24 {narrador}

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eran las cuatro de la mañana. michael se puso su gorro negro y salió de casa. su madre dormía y ni en sus peores sueños creería que su hijo estaba por hacer tremenda locura.

michael sabía donde vivía luke hemmings. 

y hacia allí se dirigió.

trepó el muro hasta la primer ventana que encontró y al darse cuenta de que estaba abierta, entró. 

¿por qué todos dejaban las ventanas abiertas?

se acercó a la cama y vio a una pareja durmiendo abrazados. sin dudas, eran los padres de luke.

'algún día así estaremos, val' susurró.

salió del cuarto para dirigirse hacia el del buscado.

y lo encontró durmiendo plácidamente abrazando una almohada.

sus mantas eran de buscando a nemo, lo cual le sacaba toda la seriedad al asunto. michael pensó que luke era el chico más idiota e inmaduro del mundo. no se compraba con él, val tendría que elegirlo.

sin pensarlo demasiado y sin gastar tiempo, acercó el pañuelo con cloformo hacia la nariz del muchacho, que abrió los ojos por una milésima de segundo y miró asustado hacia el muchacho rubio que tenía en frente. y luego cerró los ojos de nuevo.

michael lo cargó con sumo cuidado hasta la habiación de sus padres, donde la ventana estaba abierta.

'podría haber salido por su ventana' se regañó mentalmente. 

lo arrojó al suelo como si de un objeto se tratara. y luego arrojó su bolso.

y luego él bajó cuidadosamente por el muro.

lo volvió a cargar y lo llevó hasta un galpón que había encontrado muy lejos de la ciudad, donde nadie podría oírlo. 

lo amarró hacia una columna que había allí dentro, y puso cinta adhesiva en sus pies. 

dos horas después, luke despertó. tardó al menos dos minutos en reaccionar del todo. 

lanzó un grito desgarrador y fue cuando michael giró desde la silla donde estaba para mirarlo.

—¿despertaste?

michael se acercó sonriendo hasta él. 

—¿q-que quieres? —tartamudeó el otro.

—tú —lo señaló mientras caminaba de un lado a otro —tienes algo que es mío. que siempre fue mío. que siempre lo será.

—¿te conozco? —jadeó.

—ese no es el punto.

—si... si, tú... tú vas al instituto.

—que ese no es el punto dije, maldita sea.

—joder, tienes dieciocho años, diablos, ¿que crees que haces? desátame y termina con esa estupidez, grandísimo idiota.

michael lo miró. fijamente. a los ojos, como por cinco minutos.

—que me desates, dije. 

michael siguió mirando. algo dentro de luke comenzó a arremolinarse.

—val... —comenzó a decir michael. —no volverás a tocarle ni un pelo.

—¿qué?

—lo que dije. no volverás a verla. ni a ella ni a nadie.

michael se acercó hasta una mesa de allí y tomó un bate de béisbol. se acercó lentamente hacia luke, sin epresión en su cara.

—no, espera, ¡¿ que estás haciendo?! —luke comenzó a desesperar, al ver que esto no era un juego. —¡estás loco! —un golpe en el estómago. —ah, maldita sea —otro golpe. lágrimas.

— ¡val —estómago —es —espalda —mía! —columna quebrada. —¡sólo mía! —golpe. golpe. golpe. estómago. espalda. estómago. —¡mía, mía, mía! — siguió diciendo mientras arrojaba más y más golpes. —¡nadie —golpe a la cabeza —va a tocarla —otro golpe a la cabeza —si no soy yo! —sangre, sangre, sangre.

gritos.

suplicas.

dolor.

locura.

muerte.

querida val » michael cliffordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora