prólogo

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Sus nervios estaban por explotar en su cuerpo haciendo que su conocido tic nervioso hiciera de las suyas con su ojo izquierdo, tomó un respiro tranquilizador para luego tomar el pequeño regalo de su encimera y mirarlo con una pequeña sonrisa esperando que le gustara, sacudió su cabeza para luego encaminarse hacia su auto,le tomaría menos de treinta minutos llegar a la casa de su querido hermano.

Su hermano había Sido como  su padre al morir los suyos, y aunque era tan distinto a él lo amaba con todo su corazón pero reía cada vez que lo veía con su familia porque siéndose sincero nunca pensó que la tendría, ambos desde pequeños sabían cual era su futuro y mientras su hermano solo querías viajar por el mundo, él estaba soñando con trabajar en su empresa con una familia ya constituida pero parece que el destino lo hizo todo al revés. Por más que tenía citas, salidas e incluso algunos encuentros románticos no había encontrado a nadie a la cual pudiera llamar su novia, solo había una mujer que por cinco años enteros lo había vuelto locamente enamorado por ella al punto de querér formar una familia ambos sin embargo hay cosas que el destino no quiere hacer suceder por lo que tuvieron que separarse, su ruptura dolió, dolió tanto que tuvo que vivir con su hermano durante un año entero al no saber que hacer ante esto y no dudaba que a ella también le había dolido al mismo grado, tal vez un poco más que a él debido a que cada vez que se encontraban no había más que tres palabras y luego una discusión de una hora, ahora tendría una año sin verla, lo cual era sensato si no querían sufrir ambos.

Suspiró mientras estacionaba el auto frente a la casa para luego bajar y acercarse a ella tocando el timbre, esperó unos momentos mientras reía un poco viendo las bonitas flores del jardín, levantó su vista al escuchar las puerta abrirse para encontrarse con una castaña de sonrisas muy amplia y ojos brillantes quién al verlo se lanzó a sus brazos en un fuerte abrazo

- ¡Al fin llegaste cuñadito! - exclamó mientras lo apretaba más hacia ella- te extrañaba tanto, Diego también te extrañó

- no seas exagerada Cecilia- el castaño rodó sus ojos mientras reía- me vieron exactamente hace quince días

-¡Exacto!, eso es un montón de tiempo- declaró la castaña con una sonrisa al escuchar reír a su cuñado - pasa corazón, solo faltabas tú

- por su puesto un Uckermann siempre se hace esperar - murmuró divertido el castaño para luego reír al ver a su cuñada con los ojos entrecerrados hacia él-

- bonita manera de decir que eres un impuntual cariño - rebatió la castaña riendo mientras se dirigían a los sala-

El castaño rió divertido ante la respuesta de su cuñada, no había mejor esposa para su hermano que Cecilia Martínes, una mujer extrovertida, divertida e intrépida que le aportó mucha magia a ambos cuando no sabían que hacer, le daba gracias a Dios que su sobrino se parecía a su madre.

Su vista se dirigió hacia un pelinegro ojos avellanas que reía como loco al lado de un chico al cual desconocía completamente, tal vez amigo de Cecilia, saludó al pelinegro quien en forma de broma le lanzó un beso haciéndolo reír,si había venido él entonces su loca esposa y sus tres terremotos debían estar aquí, y para corroborar sus palabras al seguir caminando para dejar el regalo en la gran bolsa la rubia chocó contra su pecho para luego escucharla reír ruidosamente lo cual lo hizo reír

- hola Anahí, ¿Que tal estás?- empezó el castaño divertido tratando de calmar su risa, la vió limpiar sus ojos del habían salido unas cuantas lágrimas debido a su carcajada-

- maldita sea el tamaño de los Uckermann, ¡Ustedes son demasiado altos!

- tú esposo es solo más bajo que yo por medias décimas - señaló el castaño mientras la veía negar con su cabeza y su dedo índice haciéndolo sonreír, la rubia era una bomba-

Bebé abordo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora