillas.


A él le gustaba verla sufrir.



- No trabajo para comer todos los días un plato de Arroz y frijoles, mañana espero mi comida lista - soltó el agarre y se marchó del lugar.


La chica llevó sus manos a su cuello calmando el dolor, respirando profundamente con tal de recuperar el aire que él le cortó durante un momento. Las lágrimas ya eran parte de su día, salían sin cesar hasta estamparse con sus hombros, corriendo por ellos y dejando un rastro en su camino.

EL VUELO [ 18+]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora