michael sentía paz. mucha.
la policía aún no encontraba rastros de nada en el maltratado cuerpo de luke. sólo golpes, golpes y un odio tan horrendo que ninguno de los psicólogos era capaz de comprender.
val, por otro lado, atravezaba un duelo marcado por la pena. luke, el amor de su vida desde que tenía uso de razón, su mejor amigo. ¿que diablos hacía alguien como luke para merecer tanto odio?
las cuentas no salían.
había algo que aún nadie podía entender, algo indescifrable, misterioso, y terrorífico.
más de uno de los investigadores tuvo que salir un minuto de aquel galpón para vomitar entre los arbustos. el olor a sangre estaba en cada rincón del lugar, y en el fondo, en una de las columnas, un cuerpo con las rodillas quebradas colgando de las manos. el rostro pálido, la boca llena de sangre, la mitad del cráneo aplastado, y hematomas horrorosos en la espalda y el vientre. luke tenía cuatro de los diez dedos de las manos cortados, como si el asesino hubiera querido ver al cuerpo sufrir después de muerto.
todos concluyeron que luke había pasado las peores horas de su vida atado a aquella columna.
y el asesino estaba suelto.