Día 4 - Jueves - Canadá

1.1K 95 143
                                    

El jueves, Arthit y Kong se permitieron despertar un poco más tarde que los últimos días. Salieron a tomar el desayuno a eso de las 10 de la mañana y se entretuvieron un poco en la nieve antes de dirigirse al sitio de su actividad de ese día: un paseo en avioneta.

Se colocaron entusiasmados el equipo de producción y escucharon atentos las indicaciones de los encargados de la actividad, y después de firmar y entregar un par de papeles más junto con el formulario que habían recogido el día anterior, subieron a la avioneta y se prepararon para el paseo.

Arthit movía sus pies dentro de la cabina trasera. Estaba muy emocionado, jamás había hecho algo parecido a eso. Se colocó unos cascos por donde podría hablar y escuchar a los demás, todo parecía de película. Por un momento pasó por su cabeza el costo de aquello, pero lo desechó de inmediato. No quería pensar en eso ahora.

Cuando el piloto les indicó que iniciarían el vuelo, le tomó a Kong de la mano con fuerza.

-

Disfrutaron como nunca del paseo en avioneta. Durante esos 40 minutos, se entretuvieron juntos observando el paisaje desde el cielo y charlaron entre ellos como si fueran un par de niños pequeños. También compartieron uno que otro besito cuando el panorama frente a ellos era especialmente hermoso.

Apenas tocaron el suelo, Kong se dio cuenta de que su galería de fotos aumentó unos cientos de imágenes. Le mostró a Arthit su sonrisa más bonita mientras, aún perdido en la euforia, se lanzó a sus brazos para entrar un poco en calor. Su nariz y mejillas se sentían muy heladas, por lo que pensó que no le harían mal unos cuantos besitos para calentarse.

Esas enormes chamarras no dejaban que se pudieran abrazar tanto como deseaban, por eso Arthit le tomó de la mano y les hizo correr hasta su cabaña, llegando con las mejillas y la nariz roja debido al aire frío.

Cuando Kong estaba abriendo la puerta, Arthit le tomó de las mejillas y le besó en la punta de la nariz. Su esposo se veía extremadamente adorable, no se podía resistir a él.

—El paseo fue fantástico —comentó un muy alegre Kong, pegándose de nuevo a su sol. Le tomó de las manos para entrelazarlas ahora sin guantes y jugar un poco con ellas, balanceándolas hacia los lados.

Y así, Kong los llevó a ambos a sentarse frente a la chimenea automática, la cual encendió con tan sólo tocar un par de botones del control remoto.

—Sííí, fue divertido. Al inicio estaba nervioso, pero después fue genial. ¡Había vistas muy bonitas! —Arthit se quitó la gran chamarra y fue directo al sofá frente a la chimenea. Deseaba ya estar en casa de sus padres para platicarles todas esas cosas tan maravillosas que había visto.

—A este paso querré imprimir y enmarcar todas las fotos de nuestra luna de miel... Saqué unas buenísimas allá arriba —fue a acurrucarse con él después de haberse sacado también la ropa abrigadora. Se abrazó a su pecho y le miró contento. —Mi favorita es esa en la que besas mi mejilla con el paisaje de fondo...

—A mí me gustaron todas. Eres un muy buen fotógrafo —le acurrucó aún más hasta que le habló cerca de los labios. —Y un muy buen esposo —a base de pequeños besitos, esperaba calentar la nariz de su esposo.

—Hhmmm... —Empezó a reír bajito. Le subió las manos a los hombros para sostenerse y tocarle un poco. —Tú también eres un buen esposo... y un buen compañero, y un excelentísimo amigo —murmuraba sin borrar su sonrisa boba. —Siempre soñé con disfrutar así el mundo con el mejor de mis amigos y de verdad que ya lo estoy haciendo... y me está encantando demasiado...

—Si M te escuchara, creo que se pondría un poco celoso... —no evitó reír sobre los labios de Kong. Dejó un par de besitos y se movió para que ambos quedaran recostados un poco.

VII. Escala Danjon - La luna de mielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora