Capitulo 8

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La cicatriz le surcaba la mitad de la cara hasta cubrir parte del pectoral y el hombro. Las noches calurosas en vela comenzaban a causarle problemas incluso bebiendo grandes cantidades de cafeína.

Si en un inicio creyó que la quemadura no era grave debido a su tamaño se equivocó.

El plástico había dañado su piel a profundidad complicando esa herida en particular.

Entre cambiar las compresas por otras más frías durante toda la noche, aplicar los analgésicos y los antisépticos apenas dormitaba.

Se despertaba durante el día solo para pedir agua o intentar moverse, cada vez era más difícil pagar los medicamentos junto con todos los demás gastos.

Nunca se imaginó que tendría que hacerse cargo de una persona tan gravemente herida. Se acercaba el fin de mes y con él la revisión de Ceci y el pago de colegiatura de Oliver.

Las opciones se acortaban, así que accedió a un antiguo empleo de distribución durante el día, suplicando no quedarse dormida mientras conducía la moto.

Tras unas semanas Mello comenzaba a estar consciente cada vez más tiempo, cosa que resultó ser más un problema que un alivio. Cada tantas horas se despertaba aterrado, como si tuviera pesadillas horribles y conforme pasaba más tiempo despierto era una constante pelea para que dejara de moverse y tomara los analgésicos.

-¡Dame un espejo!- Estaba furioso porque le negamos ducharse. Dudando ambas se miraron, ninguna quería dejarlo mirarse por temor a su reacción al ver las quemaduras. Con voz más suave continuo.- Prometo que me quedare quieto, solo quiero verme la cara.

Oliver se acercó tendiéndole un espejo de bolsillo, su rostro se descompuso al ver la quemadura, con delicadeza tocó la quemadura quitando la mano al instante por el dolor. Lanzó el espejo contra la pared e intentó levantarse de nuevo.

-Mello por favor, deja de moverte empeoraras las quemaduras.- Una vez se acercó le dio un empujo para que se apartara, apenas tenía fuerza pero igualmente la hizo retroceder.-

-No te me acerques.-

Una vez se acurrucó en la cama, Oliver salió de la habitación. Dejándose caer sobre el sofá por el cansancio inmediatamente cayó dormida. Dormitando nuevamente escucho a Mello maldecir y sollozar, no se levantó del sillón ni abrió los ojos, estaba destruido. Necesitaba llorar y gritar todo lo que pudiera.

Una vez cayó dormido de nuevo, pude levantarme, tenía los ojos hinchados se había hecho jirones las vendas. Con cuidado comenzó a cambiarlas rogando que no se despertara.

Pudo notar como entre abría los ojos cuando coloco la crema en las heridas. Tenía suerte de no haber perdido la vista de uno de los ojos.

Toda la rabia de hace unas horas se esfumó, parecía un perrito triste y desolado.

Con delicadeza acarició el dorso de su mano sana, en un intento de darle ánimos.

-Se que te duele, y que quieres hacer todo lo posible por volver a estar como antes.- Apretó ligeramente el agarre.- Pero si quieres salir de esto tienes que ser paciente.

El chico se cubrió los ojos como pudo e intentó palpar la cicatriz.

-Me veo como la mierda.-

-No, no. Te ves bien, ya sabes dicen que las cicatrices te hacen ver rudo.

-Me gustaba como me veía, parezco una especie de matón horrible.

Con duda tomó el rostro del chico entre sus manos, acaricio con cuidado el contorno de la cicatriz y siguió con el pómulo sano.

-Te ves bien, aunque no creo que la cicatriz vaya a desaparecer - Lo miró directamente a los ojos- Tus ojos siguen siendo del azul del cielo, tu rostro es fino como el de una muñeca y tu cabello es tan sedoso y liso que me muero de envidia.

Apartó la mirada avergonzado, y recargó su mejilla en la mano que le sostenía con delicadeza

Headless MonarcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora