Capitulo 2. Confesión Silenciosa

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-¿Qué pasa Gabriel?, No me digas que me haz olvidado...- Se despertó asustado, con el sudor recorriéndole el rostro, después del incidente de su asistente aquellas pesadillas se hicieron recurrentes en la semana, siempre terminaban igual. Gracias a ellas había recordado que de la misma manera que la azabache había hecho, su esposa también le ayudaba probandose sus diseños antes de sacarlos a la venta, lo vivía de nuevo en esos sueños. Arreglaba un vestido que su mujer vestía, pero ella caía inconsciente en sus brazos y cuando la miraba, era otra, era Nathalie.

En medio de la oscuridad de su habitación se llevó una mano a la sien, frustrado y confundido, ¿Qué era aquello?, ¿Acaso sus sentimientos se estaban desviando?, parecía que si. Su sueño, su único anhelo era y es regresar a su amada de aquel estado en el que estaba, pero, aquellas pesadillas parecían mostrar otras verdades, parecía, que a quien quería proteger ahora era a otra mujer. Dudaba más que antes sobre lo que debía hacer, su mente no estaba clara, pero si sus recuerdos mezclados y emociones dispersas. No distinguía, como la mayoría de las veces, la gravedad de las cosas a su alrededor.

Se sentía desesperado y frustrado por respuestas, miró a la mesa de noche al lado de la cama, una idea cruzó por su cabeza, ¿Y si aprovechaba su situación para tener respuestas y de paso tener otra oportunidad para obtener lo que llevaba buscando hace mucho?. Parecía buena idea, por lo que rápidamente encendió la lampara y se puso los lentes, abrió el cajón de ahí y tomó el miraculous que le pertenecía, la pequeña criatura que lo resguardaba apareció mirando a su portador.- A sus ordenes maestro...- Habló con la voz más triste que tenía.

Sin inmutarse se levantó de la cama poniéndose el broche por encima de la pijama.- Nooro, alas oscuras a mi...- Acto seguido se convirtió en el villano de Paris, si tan solo entendieran el por que, si tan solo lo entendiera él. Aún sintiéndose a si mismo confundido dejó salir una de las mariposas de su bastón, tomándola entre sus manos la cargo de energía oscura y la dejó revoloteando por su habitación, cabizbajo y pensativo se quedó absorto en sus pensamientos, en su sentir.-Alas oscuras caigan.- En cuanto su kwami reapareció frente a él supo cual era su nuevo plan, pero su dueño no le dejo hablar, Gabriel volvió a guardar el broche en la mesa de noche y a la criatura morada con el.

Se quedó solo de nuevo, con la mezcla de sentimientos atormentándole, miró su mano y acarició el anillo de bodas, fue entonces que la mariposa negra se acercó a posarse sobre el anillo, akumatizandole al instante. Ya no tendría pesadillas, ahora sería la Pesadilla; su anillo de bodas había convertido su brazo en una especie de cañón, su rostro ahora era blanco y una mascara parecida a un respirador cubría la parte inferior de este. Era hora de actuar, y sabía por donde comenzar.

Nathalie se despertó de golpe por falta de aire, tosía frenéticamente, necesitaba respirar pero solo lograba seguir tosiendo, con el corazón acelerado se incorporó un poco de la cama; trataba de calmarse, no debía entrar en pánico o no podría llenar de aire sus pulmones. Después de unos segundos al final lo logró, cansada y aliviada tomaba grandes bocanadas de aire por la boca, estaba temerosa de volverse a sentir asfixiada, pero un fuerte estruendo fuera de la habitación la sacó de sus preocupaciones, ¿Qué había sido aquello?, ¿Alguien había entrado a la casa?, imposible. Nuevamente se escuchó otro golpeteo, alarmada se levantó de la cama y a trompicones se acercó a la puerta abriéndola ligeramente, distinguió como alguien extraño se dirigía al cuarto del adolescente, no podía permitirlo. No supo de donde tomó las fuerzas para mover su cuerpo pero lo hizo, salió de la habitación corriendo.

-Oh Adrien...- Canturreó el nombre de su hijo aún sabiendo que este estaría profundamente dormido, pero no le importó, con una patada derribó la puerta del muchacho haciendo que este se despertara de golpe asustado ante lo que veía.- Lamento despertarte, solo quería asegurarme de que... durmieras bien.- Dicho aquello el cañón en su brazo comenzó a soltar una especie de humo verde a su costado.

Le mots qu'on ne dit pasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora