Ni tan perfecto |Tyrus|

XI. Locura

¿Qué es la locura? ¿Qué es realmente? Porque quizás su significado iba más allá de lo que unas simples palabras podían expresar, además de que podía interpretarse de diversas formas según el punto de vista de cada individuo, según lo que cada uno creía según su cultura, ideas, etc. Y por esto mismo, la locura en sí era una palabra, que detrás de ella abarcaba muchas más palabras, que en conjunto intentaban darle un significado que uno podía interpretar a su manera, lo cual conducía a otro conflicto, más complejo, porque el ser humano en sí poseía una conducta difícil de leer, de poder descifrar, entonces este bien podía tomar una idea diferente de lo que significaba la demencia, una idea errónea, a su vez  quizás un tanto distorsionada, y si esto sucedía, otro conflicto se presentaba: el límite, ese que fácilmente podría también verse afectado, al tener una idea "diferente" de lo que la demencia en sí quería decir, entonces, el significado se distorsionaba y el límite también, porque en este caso, una palabra determinaba a la otra.

Y con ello toda una conducta podía modificarse y no volver a hacer jamás como antes.

La locura definía el límite y con una idea poco común de esta, todo cambiaba.

Entonces la demencia deja de verse como tal, y el límite en lugar de ser esto, se disfraza de libertad absoluta.

La restricción deja de existir.

Si la falta de coherencia mental se vuelve importante, el límite deja de estar definido hasta desaparecer, aunque el individuo se enrede en su propio juego mental y crea que aún hay una línea que define su cordura.

Y es que así de poderosa es la demencia es su estado más puro.

Se vuelve un arma de doble filo que bien nos puede atravesar sin la más mínima contemplación. Y estando en un estado de completa vulnerabilidad no hay nada que se pueda hacer.

Y sólo es cuestión de tiempo para que nos destruyamos en un abrir y cerrar de ojos.

Sin cordura, no hay razón, sin razón no hay salvación. Y entonces sólo una alternativa poco favorable se hace presente: sucumbir por completo a la locura, de esa manera todo toma un color diferente y no se ve tan bizarro como parece.

De esa manera no se será nunca consciente del estado de demencia. Y todo será perfecto.

Se observa al espejo, mientras se coloca su camisa gris, y sin más estira la mangas de esta hasta llegar a sus muñecas, ahí prende los botones de la misma con toda la calma del mundo, entonces sonríe porque gracias a aquella tela, que cubre la desnudez de su cuerpo, los hematomas que forman parte de su cuerpo ya no son notables. Ya no se ven a simple vista lo que es bueno.

Y que conste que no le molestaba poseerlo, pero sabe que quizás le irrite un poco las miradas ajenas si esos esos moretones sobre su piel fueran visibles. Porque la gente era jodidamente curiosa.

Tan molesta, incapaz de no entrometerse en la vida de los demás.

Se vistió, se arregló lo mejor posible. Y bajó a desayunar, y lo hizo solo puesto que no había nadie que lo acompañara.

Él ya era un adulto y como tal vivía solo.

Sus papás o algún miembro diferente de su familia ya no estaban con él, pero aquel hecho tampoco lo mortificaba en lo más mínimo.

Estaba bien verlos de vez en cuando y ya.

Una vez concluido su desayuno, se encaminó al centro de la ciudad. Tenía trabajo por hacer.

Una vez que llegó al psiquiátrico, saludó a uno que otro conocido y se encerró en su despacho.

Y su trabajo de todos los días comenzó.

Revisó unos cuántos expedientes, de unos nuevos internos, que ya formaban parte del psiquiátrico y antes de que pudiera concluir con su labor, la puerta de su consultorio fue abierta sin llamar, pudiendo ver como un interno vestido de blanco,ingresaba mostrándose para nada contento.

Estaba enojado, lo sabía.

—¿Cómo estás?

Lo observó a la espera de una reacción de su parte.

—¿Tomaste tu medicación? Kippen 

Preguntó ante el silencio del otro.

—No—cerró con seguro la puerta—no quería dormir. Quería verte.

Su corazón se sacudió, y es que él también quería lo mismo.

—Tranquilo, ya estoy aquí.

Le dijo, a su paciente, el mismo que había asesinado a su ex novio Jonah, porque su paciente era muy celoso y no quería compartirlo con nadie más, y Cyrus estaba de acuerdo con ello.