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VOLVER

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VOLVER.

El ruido de los pasos contra la madera, las indicaciones del coreógrafo, la música resonando a todo volumen. Todo era como un vago recuerdo, algo que no estab
a seguro de haber vivido, pero que se mantenía presente.

Sus brillantes ocelos seguían el reflejo de sus hyung's, se sentía emocionado, algo recorría su cuerpo cada vez que los veía en aquellas formaciones; llevaba una semana acompañandolos a esos entrenamientos, una semana sentándose en un rincón, una semana viendo a sus amigos, ¡No!, a sus hermanos, practicar sin parar, muchas veces cayendo dormido en la espera, otras aguantando con dificultad, pero en cada ocasión, sintiendo ese algo que le decía que debía unírseles, que debía estar a su lado.

De la nada la música se apagó, la voz enojada del coreógrafo inundando la sala, por mero instinto, solo atino a meterse bajo la mesa, sin perder de vista a sus mayores.

– Lo sentimos...

La voz de todos se hizo escuchar en un perfecto coro, el pequeño kook no entendía nada, pero por el tono del señor de barba, como había bautizado al coreógrafo, sabía que algo habían hecho mal, aunque no sabía el porqué, era el mismo tono que había usado su líder aquella ocasión luego de su pequeño incidente con el frasco de las galletas.  

– Se que todo esto es difícil, es complicado practicar sin un miembro. -luego de soltar aquello, una mirada discreta se posó en su persona, haciéndolo sorprender y ocultar su rostro con sus manos, creyendo que así estaría "protegido".- Pero debemos seguir, al menos hasta que vuelva en si, no es la primera vez que pasa, lo hemos hecho antes. Además, él ya tenía avanzada la coreografía, así que en cuanto vuelva solo debemos reforzar.

Con un asentimiento desganado por parte de los miembros, retomaron desde donde lo habían dejado, volviendo a sumirse en una práctica interminable.

Por su parte, Jungkook se las arregló para no aburrirse, creando un fuerte con el mantel de la mesa, usando las sillas como pilares y las chaquetas de sus mayores y el staff como colchón, e incluso había encontrado una mullida almohada de cuello en uno de los casilleros cercanos a la puerta.
Cuando menos se dio cuenta, la tarde había pasado, entretenido jugando con cualquier cosa a su alcance, viendo a sus hyung's por momentos y desordenando las cosas del lugar, finalizando por caer dormido.

Para cuando despertó, se encontraba en su habitación, envuelto en sus sábanas y abrazando una almohada color azul con una mancha de lo que creía era saliva. Un bostezo se le escapó, a la par de incorporarse en el centro de la cama, limpiando parte de su mejilla y barbilla; se sentía como si hubiera dormido por meses, su cabeza daba leves vueltas, causándoles un sutil mareo al ponerse en pie.

A pasos pesados, logró llegar a la cocina, donde sin problema alguno abrió la nevera y saco la caja de jugo de naranja, y un envoltorio de galletas de uno de los estantes, todo bajo la atenta mirada del segundo menor, quien había bajado con el mismo objetivo.

Bebé kookie~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora