Le mots qu'on ne dit pas

Capitulo 7. Las palabras que no decimos

-Shh, ¡Guarda silencio o tendremos problemas!.- Le reclamó una voz medianamente conocida mientras forcejeaba por liberarse del agarre de su captor.- Alix, soy yo, basta.- La mujer que la sostenía la giró para que la viera, para que se viera.

Ambas versiones de la misma chica se miraron, la mayor con el miraculous del conejo había logrado llegar a tiempo antes de que la atraparan los otros, la menor al darse cuenta de que al fin estaba a salvo dejó caer su cuerpo de rodillas al suelo, un suspiro y algunas lagrimas de alivio invadieron a la chica.- ¡Creí que nunca llegarías!.- Le reclamó de manera cariñosa mientras le regalaba una sonrisa triste.

-Oye mini yo, no iba a dejar que nada nos pasara.- De la misma manera le regresó la sonrisa cariñosa a su versión más joven. Pendiente de su alrededor tomó del hombro a su otra yo.- Lo hiciste bien, pero aún no estamos a salvo. Hay que irnos.-

-¿Irnos?, ¿A dónde?, ¿Qué hay de los demás?.- Comenzó a atiborrarle de preguntas a la mayor cuando de pronto esta la empuja a un lado solo para después acercarla de nuevo en un abrazo.

Y es que la menor no se había percatado de que sus perseguidores las habían alcanzado y habían intentado arrebatarla de su salvadora. Lo supo solo hasta que levantó la vista por encima del hombro de la pelirroja viendo a los tres portadores aterrizar de un salto a unos metros de ellas.

-Quiero que me hagas un favor mini yo, es muy importante.- De uno de los bolsillos de su traje blanco y celeste sacó una tela entregándosela a la de patines.- Cúbrete bien los ojos, asegúrate que no puedas ver nada, quiero que no te muevas de donde estas a menos que yo te diga.-

-Pero...- Quiso interrumpir la adolescente mientras veía la tela entre sus manos.

-Confía en mi.- Le pidió la adulta sin apartar la mirada de los sentiheroes frente a ella, estaban quietos pero sabía que no sería por mucho tiempo, por lo que fue tomando su paraguas para estar lista cuando atacaran. Por su parte su contraparte más joven no cuestionó la orden y de inmediato puso la venda sobre sus ojos quedándose absolutamente quieta cuando estuvo segura de que se había privado de visibilidad.- Buena chica. Ahora, pase lo que pase no te quites para nada la venda, ¿Me escuchaste?.- Teniendo una afirmación como respuesta se dedicó a contrarrestar el primer ataque de los enemigos mientras terminaba de dar indicaciones.- Alguien ya viene a ayudarnos, tranquila.-

Aliviada de que tuvieran más ayuda la chica siguió sin moverse, ni siquiera se atrevía a respirar, pues aunque estuviera segura de que estarían bien, el miedo y la adrenalina seguían dominándola y los ruidos a su alrededor no ayudaban. Caídas, golpes contra diversas cosas, gritos y quejidos, sentía como los demás se movían de un lado a otro frente a ella; hubo incluso un momento, en el que la tomaron con fuerza de la muñeca pero la soltaron de inmediato, fue después, cuando escuchó "madriguera" que supo que la ayuda había llegado, hubo mucho más ruido que antes y un reclamo que casi no entendió.

-Te he dicho que no la he visto.- Reclamó una voz desconocida para ella, la voz de ayuda.- Y si quieres que así siga será mejor que la saques de aquí ahora.-

-Muy bien mini yo, hora de irnos.- Con un agarre suave fue empujada casi de inmediato a alguna parte, estaba desorientada y no comprendía que había o iba a pasar. Un suspiro de su versión adulta le indicaba que al fin estaba a salvo así que intentó quitarse la venda de los ojos, pero fue detenida de inmediato.- No, no puedes hacer eso.- Entonces al fin la explicación que necesitaba le fue dada, comprendiendo que había cosas que no debía saber y alguien con quien no podía relacionarse dejó de cuestionar, decidió que ya no estorbaría, a fin de cuentas ya estaba a salvo con su otra yo, dejaría que ella arreglara todo.