sigue las reglas

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Shuhua no tenía idea de qué era lo que había provocado el ataque hacia Felix, ni por qué Hyunjoon tenía aquella grave fijación en contra de su amigo, pero sabía que necesitaría averiguarlo por su cuenta si realmente quería saber. Felix no le diría nada.

Y como necesitaba saberlo, iba a averiguarlo a su manera.

— Necesito que me des el número de Soojin, Felix —susurró la pelinegra, alzando su celular en dirección a su amigo. El más alto negó con la cabeza, antes de ser interrumpido por una mueca de dolor.

— Oye, te dije que te quedaras quieto —susurró Hyunjin, mirando con reproche al menor frene a él.

— ¿Por qué no? —habló Shuhua, ignorando al más alto a su lado—, necesito hablar con ella. Y ella tendrá que venir por ti, lo sabes, ¿cierto?

— ¿Por qué? ¿No podría simplemente... Irme a casa?

— Tienes golpes en toda la cara, estás medio húmedo y una de tus cejas está rota. ¿Planeas ir así por la calle? ¿Llegar a casa así, y que nadie se dé cuenta, según tú? —masculló Hyunjin, frunciendo las cejas—, ¿es que estás loco? —una risita, mientras detenía sus acciones—, si tu madre te ve así repentinamente, ¿no será peor?

Shuhua asintió, mientras se ponía de pie para cruzarse de brazos, observando a los dos muchachos.

La labor de sanar las heridas de Felix había estado tardándose más de lo que se esperaban, debido a las constantes quejas del menor: parecía ser que, a pesar de que claramente le habían molestado de esa manera más de una vez en el pasado, esa era la primera vez que alguien realmente sanaba sus heridas. Además, Hyunjin no parecía tener mucha experiencia con peleas, heridas, y mucho menos sanando las mismas; especialmente cuando su paciente era inquieto, sensible y asustadizo.

Además, Felix no quería colaborar con la que Shuhua le pedía.

— Debiste llegar a casa hace una hora, ¿crees que no se han dado cuenta de que no has regresado? —la pelinegra alzó una ceja, mirando a su amigo.

Yongbok mordió su labio inferior, bajando la mirada.

— Quizá no... Suelo tardar un rato en llegar algunos días...

— ¿Y eso por qué? ¿Acaso te golpean seguido? —Hyunjin interrumpió la conversación de los dos amigos una vez más, observando con preocupación al muchacho sentado frente a él.

— Quizás

Shuhua bufó, negando con la cabeza.

— Vamos, dame el número de Soojin. Yo me encargaré de que no te regañen —insistió la muchacha, estirando su mano derecha en dirección al menor.

Felix seguía dudando. Y Shuhua ya no sabía cómo convencerlo de hacerle caso. ¿Es que acaso no quería que sus propias hermanas supieran sobre lo que le sucedía? ¿No le importaba si ellas se preocupaban? ¿No le interesaba si ellas estaban asustadas, ahora mismo?

Les había tomado cerca de media hora hacerlo volver en sí, y ahora llevaban más de media hora intentando curar sus heridas, que aún intentaban sangrar, y le dolían como nadie más tenía idea. Sus hermanas probablemente estaban preocupadas por su ausencia, pero él seguía seguro de una sola cosa: ellas no podían enterarse.

Shuhua estaba comenzando a perder la paciencia.

— ¿Cómo van? —la presencia de Chris provocó que la pelinegra no pudiera quejarse con gritos de desesperación, en contra de su amigo—, Hyunjin, ¿por qué tardas tanto? ¿No va a venir Soojin?

La mirada de los tres menores se posó en el recién llegado, dudando antes de hablar.

— No contesten los tres a la vez, eh —soltó con una pizca de sarcasmo, acercándose a Hyunjin para analizar lo que había hecho hasta ahora, mientras ladeaba la cabeza.

⭒ Indistinto ── soohua ╱ minyeon. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora