Observo como los ojos de Danielle se posan en mí, tragando saliva, conteniendo la respiración y buscando la manera de salvar un poco la distancia, pegando su espalda contra el metal frio del ascensor. Una sonrisa se ensancha en mis labios, viendo esa pureza de su mirada, y esa fragancia muy característica de ella que llega a impregnarme. Sus labios se entreabren, bajo una profunda respiración, y luego con su mano apoyada en mi pecho me aparta.
—No es muy profesional esto que digamos.
—No—concuerdo, asintiendo—, pero no me importa.
—¿De qué quieres hablar?
Tengo ganas de tenerla cerca otra vez, rodear su cintura, acariciar su mejilla y poder decirle que no me gusta que se aleje, pero me contengo. Me contengo a observarla desde mi posición, ansiando memorizarla.
—De por qué te alejaste tan de repente y cancelaste nuestra cita.
—No era una cita, era una salida profesional entre jefe y empleada. —corrige, juntando sus labios hasta formar una línea recta— Y tampoco me aleje, solo sentía que debíamos tener un espacio correcto, porque las cosas podrían confundirse.
—Yo tengo claro mis sentimientos, creo que eres tú la que está confundida.
Danielle resopla, rodando los ojos.
—Claro que no.
—Bueno, yo sé que eres la primera mujer que llama mi atención después de mucho tiempo y estoy totalmente seguro de querer tenerte cerca mio. —me encojo de hombros, escondiendo las manos en mis bolsillos y recostando mi espalda contra la puerta del ascensor. Los ojos de ella se abren con asombro— No se cuánto más seguirás fingiendo que quieres estar lejos de mí.
—Esto no está permitido si...
—Soy el jefe, ¿quién nos va a castigar?
Me enderezo, aprieto el botón rojo y el ascensor vuelve a funcionar. La miro de soslayo, y sus ojos estaban al frente, mientras muerde su labio y cruza sus brazos. Sabia que se estaba conteniendo, nadie esconde las manos si no tiene miedo a tocar.
—Seguiremos con este juego, pero es cuestión de tiempo hasta que el ratón se termine de cansar de escapar del gato. —pronuncio, a la vez que se abren las puertas, mis ojos viajan a ella— Hasta luego, señorita Stuart.
Antes de que salga por completo su mano derecha sostiene mi brazo deteniéndome, pero antes de que ella pueda hablar nos interrumpen, pidiéndonos paso. Cuando aparto la vista Danielle vuelve a desaparecer, adentrándose a su departamento. Suspiro y camino al mio. Cuando abro la puerta lo primero que observo es a mi hija acostada en el suelo con un peluche frente a ella, y a su niñera, Isabelle, sentada en el sillón, con un libro entre sus manos. Cuando la mayor me ve llegar sonríe y se levanta, con su bolso en la mano.
—¿Cómo se portó hoy?
—Muy bien, como todos los días. —me responde la muchacha— Estuvo jugando con su peluche Ben y hablo todo el día con su mejor amiga Maggie.
—¿Volvió Maggie? —pregunto preocupado y ella asiente con una mueca en los labios— Okay, entiendo, gracias por informarme.
—De nada, nos vemos mañana, señor D.
Me despido de la chica y cierro la puerta al segundo que se retira. Zoe se levanta del suelo acercándose para abrazarme. Sus pies hacen puntas para alcanzarme, y aun asi soy yo quien se agacha para abrazarla. Su sonrisa se ensancha y sus ojos brillan al verme.
—¿Me extrañaste?
Zoella asiente.
—Maggie también, salúdala, está aquí conmigo.
ESTÁS LEYENDO
te odio hasta el punto de amarte
Teen FictionLuego de que pasara un tiempo desde su última relación y la muerte de su madre, Danielle, una inteligente y hermosa neoyorquina, cree que no esta lista para seguir adelante sin sentir culpa de todo lo que pasó en el pasado. Darwin Henderson, un ser...