PUEDES LLAMARME SAM.

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POV MAYA.

La vuelta al hospital fue extraña. La niña no parecía querer despegarse de Jack, mientras que Andy iba al volante, Maya intentaba entablar una conversación natural con la pequeña sin éxito. Cuando llegaron al hospital, Jack se llevó para dentro a la pequeña, y Maya se quedó esperando en la puerta del hospital mirando la entrada como un pasmarote.

-¿No entramos?- Pregunta Andy confundida.

-Oh, sí claro, perdona- Contestó la bombera un poco incómoda. Entraron dentro del centro médico y vieron a la doctora Bailey agachada hablando con la niña. La pequeña no soltaba la mano de su compañero, y miraba hacia los lados impaciente.

POV CARINA.

Estaba siendo una mañana de locos, pero estaba feliz, adoraba su trabajo, y traer de continuo bebés al mundo y ayudar a sus mamás, estaba siendo una de las experiencias más gratas de su vida.

-Doctora DeLuca.- Le llamó una voz. La médico, se giró para ver de dónde provenía, y se encontró a Miranda Bailey llamando su atención.

-Maya me acaba de preguntar por tí, la tienes esperando en el hall-Le informó.

-¿Cómo?, ¿Maya?, ¿está bien?- Preguntó preocupada, mientras se separaba e iba de camino al hall.

-Por dios, si, tranquila, es porque han traído al padre de una cría debido a un accidente de coche.- Le contestó también sin parar de caminar, mientras iba a atender a otro paciente. Carina divisó a Maya, que la buscaba con la mirada. En cuanto sus ojos se encontraron, una cálida sonrisa se iluminó en la cara de su novia. La médico fue hacia ella, y observó cómo Andy se apartaba unos metros para dejarles una breve intimidad. Con una sonrisa agradeció el gesto de su compañera, y se acercó a su novia, acortando el poco espacio que les separaba. La médica colocó sus brazos alrededor del cuello de la rubia y le depositó un suave beso a modo de saludo.

-Hola mi amor, vaya sorpresa ¿Estás bien?- Preguntó con un tono protector. En respuesta, la rubia sonrió con ternura y le devolvió el beso a la médico.

-Todo bien, hemos venido a traer a un chico con una niña, de camino, cuando llegues esta noche a casa te lo cuento mejor, una historia muy larga.- Le explicó con agotamiento. La italiana al ver el estado de fatiga en el que se encontraba su novia, le acercó a su cuello y le obligó a reposar la cabeza en él. Cariñosa, acarició el pelo de la rubia, y cómo si del mejor sedante se tratase la escuchó suspirar contra su cuello, mucho más calmada.

-Esta noche, cuando llegues a casa te voy a preparar una cenita rica, con un buen vino, para compensar lo gilipollas que fui anoche.- Le dijó contra su cuello.

-Me parece bien, me lo merezco por tener una novia un poquito gilipollas- Contestó la italiana juguetona. Carina, comenzó a reír contra su cuerpo, y en consecuencia, la bombera le mordió el cuello de manera suave. La médico se separó rápidamente de un empujón, y se tocó con los dedos el lado del cuello que había sido afectado.

-Más te vale que la cena esté decente- Le apuntó con el dedo de manera amenazante. Una risa de parte de Maya, volvió a hacer sonreír a la italiana, que regresó de nuevo para darle otro beso a modo de despedida, antes de desaparecer por la puerta junto con su compañera y compañero. ¡Será idiota!, que payasa que era cuando se lo proponía, pensó embobada.

-Espera, espera, ¡No puedes entrar ahí! ¡Seguridad!- Gritó una voz. Rompiendo el momento en el que se encontraba, Carina reaccionó rápidamente y corrió para ver que estaba sucediendo. Lo que se encontró en esa escena la dejó impactada. No podía ser, ¿esa niña? ¿era la niña que le había atracado la otra noche?, ¿La niña que había rescatado Maya?, ¿LLECA? NO, NO, NO; tenía que ser otra cosa.

La pequeña, se revolvió entre los brazos de la doctora Bayley consiguiendo zafarse del agarre y separarse unos metros de ella.

-No me vuelvas a agarrar.- Le gritó fuera de sí. La niña, levantó la mirada y la reconoció. Sin mediar palabra, echó a correr en dirección a la salida del hospital.

-¡Espera!, no te vayas.- Gritó Carina a viva voz. La niña hizo caso omiso, y salió del hospital.

-Miranda, necesito salir un momento, tengo que hablar con esa niña.- Le pidió mientras se quitaba la bata y se la entregaba a ella sin darle tiempo a recibir ninguna negativa por su parte. La italiana salió corriendo, y la buscó con la mirada, ahí estaba. No había ido muy lejos, sentada en la acera y con la cara apoyada en sus rodillas, observaba distraídamente a las personas que entraban dentro del interior del hospital. La médico, sin decir palabra, se acercó a la niña y se sentó a su lado, mirando al frente sin ejercer ningún tipo de contacto visual con la pequeña. Simplemente acompañándola.

-¿Qué significa traumatismo craneal grave?.- Preguntó sin mirarle. Carina, trago saliva incómoda, sin saber si revelarle la verdad, o en su contrario mentirle para hacerlo más fácil. Optó por la decisión más acertada.

-Está grave, no necesitas saber más bambina... pero eso no quiere decir que vaya a suceder nada de lo que tu estés pensando ahora mismo, está con los mejores médicos se pondrá bien, ya verás.-

-¿Cómo lo sabes?- Preguntó con la voz rota.

-La gente buena se merece otra oportunidad-

-Nosotros no somos buena gente Carina..- Le dijo esta vez girando la cabeza para mirarle a los ojos. Cuando la italiana observó a la pequeña tan destruida, algo dentro de su interior hizo Crack. Pudo sentirlo.

-¿Cómo sabes, cómo...?-Preguntó con curiosidad.

-Lo ponía en tu tarjeta... lo siento, no debí de haberte robado- Le confesó arrepentida.

-Olvídate de eso ahora bambina, no pasa nada- La italiana estaba tentada de tocarle, quería hacerlo, abrazarla, reconfortarla, hacerle sentir que no estaba sola, pero algo le decía que si intentaba acercarse a ella,se retiraría, y esos pequeños pasitos que había avanzado, retrocederían para atrás.

-No quiero que se muera, no se puede morir..- Volvió a explicarle en llanto. La médico, respetando todavía el espacio que les separaba entre ellas, alargó la mano, ofreciéndole su apoyo. Dejándola elegir.¿Aceptaría su consuelo? La pequeña, pareció dudar durante un instante, pero alargó su cortito brazo, y le agarró la mano con fuerza. La italiana, en cuanto notó la pequeña mano aferrarse a la suya, observó unos pequeños hematomas en el dorso de la pequeña, y cómo si se tratará de algún superpoder, la médico empezó a trazar suaves círculos con su dedo por la superficie dolorida, cómo si así pudiera conseguir que esos cardenales se difuminaran, y todo el dolor que estaba sintiendo la niña en estos instantes, pudiera frenarlo de alguna manera.

-Va a ir todo bien, Ll-

-Sam, ¿qué haces?- Le preguntó una voz. La italiana, despegó la mirada de la mano de la niña, y observó a una chica bastante mayor a la pequeña. Rubia, con aspecto desaliñado, y la mirada triste, la estaba esperando con la mano tendida. La infante, se levantó rápidamente del suelo, soltando bruscamente el contacto que había iniciado con la médico y le volvió a atender la mano, esta vez de manera más amigable.

-Puedes llamarme Sam.- Anuncio. Carina, con una leve sonrisa, le devolvió el apretón. La niña, corrió en dirección a la chica, y le abrazó con fuerza, mientras esta le levantaba del suelo. La mayor le llenó de besos, preguntándole si se encontraba bien, mientras la más pequeña asentía comenzando de nuevo a llorar. Antes de entrar al interior, la rubia le lanzó una mirada de advertencia a la médico que todavía seguía sentada en la acera del hospital. ¿Qué hacía ahora, debía de llamar a servicios sociales?, ¿Le contaba a Maya lo sucedido?

CUIDADO CON LO QUE DESEAS, BAMBINA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora