Sí, era una mentira. Una mentira blanca que Emma quiso creer al imaginar por un solo segundo que él quería verla otra vez. En la iglesia, no sólo se fue ella. Se fueron sus ilusiones, sus sueños y los miles de recuerdos que quería crear junto a Jumin. Y también, se fue su madre.
Creyó esa mentira, porque por muy estúpida e irrazonable que haya sonado al principio, la idea de recuperar aunque sea una sola parte de lo que había perdido la invadió de felicidad, un sentimiento que creyó haber olvidado.
Tenía en sus manos el boleto de regreso a Corea, un boleto de regreso al lugar donde conoció a Jumin.
"Pasajeros del vuelo 914, primer llamado para abordar el avión".
—Es el momento, Emma —se dijo a sí misma—. No puedes huir para siempre. Y si él ha llamado a tu papá... —una sonrisa se formó en su rostro—. ¡Él quiere verme!
Las personas de alrededor voltearon de inmediato hacia ella y la examinaron con la mirada, desconcertados. Emma aclaró su garganta y volvió a ponerse los lentes de sol.
—Él quiere verme... —susurró—. Él quiere verme.
Con las maletas llenas de ilusiones que habían sido rotas un día, subió al avión. Se puso los audífonos y tarareó una canción durante todo el camino. Ni siquiera estaba consciente de si conocía bien la letra, pero la felicidad era tanta, que no pudo contenerse.
¿Qué sería lo primero que haría? ¿Llamarlo? ¿Ir directamente a su oficina?
Si Jumin la estaba esperando, entonces era probable que en el aeropuerto la esperara una gran limusina para llevarla a su penthouse, porque ese era el estilo del pelinegro. Pero no, cuando pisó Corea otra vez, no había nada. Ni el más mínimo rastro por parte de Jumin.
Bajó por las escaleras del avión y soltó una gran bocanada de aire. Allí estaba, de vuelta. Y lo primero que haría, sería... Vaya, no tenía ni idea de qué hacer ahora.
La emoción la había invadido que incluso olvidó preguntar detalles y planificar todo bien. Después de desinstalar la aplicación de la RFA, su contacto con ellos fue nulo. Había desaparecido del mapa.
La única persona que había intentado contactarla durante esos años fue Seven. Las llamadas a su celular eran recurrentes cada día, hasta que dejó de sonar. El número estaba grabado. Solo bastaría tocar la pantalla y...
—¡¿EMMA?! ¿Eres tú? —El grito chillón del otro lado de la línea hizo que pegara un pequeño grito—. ¡¿Estás bien?! ¡¿Dónde estás?! ¡¿Has vuelto por Jumin?! ¡¿Vienes a recuperarlo?! ¡¿Puedo anunciar la noticia?! ¡Prometo darte una parte del dinero que obtendré! ¡Lo debo publicar en mi blog ChismesitosconSevencito! Espera, primero debo comprar el regalo para mi novia y luego...
El bombardeo de preguntas la aturdió por unos segundos. El pelirrojo, desesperado por obtener respuestas, rastreó su ubicación. Estaba decidido a ir, pero un dulce llamado de trabajo lo obligó a cortar.
—Él debe estar ocupado —susurró—. ¿Zen estará...? Recuerdo haber guardado su número en alguna parte.
"¿Cómo se encuentra el día de hoy, hermosa dama? Está tratando de comunicarse con Zen. Si es un productor en busca de un gran talento como el mío, ignore eso. Puedes intentar llamarme después. Que tus ansias de escuchar mi encantadora voz no saturen mi línea telefónica".
—Jaehee —dijo como última opción—, pero no guardé el número.
Cuando estuvo a punto de marcar otra vez, las hojas flameantes a unos metros llamaron su atención. Entre los titulares de los periódicos, la próxima fecha de la fiesta de la RFA estaba escrita en letras grandes. Junto a ella, una foto del que se había encargado de la coordinación después de su partida, Jumin Han.
Una llamada entrante de Zen se reflejó como su boleto a ese evento.
¿Tendría Jumin la reacción que ella esperaba? ¿Asistir como acompañante de Zen era la mejor opción?
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Eviterno «Mystic Messenger» [Jumin Han]
Fanfiction«No puedo casarme contigo, Jumin. Tal vez... nunca te quise lo suficiente». Después de los sucesos en la fiesta de la RFA, la boda de Jumin y Emma era el evento más esperado por los miembros. Sin embargo, el día más feliz para ambos se convirtió en...