¿Quién dijo fiesta?

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Sakura miraba a la gente comer, beber y reír mientras su estómago hacia sonidos raros; lo que daría por haber disfrutado ese delicioso chocolate que tanto amaba. Pero su venganza fue sublime... O al menos la cara que puso su ex compañero, lo fue.

—¿De qué te ríes?

Entornó los ojos y miró a su lado donde encontró que orbes grises la veían con curiosidad. El chico estaba recargado de espaldas en el barandal del gran balcón en el que se encontraban, tenía los brazos cruzados y la miraba fijamente.

—Nada que sea asunto tuyo —respondió tajante en voz baja. No iban a empezar una escena, se rehusaba; sería la adulta y no la niña que replicaba.

Lien bufó frustrado antes de mirar a lo lejos donde fácilmente encontró a Meiling, parecía estar regañando a su primo, como siempre.

—El mundo es increíblemente pequeño —masculló.

Sakura rio con sarcasmo, en eso podían estar de acuerdo.

—¿Qué haces en Tomoeda? —Finalmente le preguntó.

Su acompañante se encogió de hombros y miró hacia el cielo.

—Tenía que explicarte, siempre te vas sin dar derecho de réplica —la acusó en voz baja.

Sakura abrió la boca para alegar cuando una voz la interrumpió.

—Así es ella, ¿cierto? —dijo Eriol apareciendo de pronto con una pequeña sonrisa en el rostro.

Lien frunció el ceño extrañado antes de mirar a su ex quien de pronto había encontrado que el cielo era muy interesante.

—Ah, ¿tú eres? —cuestionó el chico regresando la atención al recién llegado.

El de lentes ladeó la cabeza un poco.

—Eriol Hiragizawa... ¿tú?

El chico levantó ambas cejas con sorpresa antes de fruncir el ceño para que un gesto de molestia se instalara en su rostro. Miró a Sakura antes de reír con ironía.

—Claro, ahora todo tiene sentido... Voy por allá a patear un árbol —espetó al incorporarse para alejarse mientras susurraba cosas y sacudía la cabeza.

Eriol lo vio con interés no entendiendo la actitud grotesca.

—¿Amigo? —cuestionó sin dejar de observar al gruñón chico.

Sakura tenía las manos empuñadas y respiraba con fuerza; la culpa era de Lien y la quería hacer sentir mal. Maldito el momento en que el curioso chico decidió leer su diario de puberta.

—Ex. —El de lentes la vio con sorpresa y ella sacudió la cabeza haciendo un ademán de descarte—. No quieres saber, mucho drama y poca acción.

Su amigo asintió antes de llevar la mirada frente a ellos a dónde Syaoran tenía los brazos cruzados pero no parecía estar respondiendo a lo que fuera que Meiling estuviera alegando.

—Tal vez deba intervenir —se dijo a sí mismo.

—Yo no lo haría, aún albergo la esperanza de que ella se harte y lo golpee —expresó Sakura con emoción.

Eriol arqueó una ceja mirándola contrariado.

—Se ve que te sigue cayendo bien —ironizó.

Ella le dio una sonrisa llena de falsa inocencia.

—¿Verdad? Aún deseo que le pasen todo tipo de cosas buenas, como que un pájaro le haga algo a su elegante y caro traje.

Su amigo rio por lo bajo y sacudió la cabeza provocando que ella sintiera mariposas llenar su estómago. La voz grave del inglés siempre le causaba eso.

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