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La ira le recorría cada rincón de su cuerpo, un dolor infernal en la cabeza no le permitía controlarse.

¿Control? ¿Tratas de controlarme Gustabo?

—¿Pogo...?

Si, pequeño ¿Por qué quieres controlarme?

— ¿Qué? ¡Claro que no! ¡¿Por qué haría algo así?!

Mmh~ bueno...

— ¿Q-qué...?

Olvídalo.
¿Acaso quieres seguir viendo a tu preciado amigo Horacio ser aplastado poco a poco por esos mocosos?

— ¡Por supuesto que no!

¿Entonces por qué te resistes?

— No... Yo no...

— ¡Ho-Horaci-cio...! –dijo a duras penas al recobrar un poco la conciencia.

Casi no podía ver nada de lo que le estaban haciendo a su amigo, pero se tenía una idea. Tan sólo con escuchar los golpes secos, el llanto y las quejas, y mas golpes hacian que su cuerpo se controlará solo.

Su cuerpo se levantó del suelo, como si no tuviera ningún dolor, y caminó hacia el trío de niños que golpeaban a Horacio.

Mejor que no veas esto Gustabo, ve a dormir.

— ¿Qué?

Tras esto, a la vista borrosa de Horacio, Gustabo se descontroló y daba golpes en los puntos débiles del cuerpo humano.

La sangre ajena comenzaba a impregnarse a su ropa con cada golpe.

Horacio miraba perplejo y horrorizado como Gustabo parecía disfrutar golpearlos hasta que posiblemente matarlos.
Horacio no quería llegar a eso, así que se acercó al Rubio y los abrazo por la cintura, deteniendolo. Pogo no le gustó esto.

El heterocromiano tomó por los hombros a su amigo y lo agitó, tratando que reaccione. Y entre esto y "Gustabo" resistiéndose, la sirena de una patrulla los hizo reaccionar.
Miraron a su alrededor y los niños no estaban, se alarmaron y huyeron de ahí.

Horacio por instinto tomó a Gustabo de la mano, Pogo estaba confundido por esto.

(...)

Pogo tenía la mirada perdida hacia el cielo gris por las nubes que indicaban que pronto iba a llover, realmente no le importaba, después de todo no sentía nada, literal.
Tenía un peso sobre su hombro, le molestaba.
Le molestaba ese pobre niño que descansaba sobre su hombro, Horacio.

¿En serio Gustabo, quiere de amigo a este desdichado?

...

—Claro jaja, no puedes responderme...

Sintió como el niño se removía un poco, y se incorporaba.

— ¿Eres Pogo?

Sí. –respondió cortante pero confuso por la pregunta.

— Gustabo me ha hablado mucho de tí –sonrió, una acción muy molesta para Pogo– Soy Horacio, por cierto ¿Dónde está Gus?

Dancing Under The RainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora