idóneo

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Aquel lienzo vacío bajo la luz del atardecer había comenzado a ser besado por todos los colores de la paleta entre los delgados dedos de Shuhua. Su pequeña sonrisa continuaba adornando sus mejillas, sus dedos habían dejado de sostener pinceles y ahora estaban manchados de los distintos tonos de pintura justo a su lado.

Del rojo al verde, coloreando con azul y mezclando todo en búsqueda de la gama más llamativa, que dejara ver entre el montón de trazos cómo se sentía y por qué sugería que el blanco lienzo de pronto fuera un caos inexplicable.

Como su vestido blanco, o su pálida piel; e incluso aquel par de zapatos caros que su madre le había regalado para navidad. Todo ahora era un montón de manchas de colores y aquel salón de prácticas había sido robado y transformado en suyo.

Shuhua se había apoderado de todos los colores existentes para transformar el lienzo en lo que ella deseaba, en lo que ella sentía; para que de pronto aquel montón de pintura que se derretía entre sus dedos reclamando la gravedad se transformaba en manchas que luego eran trazos y luego eran historias.

Sus pies se movían con ligereza mientras su voz coreaba una canción inexistente, recorriendo en una danza sinfín todo el espacio casi vacío en su totalidad; no había nada pero para ella lo estaba todo. Luz, colores, el pálido color de todo lo que la hacía ella tomando toda su esencia y dejando de ser nada para transformarse en lo que ella quería. Sus ojos brillaban, ¡Shuhua estaba tan enamorada!

La luz comenzaba a ser tenue; ella era totalmente consciente de que iba a desaparecer dentro de poco; que se vería obligada a abandonar aquel salón porque la universidad estaba por cerrar sus puertas. Apesar de todo, o de nada, ella continuaba observando fijamente aquel montón de pintura que recorría el lienzo que con anterioridad era triste.

— Se hará tarde

La muchacha pelinegra asintió, reconociendo aquella voz de inmediato y perdiendo el interés de voltear.

— ¿Deberíamos irnos ahora?

— ¿Alguna vez viste una lluvia tan espléndida? —susurró, tímidamente, dirigiendo su mirada hasta el amplio ventanal a su lado.

El agua apenas se marcaba en el cristal; era extraño que en aquella temporada lloviera pero, ciertamente, el cielo había tomado una decisión. Shuhua consideraba hermoso ver cómo las nubes habían estado cargadas y ahora simplemente se dejaban llevar.

El sol iba a desaparecer dentro de poco, y entonces, sólo la luna sería acompañada por aquellas nubes y su peligrosa tormenta.

— Me parece tan extraño que llueva ahora, que no soy capaz de ver lo espléndido. ¿Cómo regresarán a casa la mayoría de personas? Aún ahora, muchos no tienen su propio auto, y podrían enfermarse

— Si pudiera hacerlo, saldría ahora mismo y atraparía un resfriado mientras bailo bajo la lluvia y continuó trazando líneas

Shuhua giró en su lugar, encontrándose con su mayor apoyada en la puerta del amplio salón. Miyeon la observaba con su característico rostro tranquilo, mientras cruzaba los brazos.

— Suena bien. Espero que realmente no quieras morir ahora

— Miyeon, ¿no es bonito? —le cortó la menor de mala gana, volteando nuevamente para señalar con sus dedos manchados de pintura seca el lienzo frente a ella.

⭒ Indistinto ── soohua ╱ minyeon. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora