Capítulo 5

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Niños

Me encuentro frente a la reja principal del Centro de Acogida "Ángeles de Sueños", apreciando el increíble deterioro de la estructura.
El portón principal, que en un pasado se habría abierto automáticamente, hoy, lo hace con la ayuda del guardia de seguridad. 

Buenas tardes joven. Supongo que es el estudiante de Bellas Artes que nos ayudará, ¿no es así?— dice el guardia

—Sí, soy yo— respondo de mala gana

—En ese caso, bienvenido. La directora lo espera dentro. — me señala hacia donde me debo dirigir y se adentra en la garita de seguridad.

Continúo mi recorrido por el jardín del lugar, un poco marchito y maltratado por el frío de la temporada. A continuación se alza un edificio que demuestra tener más de cien años de fabricación.
Compuesto por cinco pisos y ventanas de cristal recubiertas por rejas (supongo sean para evitar accidentes con los pequeños), que le aportan un aire de prisión nada agradable. En la segunda planta se alza un balcón promedio, debajo de este, y como punto de apoyo, se encuentra dos estatuas de gran tamaño en forma de ángeles. Al parecer el balcón se diseñó para que fuera el techo de la puerta principal del local y los ángeles supervisores de quienes entran allí. Llego a la puerta, y esta es abierta por una señora mayor que me conduce hasta la dirección.

—Pase y siéntese Thomas— me invita la directora

Un —Buenas tardes— sale de mis labios

—Por mi conversación con su director, sé de sus antecedentes en otros institutos, y no quiero que, en vez de ayudar, lo que haga sea traer problemas. ¿Me entiende?—finaliza ella con tono despectivo

—Usted no se debería guiar por mis " Incidentes" —hago comillas con los dedos— en otros colegios. No sabe mi historia, así que sería fácil dejarse llevar por lo que otros piensan de mí, y eso, hablaría muy mal de usted, si me lo pregunta. —Le doy mi sonrisa más fingida—Tampoco se preocupe, no le daré más problemas de los que ya tiene; pero quien sabe quizás y se sorprende conmigo. — digo mientras me acomodo de modo informal en el asiento.

Ella raspa su garganta y agrega incómoda:

—Ya que nos entendemos –me alcanza un papel con las tareas–, ahí están lo que debe hacer antes de finalizar la semana. Gracias por su visita, ya puede retirarse. no me molesto en responderle y salgo de allí. Definitivamente trabajar con esta mujer es un castigo en toda regla.

Las tareas varían, desde actividades de mantenimiento, hasta un taller de pintura con los niños. Esto último, es lo primero que debo hacer.

Entro al diminuto salón de clases, y me encuentro con más deterioro. Sin duda, este es uno de los centros más pobres del estado; y al fin de cuentas los que salen perjudicados son los pequeños.

En el taller trabajaré con sólo seis estudiantes (tres de cada género) pues son quienes se inclinan por las artes plásticas.

Buenas tardes niños— comento de forma serena mientras llego al centro del salón.

—Buenas tardes maestro— responden a coro con demasiada felicidad.

Soy el profesor Thomas, pero sólo díganme Thom –no me gusta que me llamen por mi primer nombre y ahora no pienso cambiar eso– Haber... ¿por qué no hacemos algo para conocernos mejor?, cada uno va a formular una pregunta y esa la tendremos que responder todos ¿de acuerdo?

EmpíreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora