Capítulo VIII

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"Las cadenas siguen aquí, obligándome a escribir otra carta para no correr a buscarte. ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué no puedo seguir con mi vida si ya te dije todo lo que debía? Tal vez es porque mis sentimientos me cegaron, no vi más allá del rencor. ¿Qué debo hacer para sanar? No es tu responsabilidad que yo me sienta mejor".

Guardó el papel en el cajón de su escritorio y volvió a concentrarse en los documentos que debía firmar.

—Yo no soy como mi padre —repitió—. No, no lo soy.

"Sí, sí lo eres".

—Cállate.

—Pe-pero... ¿Sr. Han? Sólo vine a darle el reporte semanal.

Jumin abrió los ojos al extremo cuando se dio cuenta de que su asistente lo había oído.

—Perdón. Hablaba conmigo mismo.

—Sr. Han. —Jaehee trató de buscar las palabras correctas—. A veces, pensamos que la manera de librarnos del dolor es desquitándonos con la personas que nos lo causó, pero le aseguro que eso sólo le traerá más sufrimiento.

—V diría algo parecido —susurró Jumin, considerando el consejo—. ¿Quién te contó lo que sucedió, asistente Kang? Fue Zen, ¿no es así?

—No. ¡No! Claro que no.

Jumin entrecerró los ojos y su seria expresión le hicieron imposible mentir.

—Sí, fue él.

—Toda la RFA debe saberlo ahora... Ugh. —Quitó esos pensamientos de su mente, y pensó en la posibilidad de que no haya sido correcta su reacción—. Y tú, ¿qué harías en mi situación?

—Definitivamente no gritarle en plena calle pública. —Ante la furiosa mirada de su jefe, ella aclaró su garganta—. Pero comprendo que haya sido un impulso. No sé si en mi posición debería decirle lo que pienso.

—Dilo. Es una orden.

—Uh, creo que debe tener una conversación sincera. No negar sus sentimientos y huir como lo hizo ella, puede aceptarlos y decidir si continuar con su vida o retomar su relación.

"¿Cómo voy a verla si le exigí que no me volviera a buscar?"

Una fugaz pero certera idea pasó por su mente.

—Asistente Kang. ¿Tiene la dirección donde se está quedando Emma?

Jaehee asintió.

—Envíele una invitación a la fiesta de la RFA. Una invitación oficial a nombre de Han Jumin.

A la castaña no le quedó más opción que obedecer. Jumin aún no estaba muy seguro de su decisión, pero la desesperación por librarse del pasado lo impulsó.

Y así, pasaron los días, uno tras otro. Unos más largos y solitarios, otros más cortos y melancólicos.

El día de la fiesta llegó.

—¿Sabes qué es lo más triste? —Seven estaba recostado sobre la pared, dándole una charla a Yoosung—. La primera relación que tienes no es siempre la persona con la que te casarás. Van a terminar algún día, pequeño ingenuo.

Jumin se mantuvo callado mientras los oía. Con la mirada no dejaba de buscar la figura de Emma entre la multitud de invitados, sin obtener resultados. Intentó repasar la disculpa que había planeado desde hace días.

"Lamento haberte gritado en la vía pública. Te ofrezco un sincero arrepentimiento. Eso es todo, gracias".

—No puedo decirle eso —susurró, pero su frase se quedó en el aire cuando observó a Emma conversando con el albino.

Su cabello rubio platinado lucía un lacio perfecto, y su largo vestido verde agua se balanceaba sobre su sitio cada vez que sonreía. Esa era la imagen que el pelinegro veía.

Se acercó con pasos decididos hacia donde se encontraba, y recordando su discurso preparado, habló:

—Buenas noches. Lamento haberte gritado en la vía pública. Te ofrezco un sincero arrepentimiento. Eso es todo, gracias.

Y dio media vuelta para irse, dejando al albino y su acompañante sin oportunidad de responder. Pero, se detuvo a medio camino al recordar las palabras de su asistente: "Creo que debe tener una conversación sincera. No negar sus sentimientos y huir como lo hizo ella, puede aceptarlos y decidir si continuar con su vida o retomar su relación".

—Jumin. —El llamado de Emma lo desconcertó—. Creo que debemos dejar de actuar como niños y hablar. Tú y yo, solos. 

Eviterno «Mystic Messenger» [Jumin Han]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora