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(Con respecto a la imagen, imaginar que son más pequeños)

Contaba los billetes que traía consigo, no sabia muy bien de dónde los había sacado, la verdad.
Había como 10 de 100... ¿o 21 de 100...? ¿o 6 de 100...? ¿o 15...? ¿5...? (Dólares)
No lo sabía con exactitud, no era muy bueno matemáticas... Además apenas tenía 7 años.

Guardó el dinero en el bolsillo de su chaqueta, y abrazó al peluche mientras caminaba lentamente hacia ninguna parte.

— ¡Hey! –oyó cerca suyo.

Fue empujado al suelo con brusquedad, raspandose un poco las rodillas.

— ¡Hey Niño, danos esos billetes! –habló otra voz joven.

El pequeño rubio miró hacia ellos, encontrándose con 3 chicos (de unos 11/12 años) que le miraban con superioridad.
Negó con la cabeza, tratando de decir: «¿Qué billetes? Claro que no tengo, fue vuestra imaginación»

Claramente, era mentira y los 3 chicos no le creyeron.

— ¡No te hagas el tonto!

— ¡Te vimos con unos billetes!

— Dejen de joder y comprense unos lentes –trató de defenderse el rubio.

— ¡No los compramos si nos das esos billetes!

Dos de los chicos tomaron de los brazos y de la capucha del rubio y lo alzaron con dificultad. Tenía su chaqueta cerrada así que se ahogaba un poco al estar alzado.
El chico restante le dió unos golpes en la partes de las costillas y estómago al pequeño ojiceleste.

El rubio gimió de dolor, se retorcía y trataba de cubrirse de los golpes.

— ¡Ya! ¡Pa-Paren por... fa-favor!

Los otros dos lo tiraron al suelo, y le empezaron a golpear. El tercero se acercó a su chaqueta y le quitó el dinero para después unirse a los otros dos, golpeándolo en la cabeza.

— ¡Hey I-Idiotas! ¡Déjenlo en paz!

Con dificultad, miró al dueño de la nueva voz. La silueta de un niño se tornaba borrosa poco a poco y, finalmente, se desmayó.

(. 💙 .)

Su piel se erizó al tacto indirecto de su espalda contra una pared fría.
Frunció el ceño al abrir los ojos, y distinguió el rostro herido de un niño de ojos heterocromianos.

— Que bien, despertaste –dijo suspirando aliviado, el niño frente a él.

De repente el dolor de los golpes se hizo presente, se tocó las zonas afectadas.

— Esos niños si que te dieron una paliza

Miró al niño, y después a su alrededor.

— ¿Dónde están? –preguntó.

— Lo más probable que en sus casas...

El rubio frunció el ceño.

— Con varios golpes... Si~ –agregó.

— ¿Los golpeaste?

— ¡Claro! ¿Acaso querías que te siguieran golpeando hasta que...? bueno, eso.

— ¿Me defendiste?

— Eh... ¡Si! –dijo sonriente.

Dancing Under The RainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora