Prólogo

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345 años atras

Decir que los Betas dominaban el mundo es decir poco, y es que a pesar de su desconexión con la madre naturaleza, su inteligencia era bastante superior, y eso se debía en parte a su poco interés en las emociones y el cuidado de sus almas mortales. A eso había que añadirle el hecho de que su reproducción era muchísimo más sencilla e implicaba menos riesgos, así que sus números eran mucho mayores. Por miles de años se habían mantenido a la cabeza, no porque fueran dominantes, sino porque triplicaban la población de Alfas y Omegas del mundo. 

Aunque se podría decir que la madre naturaleza tenía a los Alfas y los Omegas bajo su estricto cuidado. Ambas castas estaban conectadas con su lado salvaje, y nacían con un espíritu guía que les permitía cambiar a su forma animal. Utilizaban las habilidades de su parte salvaje para ayudar a su parte humana, y aunque no tenían la inteligencia superior de los Betas, contaban con el instinto y la conexión a sus emociones para ayudarse a sobrevivir. Su única desventaja en esa cadena, era su complejo ritual de apareamiento. 

La procreación era posible únicamente 4 veces al año, y cada ciclo fértil se identificaba con un periodo de celo. El celo los Omegas duraba un promedio de 7 días, que venían acompañados de un intenso deseo y dolor, que preparaban sus vientres para recibir la semilla que haría posible la reproducción. Los Alfas por otro lado tenían un periodo de celo mucho más sencillo y corto, de tan solo 24 a 48 horas, aunque el deseo era mayor y más difícil de controlar. Y cuando el resultado era un embarazo exitoso, el Omega debía llevar al cachorro en su interior por 10 meses antes del nacimiento. 

Pero lo que hacía que la procreación se complicara un poco más, eran sus profundo respeto al cortejo. Estaban muy conectados a su lado espiritual y creían en la búsqueda del alma destinada, a quién buscaban con desesperación, a tal punto de negarse a procear a menos que la encontraran. Y cuando al fin lo hacían, se unían a través de un instintivo ritual, donde su lado animal y su lado humano se conectaban para siempre. El amor, para los Alfas y Omegas, era lo más importante del mundo.Y debido a esto, eran muy incompatibles con los Betas, para quienes los sentimientos eran totalmente irrelevantes. 

Pero aún así, a pesar de las evidentes diferencias entre las tres castas, lograban vivir en aparente armonía, los territorios estaban bien delimitados y las fronteras eran respetadas; el comercio se llevaba a cabo de forma civilizada, y todos respetaban las uniones entre castas. El mundo contaba con todos los ingredientes para mantener la armonía por miles de años, pero claro, no iba a ser tan sencillo. Porque un problema empezó a ser muy evidente; la sobrepoblación de Betas. Y es que de las 45 naciones que existían, la mayoría eran de Betas, que además no estaban muy interesados en controlar su contaminación. 

Había ríos muriendo, bosques enteros destruidos y muchísima basura. Y a pesar de que los Alfas y Omegas trataban de mantener un ambiente limpio y ayudar a la madre naturaleza, era evidente cuál era la raíz del problema. Aunque no tomó mucho tiempo para que las cosas se arreglaran por su cuenta, porque fue entonces que apareció un extraño y mortal virus. Uno que los más espirituales atribuyeron a la madre naturaleza, especialmente porque atacaba a una sola de las tres castas: los Betas.

Y durante los primeros meses pudieron controlarlo, con pocos Betas afectados, todos pensaron que acabaría pronto y las cosas volverían a la normalidad con un número moderado de bajas. Pero la realidad les golpeó cuando después de 6 meses la población de Betas se había reducido considerablemente y aún no había cura. Sus grandes científicos trabajaban incansablemente, pero ninguna de las opciones que probaban parecía funcionar, a pesar de que pusieron todos sus recursos en línea. Incluso buscaron la ayuda de las otras dos castas, pero para ese momento no había mucho que hacer.  

L.O.V.E. Omegaverse - RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora