Harry Potter se vuelve inteligente y toma el control

Capítulo 39 : Últimas cosas antes de las vacaciones

La última semana de curso transcurrió lentamente. El clima se enfrió, la nieve continuó cayendo, cubriendo el suelo de blanco y el lago comenzó a congelarse en los bordes. Harry se preguntó si se congelaría lo suficiente ese año para que pudieran seguir patinando. Hermione ciertamente lo había hecho sonar divertido, y por lo que había leído, su madre también lo había disfrutado. Hermione le había prometido enseñarle si se congelaba lo suficiente.

La tensión entre los Gryffindors y Hermione, Fred, George y Neville, sin embargo, solo estaba aumentando. Fred y George le hicieron bromas sin descanso a toda la casa y a cualquiera que tuviera una oportunidad, manteniéndose a salvo de ser hechizados y sometidos. Y Neville parecía bueno para pasar desapercibido. Hermione, sin embargo, no tuvo tanta suerte.

Hermione ahora estaba siendo maldecida y molestada por los Gryffindors tanto como Harry. Era bueno que los dos hubieran estado practicando duelos y otros métodos de defensa (muggle), ya que fue bastante útil durante el resto del período. Los Gryffindors eran muy buenos para atraparlos mientras estaban fuera de la vista de los profesores.

Hermione y Harry se habían acostumbrado a usar tantos pasillos secretos y el manto para llegar a clase con la mayor frecuencia posible. Cuando no estaban en clase o en la Sala de los Menesteres, estaban en la biblioteca sentados cerca del escritorio de Madame Pince, donde nadie se atrevería a intentar maldecirlos. Era agotador. Pero Hermione estaba decidida a corregir el daño que su casa le había hecho a Harry. O al menos enséñeles el error de sus caminos. Y aunque a Harry no le gustó, aceptó la elección de su amigo y se sintió reconfortado por su determinación en su nombre.

Harry estaba muy aliviado de tener los pasajes de serpientes para evitar a todos. Algo con lo que Hermione había estado fascinada y luego había insistido en que intentara enseñarle la lengua pársel. Hasta ahora, ha tenido poco éxito. Pero entre seguir siendo hechizado en los pasillos y las habituales miradas y susurros, Harry prefería los oscuros y estrechos pasillos de piedra que estaban escondidos detrás de las serpientes. Hermione, por fascinada que estuviera, no disfrutaba de los pequeños espacios oscuros tanto como Harry.

Cuando no estaba en la biblioteca con Hermione, o en el bosque, pasaba la mayor parte del tiempo en las mazmorras inferiores, en su armario o en su baúl, generalmente acurrucado sobre un caldero caliente o alrededor de las llamas de sus campanillas azules con un libro y sus notas.

Pasó el menor tiempo posible en la escuela principal, o al menos lejos de la gente de la escuela principal. El castillo se estaba volviendo cada vez más bullicioso y parecía haber sido superado por el bombo del Baile de Navidad. El personal de Hogwarts parecía decidido a seguir causando una buena impresión a sus visitantes. Y Harry se preguntó amargamente si se debía en parte a su "vergonzosamente pobre desempeño" en la primera prueba.

Las armaduras se habían vuelto a pulir hasta que brillaban y estaban hechizadas para cantar villancicos cuando pasaba alguien. Fue un poco desconcertante escuchar "O Come, All Ye Faithful" y "Dios descanse, feliz Hippogriff", cantados por un casco vacío que solo conocía la mitad de las palabras. Aunque fue muy divertido cuando Peeves se las arregló para meterse dentro de ellos y reemplazó la letra con groseras reinvenciones propias.

Harry pensó con amargura que si tan solo el personal pusiera tanto esfuerzo en hacer que Hogwarts fuera realmente seguro, ¡como lo hicieron para que ella se viera bien! Entonces tal vez Harry no tendría que esforzarse tanto en mantenerse fuera de la vista, solo para mantenerse a salvo.

Pero parecían decididos a mostrar el castillo en su mejor momento para Navidad. Las decoraciones que se colocaron fueron las más impresionantes que Harry había visto en su vida. Había carámbanos eternos en las barandillas, enormes árboles de Navidad en el Salón cargados de todo, desde luminosas bayas de acebo hasta búhos reales, ululantes y dorados, y hadas reales revoloteando entre las velas. Había acebo y muérdago adornando los pasillos y las paredes, y más velas flotantes de las que Harry había visto en toda su vida.