POV SAM.
Una chiquilla de unos ocho años caminaba sola a altas horas de la noche. Tenía que conseguir el dinero que le correspondía para llevarlo al grupo, o por su culpa Pablo tendría que robar su parte correspondiente. María y Pablo eran dos adolescentes que se habían encontrado un bebe hace siete años, le pusieron de apodo Lleca, (nombre que si le dabas la vuelta significaba calle), que es de donde ella provenía y su carta de presentación de cara a la galería. Solo los dos adolescentes que habían crecido junto a ella le llamaban por su nombre verdadero, nombre por supuesto que también eligió Maria porque le salió de sus santas narices, (en realidad con los años le confesó que había elegido ese nombre porque le parecía bonito y le recordaba a alguien de su pasado), pero bueno qué menos que fueran ellos quienes eligieran el nombre de su principio de vida. Sam era un nombre que le agradaba, para las personas simplemente era un nombre más, para para ella era mucho más que eso, la palabra mágica que le separaba de la marginalidad de la calle, y la convertía en una niña más. Lleca era de una determinada manera, contestona, espabilada, se sabía todas las triquiñuelas para conseguir lo que ella quisiera, en cambio cuando estaban con sus dos amigos, Sam cómo ellos se referían a ella, era dulce, pequeña, y correspondía el comportamiento acorde a la edad que tenía . La morena, desde que tenía uso de razón había vivido con sus amigos en un pisucho de Seattle, no era lo mejor del mundo y tampoco el espacio más acogedor del planeta pero se sentía feliz y dichosa en ese hogar que habían construido los más mayores, y eso lo hacía importante.
La pequeña iba despistada con las manos dentro de sus bolsillos, mientras le iba dando patadas a las piedrecitas que se iba encontrando por el camino. ¿Cómo podía tener tan mala suerte? Sam estaba enrabietada, y no era para menos ¿qué le decía a Pablo?,¿que era una torpe, y no había conseguido ni un mísero dólar? ellos nunca le echaban nada en cara, al revés siempre tenían un plato de comida encima de la mesa para ella, pero le fastidiaba horrores no poder cumplir con su trabajo y no poder ayudar en la economía familiar.
De repente, la suerte se puso de su lado y observó con curiosidad a una mujer de pelo castaño, que se dirigía al Parking. Treinta y cinco años aproximadamente y con un poder adquisitivo medio alto, hizo las delicias de la más pequeña. Bingo. Era su oportunidad, y tenía que intentar interceptarla antes de que entrara al Parking. Pero ¿Cómo? ¿Qué táctica usaba?, ¿la de la pena? artimaña que le había enseñado su amigo Pablo o la clásica del empujón, otra trampa que le había mostrado Maria, y era de sus favoritas. Mientras se decidía en cómo asaltarla, un hombre de estatura adulta la agarró por detrás de la espalda, asustando a la castaña por completo.
-Dame tu cartera, y no te sucederá nada.- Le dijo el encapuchado de manera amenazante. La pequeña al ver que la mujer estaba en peligro y le iba a arrebatar la única oportunidad que tenía de llevarse el botín a casa, se acercó a los dos adultos corriendo.
-Alex, eres tonto o que te pasa, este es nuestro territorio tío, pírate- Le gritó mientras se aceraba despacio a la mujer. La castaña, que no sabía si reír o llorar, miraba con asombro a la pequeña, que se encontraba ya entre el asaltante y la mujer.
- Pírate tú, antes de que salgas lastimada anda, niñata- Le amenazó a la niña sin quitarle la vista a la más mayor que todavía seguía en shock.
-Por favor, vamos a calmarnos, deja a la bambina en paz, ella no tiene la culpa- Pidió la mujer con un tono conciliador.
-Le diré a Pablo, que te has colado donde no debes.. tu veras pringao- Volvió a insistir la niña. El chaval, que era aproximadamente de la edad de su amigo, se alejó unos pasos de la adulta, y agarró con vehemencia a la niña del cuello de la sudadera.
-Que no te vuelva a ver...- Le amenazó el muchacho.
El chico soltó rápidamente el agarre, sin que le diera tiempo a reaccionar a la más mayor, y volvió a salir corriendo entre la noche dejando solas a ambas chicas. La castaña se llevó la mano al pecho asustada, y se apoyó sobre sus rodillas durante unos segundos.
-¿Estás bien?- Le preguntó la pequeña con sinceridad. La más mayor se incorporó un poco más calmada, y respiró hondo mientras analizaba a la niña con curiosidad.
-Si, gracias a tí, muchas gracias ¿eh..?- Le contestó sin saber muy bien cómo referirse a ella.
-Me llaman Lleca- Le dijo la más pequeña tendiéndole la mano de manera formal.
-Carina- Contestó esta vez sonriendo aceptando el saludo. La mano de Carina era suave, o eso le pareció a Sam, le recordaba mucho a la de María y eso le reconfortaba.
-¿Necesitas que te acerque a algún sitio? acabo de salir de trabajar no me cuesta nada, puedo acercarte a casa, ¿tus padres están por aquí?- Preguntó la adulta buscando alrededor a sus progenitores.
La mayor hacía preguntas, muchas preguntas que no podía contestar, Pablo siempre le recordaba que no podía revelar el lugar donde vivían, por seguridad, por sí un día la policía aparecía sin avisar. Pero ella no parecía poli, y parecía buena persona... ¿no?.
-¿Me puedes dar algo de dinero para comer?- Preguntó con voz fingida.
La mayor afligida por la situación de la pequeña, sacó rápidamente la cartera que yacía desde el principio en el pantalón de su bolsillo, y buscó un billete que darle a la niña. Esa era la oportunidad, que había estado esperando. Con un movimiento rápido, y aprovechando que la mujer estaba con la guardia baja, la pequeña agarró rápidamente la cartera de la más mayor, y echó a correr como el viento que lleva al diablo. Escucho gritos que la llamaban, pero ni si quiera eso le detuvo. Necesitaba salir de ahí, la sensación que tuvo cuando esa mujer le agarró la mano fue cálida, y era algo que le incomodaba experimentar y no se podía permitir. Giró la esquina y se sentó en el suelo exhausta, mientras intentaba recobrar el aliento. La pequeña mientas se concentraba en respirar de nuevo con normalidad, con curiosidad observó la cartera y sacó lo que creía importante. Varios billetes que le sacarían de más de un apuro, y unas monedas. Buscó con interés en el compartimento de las tarjetas, y sustrajo una tarjeta de color blanco, que le llamó la atención. "Carina DeLuca, Grey Sloan Memorial". ¿Ese no era el hospital que quedaba cerca de su casa?
-Así que ¿Carina es médico?- Se dijo para sí misma en voz baja.
-Que es médico ¿quién?- Preguntó de repente una voz espantando a la niña.
-Joder, que susto me has dado Pablo.- Se quejo la pequeña.
-Sam, las palabrotas, joder, no puedes decirlas.- Le regañó de manera cariñosa. La morena se levantó del suelo sin prestarle mucha atención a lo que le decía y agarró la mano del chico mientras se dirigían ya a casa.
-¿Quién es Carina?- Preguntó el chico curioso. Sam, le miró dudando sin saber si quería decirle la verdad, y decidió finalmente guardarse el secreto para ella. Quería saber algo más de la tal Carina, y si le decía algo a Pablo, sabía que se lo impediría.
-Que Carina, yo no he dicho nada de Carina, mira para tí- Espetó de repente cambiando de tema. La pequeña soltó la mano de su amigo y le tendió los billetes y las monedas que había almacenado en su bolsillo trasero del pantalón.
-Guau, Sam, esto es perfecto, tendremos para cenar y para comer mañana... ¿Cuántos han sido?- Preguntó con estupor.
-Cuatro, cinco personas, no sé muy bien...- Contestó un poco apesadumbrada, por mentir a su amigo.
El muchacho, cabeceó sonriente, guardándose el dinero, y volvió a agarrarle la mano. Pablo, le relataba su día junto con los sobresaltos que tuvo para conseguir su parte del botín, pero Sam estaba a otra. No podía dejar de pensar en la mujer, se sentía fatal. Era de las pocas personas que había aceptado en ayudarle con dinero, ¿que pensaría de ella?, es más ¿que más le daba lo que ella pensara?, era algo que no entendía, ¿remordimiento, le llamaban?, no sabía, estaba confundida, igual si iba a la dirección de la tarjeta podía hablar con ella y disculparse... total ¿que podría pasar?
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CUIDADO CON LO QUE DESEAS, BAMBINA.
FanfictionA pesar de que el mundo está patas arriba, Carina y Maya están en su mejor momento. Salvo por un pequeño problema, problema que van a tener que aprender, y enseñar... ¿serán capaces? No sé qué va a salir de esto, pero espero que os guste ¡Disfrutad...