Nicholas
Esta era la quinta noche que venía al mismo bar. La quinta noche que me sentaba en solitario en la misma mesa en la zona apartada.
La segunda noche que vine, ella me atendió con pocas ganas. Se alejó de todo el mundo y no vendió nada de droga. Me había quedado más tranquilo. Quizás realmente solo vendía para sacarse un problema rápido de encima. Sin embargo, la tercera noche sí que vendió. Me impresionó la sutileza de sus pasos y movimientos. Para un ojo inexperto aquello hubiera pasado totalmente desapercibido. Esa misma noche dejó de atenderme. No se me insinuó. No me trajo cerveza. No me ofreció coca. Y así mismo la cuarta noche. Y así mismo hoy.
Me estaba enojando. Cada noche la observé y cada noche fue a por más. Ya se había empezado a correr rumores sobre una nueva dealer independiente. ¡independiente! Ahora todos creerían que tenían derecho a vender sin pertenecerle ni responder a nadie. Maldita cría.
Estaba seguro que ella se había enterado de mí, no había otro motivo por el que no se acercase a mí. Y es que me evitaba a toda costa y no se preocupaba por ocultarlo o disimularlo.
Se me heló la sangre cuando vi a Keller ingresar al bar. Todavía no se había percatado de mi presencia, porque no era a mí a quien buscaba. Sus ojos fueron directo a la chica. Había hambre y enojo en su mirada. Sabía que esta mierda no iba a terminar bien, me debería haber encargado desde el día cero, cuando estaba tirada inconsciente en el club de Charlotte.
Se sentaron en una mesa en la esquina contraria a la mía, ellos no podían verme a mí, pues estaban sentados casi de espalda a mí, pero yo tenía una vista perfecta de cada uno de sus movimientos.
Tomé mi móvil y di aviso a mis hombres para que estuviesen atento a cualquier movimiento de ellos hacia mí. Si estaban aquí es porque el rumor era más fuerte de lo que pensé y eso solo quería decir dos cosas: estaban poniendo mi poder en duda y se encargarían ellos mismos del problema. Lo que, probablemente, los condujera a encargarse más tarde de mí.
Apreté los dientes con fuerza. Eso no podía permitirlo de ninguna manera. Me tenían en jaque. Debía moverme ahora mismo.
Pensé y analicé todas mis opciones lo más rápido posible.
Mierda.
No había mucho tiempo más. Debía actuar ya.
Aurora
No era la primera vez que venía ese hombre. Había observado como él me prestaba atención hasta en el más mínimo movimiento. Me ponía los pelos de punta.
La primera noche, cuando sus ojos celestes y fríos me miraron fijamente, tuve el presentimiento de que algo malo se aproximaba y aquel mal presentimiento tenía su cara.
La abuela siempre me dijo, antes de morir, que yo tenía un don. Aunque realmente nunca le creí, pero que les hacía caso a las malas sensaciones, les hacía caso. Así era como hasta hoy había sobrevivido en mi día a día: si sentía que no debía ir por cierta calle, simplemente la evitaba. Si alguien me daba mala espina, lo ignoraba. Realmente nunca comprobé si estaba en lo correcto, pero eran pocas las ganas que tenía de arriesgarme a hacerlo. Estaba bien despertándome cada día y descubrir que respiraba y que tenía todas mis partes conmigo.
Así es como, aquel hombre, me daba muy mala espina. La segunda noche que vino evité vender droga. Lo que había sucedido en aquella fiesta con aquel chico y las advertencias de Charlotte me eran suficientes para sospechar que podían volver a hacerme lo mismo. Pero cuando volvió al tercer día, a pesar de que no había vendido droga el segundo, supe que no era por la droga.
ESTÁS LEYENDO
INFERNO || +21
RomanceAdvertencia: Sexo explícito, lenguaje inapropiado, drogas. +21 años Ella tiene nombre de princesa, pero está lejos de ser una. Sobrevivir para ella significa meterse en asuntos turbios, y no le tiembla el pulso al ir a por ello sin pensar en las con...