Viaje tiempo atrás

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Un par de ojos esmeraldas vieron con atención por la ventana; en realidad no había mucho que admirar, sólo nubes y cielo azul. Pero de alguna extraña manera la imagen la llenaba de paz.

Bajó la mirada y leyó de nuevo el mensaje en su celular, llevaba semanas sin responder a él aunque indicaba una dirección en Tomoeda; suspiró y regresó la vista a las nubes sintiendo su corazón acelerarse al recordar quién se lo envió a altas horas de la madrugada.

«Es momento de confrontarlo» pensó con seguridad.

Escuchó un tintineo seguido de la voz de alguna de las aeromozas.

—Bienvenidos a la ciudad de Tomoeda, el clima es de... —anunció.

Abrochó su cinturón y sostuvo su cabello en una coleta. El avión comenzó a hacer su descenso mientras ella empuñaba las manos con fuerza; no odiaba el medio de transporte, pero su corazón empezó a latir con fuerza al sólo pensar que lo volvería a ver... Diez años después de huir de él.

****

¿Quién dijo que era mejor haber amado y perdido que no haber amado?

Ah sí, Shakespeare.

«Estúpido Shakespeare, seguro no sabía de lo que hablaba» pensó con irritación mientras acomodaba ropa en su nuevo departamento.

Debería estar emocionada, la habían ascendido y ahora era la publicista en jefe en la empresa en la que trabajaba. Pero uno de los pequeños problemas fue que se tuvo que mudar de su amado Tokio.

Años huyendo del lugar, miles de pretextos para no regresar, y su empresa le hizo la mala jugada. «Karma» En fin, ya estaba ahí y no había vuelta atrás.

Suspiró y se dejó caer en la cama, todo estuvo listo para su llegada así que solo tuvo que desempacar su maleta. Miró a su alrededor con algo de nostalgia pensando que el lugar era muy diferente a su antiguo hogar.

Actualmente se encontraba en un departamento tipo loft donde la recámara estaba sobre un tapanco, el baño estaba cubierto, pero la mencionada estancia quedaba a la vista. Aunque debía admitir que las paredes hechas de ladrillos le encantaban, al igual que el enorme ventanal por el que la luz entraba y le regalaba una maravillosa vista de la ciudad.

La cocina y la sala en colores café y plateado le daban una agradable vista al lugar, la escalera volada que llevaba a la recámara era perfecta, pues estaba junto al ventanal. Se podría sentar en ella para admirar la vista mientras comía chocolates.

Sin embargo, aunque el lugar era perfecto, no podía escapar de la nostalgia que la invadía, su departamento en Tokio era más acogedor y no tan serio.

En fin, estaría ahí un año a lo mucho.

Sacó su celular y le mandó un mensaje a su hermano informándole que ya estaba instalada. Antes de bloquear el aparato regresó al mensaje que la atormentaba y decidió que mientras más tiempo pospusiera el encuentro, más se iba a acobardar.

«Al mal paso darle prisa» pensó con pesadez a la par que regresaba su atención al ventanal.

****

Llegó a un lujoso complejo de departamentos que la dejó parcialmente asombrada; cuando se fue su amigo vivía en uno de los barrios más céntricos de la ciudad. Al parecer en esos años de separación le fue bastante bien.

Bajó del taxi y pagó sin quitar la mirada del imponente edificio, tragó pesado al pensar que tal vez debió llamar antes de ir...

Se miró en las puertas del complejo: su cabello largo y café claro con puntas doradas estaba suelto y la brisa lo movía, sus jeans y playera verde magenta le daban un look casual. El clima ahí era mucho más caluroso que en Tokio, así que no tenía que cargar con algún abrigo.

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